lunes, 4 de diciembre de 2017

PEQUEÑA NACIÓN CON LOS DUEÑOS DEL PAÍS

LOS 12 APÓSTOLES DE LA ECONOMÍA PERUANA*

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

El 28 de noviembre pasado tuve la oportunidad de comentar el libro de Paco Durand: “Los Doce Apóstoles de la Economía Peruana. Una mirada social a los Grupos de Poder Limeños y Provincianos” en la feria del libro Ricardo Palma. Compartiendo la mesa con la congresista Maritza Glave Remy presento mis comentarios a una obra que resume una vocación de vida y hasta cierto punto constituye una obsesión del autor sobre los Grupos de Poder Económico (GPE) en el Perú. ¿Quiénes son?, ¿dónde están?, ¿cómo se enriquecen?, ¿qué piensan?, son éstas algunas de las interrogantes que se plantean en el libro, que constituye un aporte cualitativo en las ciencias sociales de nuestro país.

                                                 Diario Uno

Como toda obra original tiene sus particularidades, sus fortalezas y debilidades, una de ellas por ejemplo es el no considerar a importantes GPE como los Belmont que participan en el negocio de la belleza, y que aparecen entre los más ricos del Perú según la revista especializada Forbes, o a los mineros del grupo Hochshild que ocupan el segundo productor mundial de plata con sus unidades de Arcata, Ares, Pallancata, e Inmaculada, fuera de su participación en la industria cementera a través de Cementos Pacasmayo, entre otras actividades.  

El autor ha seleccionado seis grupos económicos limeños como los Romero, Brescia, Benavides, Graña y Montero, Rodríguez Pastor, y seis grupos provincianos de surguimiento más reciente, tales como los Rodríguez, Añaños, Huancaruna, Acuña, Dyer, Flores. ¿Qué tienen de semejanzas y diferencias estos llamados grupos de poder económico? Se interroga el autor si podrán seguir creciendo ahora que ha pasado el ciclo expansivo de la economía con los buenos precios de las materias primas, o si podrán asumir sus compromisos de deuda como sería el caso de los Añaños que se endeudaron en el pasado reciente con dólares baratos para financiar su expansión internacional.

Después de todo según testimonios recogidos por  Francisco Durand los provincianos podrán ser “cholos con plata”, vivir en los barrios más exclusivos de Lima, tener a sus hijos en los mejores colegios, pero difícilmente podrán ser aceptados como socios en el encopetado Club Nacional. Podrán tener riqueza pero socialmente no serán incorporados a la elite económica, política y social limeña.

En tal sentido, resultaría extraño constatar por ejemplo que el “señor de señores” de fe, fama y fortuna como Dionisio Romero Seminario pueda hacer negocios conjuntamente con César Acuña Peralta, el empresario y político célebre, autor original sin calco ni copia de la frase de que “hay plata como cancha” en la promesa de asalto a  las arcas regionales de La Libertad por parte de sus partidarios de la “Alianza para el Progreso”

CONCLUSIONES PRELIMINARES

A nivel de conclusiones más significativas después de estudiar a los GPE seleccionados, los limeños y los provincianos, el autor señala que por primera vez en la historia económica del Perú, se ha “democratizado” el mercado en el sentido de mayores oportunidades de hacer negocios no solamente en la ciudad capital y acumular, en parte por las políticas económicas más abiertas gracias a la globalización, privatización de las empresas públicas, apertura comercial y desregulación.

Sin embargo, esta “democratización del mercado” de ninguna manera significa una democratización de la sociedad peruana, que sigue arrastrando las taras de la llamada “herencia colonial”, la discriminación, la exclusión, las políticas de privilegio que se expresan en la célebre frase del autor de “las puertas giratorias”, donde se puede ser presidente de la República, ministro o alto funcionario de estado y cumplido el ciclo con una serie de leyes a pedir de boca y volver al sector privado, al grupo de poder económico y su esfera de influencia. Un reciclaje profesional sin mayores complicaciones como bien sabe PPK.

Una expresión de esta ausencia en la democratización de la sociedad se hace evidente pues entre estos dos tipos de Grupos de Poder Económico”, los limeños algunos descendientes de la vieja aristocracia y los provincianos, “existe escasa o ninguna relación, que cada uno va por su lado, y que incluso a nivel gremial, que debería ser un espacio de convergencia, han desarrollado expresiones diferentes (….) Esta falta de cohesión tiene consecuencias. No permite a la élite económica del poder empezar a constituirse como una clase no solo dominante sino dirigente, al punto que puedan moldear y mantener, es decir, idear un orden social que los favorezca como principal élite económica nacional, que los legitime ante el resto y evite que en coyunturas críticas sus intereses queden seriamente amenazados(….) Una cosa es liderar la economía, tener influencia política sobre el estado, y otra liderar la sociedad, lo que requiere dirección colectiva y compromiso con el país. (página 339)

Estas dos conclusiones centrales en el libro de Paco Durand, la falta de una democratización de la sociedad, a pesar de una expansión de los mercados que ha permitido la presencia de GPE provincianos que sería impensable treinta años atrás. Igualmente la ausencia de una clase dirigente que tenga un proyecto de país en el largo plazo, que nos permita alcanzar el desarrollo para superar las profundas desigualdades económicas, sociales y culturales, pues el mercado no lo resuelve todo.

En tal sentido, la lectura del libro como toda obra de trascendencia histórica plantea interrogantes válidas que invitan a la reflexión, pues el autor es heredero de una preocupación que tuvo antecedentes en la obra de Jorge Bravo Bresani, Favre, Borricoud, Carlos Malpica, Espinoza Uriarte, Eduardo Anaya entre otros, que entre los años sesenta y noventa del siglo pasado investigaron sobre el problema y las posibilidades de los GPE.

LOS DUEÑOS DEL PAÍS

Un primer alcance que me suscita la obra está en relación a la dinámica de los GPE. Si bien el capitalismo secreta, produce GPE, como secreta crisis económicas, abusos de mercado, desigualdades, pues es imposible pensar un desarrollo del capital, de la producción que no lleve a la concentración y centralización de la producción, de la propiedad y de los ingresos. Es una ley económica objetiva de la acumulación que no depende de la voluntad personal y que es deber del estado regular, en razón del bienestar general.

Por ello existen GPE en los países desarrollados, en USA, en Francia, como en los países de América Latina. En el Brasil, Odebrecht era hasta antes del escándalo de corrupción uno de los principales grupos de poder económico con una estrecha cercanía a los gobiernos en especial de Lula, como lo es también entre otras las empresas Vale, Votorantim que operan en nuestro país.

Por principio, los GPE no son ni malos ni buenos “per se” como plantearon algunos asistentes a la masiva presentación del libro. Es el capitalismo un sistema perverso, enfermo y los grupos expresan sus intereses de maximizar sus utilidades con una férrea necesidad. En tal sentido, en nuestro caso es la propia debilidad del estado, la captura del mismo por el gran capital lo que explicaría la falta de regulación ante el dominio de mercado por parte de los privados, y son sus excesos en la concentración en la producción y propiedad de los GPE, lo que constituye el problema por superar.

Ello es así por la captura del estado por parte de algunos grupos de poder económico (GPE) que se constituyen en los “dueños del Perú” parafraseando a Carlos Malpica. En tal sentido, tiene plena razón Paco Durand cuando escribe que: “La calificación de “dueños del país” no se refiere al hecho que los GPE tengan poder económico sino que traducen sus recursos materiales en influencia política, al punto que les permite “adueñarse del país” empezando por el Estado, y gozar de una extrema influencia gracias a una riqueza que opera en una sociedad donde están rodeados de pobreza” (pp 63)

En verdad, el aporte del libro sobre los niveles de concentración, su influencia sectorial, el control del sistema financiero pues los GPE como Romero, Brescia, Rodríguez Pastor tienen una presencia fundamental en los principales bancos del país Crédito, Continental y Interbank, debiera ser el punto de partida para entender la política económica, y la base para la reflexión teórica.

LOS APÓSTOLES SON MORTALES

Si bien el santoral podría parecer limitado, la calificación de “apóstol” de la economía peruana tiene una justificación más política pues a fines de los años ochenta del siglo pasado ante el derrumbe del “modelo heterodoxo” del primer gobierno aprista, con la inflación desbocada, un menor crecimiento, y sobre todo falta de inversiones privadas, esa fue el adjetivo que se usó para justificar la fallida estatización de la banca privada.

Han pasado un poco más de 30 años que en el largo plazo, apenas significa una generación y de los 12 Apóstoles del primer gobierno aprista sobreviven los grupos Romero, Brescia, Benavides, Ferreyros, y el grupo Graña Y Montero se debate entre la vida y la muerte, en la sala de cuidados intensivos en razón de su asociación con la corrupción de la brasileña Odebrecht.

Por ello, cabe preguntarse sobre la dinámica de los grupos de poder económico, su surguimiento, crecimiento, y crisis, pues algunos se fortalecen otros se licuan en el mercado. En este período hemos sido testigo de cómo algunos GPE han perdido poder, se han licuado, y/ o han sido absorbidos por empresas más poderosas tales como los Wiese, Picasso, Lanatta Piaggio, Bentín, Raffo, Nicolini, D’Onofrio, Wong, Lindley, Letts Colmenares etc.

Un caso reciente y emblemático pues está asociado a la Corporación Lindley principal empresa en el negocio de bebidas y gaseosas con un control del mercado del 67 % que en setiembre del 2015 ha sido comprada por la transnacional mexicana Arca Continental, donde el valor de la mayoría accionaria del 61 % se transó por más de 970 millones de dólares.

Lo paradójico del comportamiento de los GPE limeños como el llamado grupo Lindley es que en el precio pagado se incorporaban US $ 150 millones como una cláusula de no competencia en el mercado peruano de bebidas por parte de la familia Lindley. A ello se sumaba el acuerdo de comprar el 3.85 % de las acciones de la transnacional mexicana que fueron valorizadas en US $ 400 millones.

Si bien esta transnacional opera en México, Ecuador, norte de Argentina, Perú, y el medioeste de USA, con perversas prácticas laborales, abonando salarios miserables, esta compra/venta constituye una radiografía de la realidad de los GPE en nuestro país. El grupo Lindley de ser “cabeza de ratón en el Perú, ahora es la cola de león” de una gran transnacional donde la Coca & Cola tiene la mayoría accionaria donde domina y exprime a los trabajadores.

EL SECTOR ENERGIA Y MINAS

De los 12 Apóstoles estudiados solamente tres operan en el sector más importante de la economía peruana, que genera las más altas tasas de rentabilidad, gracias a la apropiación de la renta diferencial, los bajos salarios pagados y exiguos compromisos ambientales.

El grupo minero más importante sería según el autor el GPE Buenaventura S.A. de los herederos de don Alberto Benavides de la Quintana que desde mediados de los años cincuenta del siglo pasado, siendo un alto funcionario de la Cerro de Pasco Corporation, pudo independizarse, asumir riesgos, con una serie de compromisos de deuda, y adquirir una mina de plata como Julcani en Lircay/Huancavelica que se convirtió en la fuente original de acumulación del grupo.

Hoy este GPE que produce oro y plata en su mayor parte,  está considerado como uno de los más importantes a nivel mundial, y su crecimiento  está asociado a la privatización de las empresas del estado iniciado en los años noventa del siglo pasado, en especial con los derechos mineros de lo que fue Centromín, y un punto fundamental está en relación a su participación en la Bolsa de Valores de Nueva York, con la finalidad de levantar capitales que permitan la financiación de sus operaciones.

El otro es el grupo Brescia que con la explotación de estaño en la unidad de San Rafael de Minsur se convirtió en el principal productor de estaño, desplazando a un segundo lugar a la producción boliviana. Gracias a los excedentes de la minería este GPE pudo financiar su participación en la privatización del Banco Continental y diversificarse a una serie de actividades que van desde el sector alimentos, inmobiliario, industriales etc.

Por último, el otro GPE que se debate entre “la vida y la muerte” es Graña y Montero, que desde inicios de los años 90 del siglo pasado opera los yacimientos petroleros de los lotes I y V que fueron de PetroPerú y que gracias a la elevada rentabilidad del sector de hidrocarburos pudo financiar su expansión.

Hoy Graña y Montero detenta las operaciones en los lotes I, V, III y IV. Tiene una participación importante en el gasoducto de Camisea, y administra los terminales de PetroPerú en un contrato lesivo a los intereses de la petrolera estatal. Y evidentemente está siendo duramente cuestionado por su asociación con Odebrecht en la construcción fallida de lo que fue el Gasoducto del Sur Peruano.

En verdad, los grupos de poder económico tienen una participación minoritaria en el sector de energía y minas, el más rentable de la economía peruana, y son considerados como socios estratégicos por parte de las grandes transnacionales mineras y energéticas, algo así como socios menores por su conocimiento, influencia y relaciones en el país.

En resumen, estamos ante un gran libro de lectura obligatoria para entender el funcionamiento de la economía peruana, y esperamos mayores investigaciones sobre los grupos de poder económicos que no han sido tratados en este trabajo. Ello es importante para develar, sacar a luz el secretismo de las grandes empresas nacionales e internacionales que operan en el país. Este es un desafío un problema y una posibilidad para hacer del Perú un país moderno y democrático.



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