martes, 1 de octubre de 2019

MINERÍA CON CRECIENTES EXPORTACIONES


ESTADO MISIO A PESAR DE CRECIENTE RIQUEZA
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
A pesar de la “crisis política” expresada en la confrontación entre un ejecutivo sin norte y el prepotente aprofujimorismo que, arrinconado en el pasado, ha resucitado gracias a la inopia e incapacidad presidencial. Digo que a pesar de ello, el debate sobre la necesidad de promover una “nueva ley general de minería” concentra el interés, y todavía tiene vigencia.
Así, a propuesta del Ministerio de Energía y Minas se ha constituido una junta de expertos y notables que en menos de cuatro meses tendrán que evacuar algún informe sobre el qué hacer minero. Espero que no sea un saludo a la bandera, para ganar tiempo.
Igualmente el Instituto Peruano de Economía (IPE) que siendo un organismo abscrito al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), más parece una extensión de la “Sociedad de Minería”, por la absoluta coincidencia de puntos de vista entre los intereses del IPE y el capital minero.
En el mismo sentido, finalizado el evento de Perumin en la ciudad de Arequipa, uno de los eventos mineros más importantes a nivel mundial, que ha sido opacado por la extensión de los conflictos sociales, que al decir de algunos de los expositores del propio certamen sobre seguridad, resultan monitoreados por extremistas, y  poco le faltó decir que los pobladores del Valle del Tambo, serían terroristas encubiertos miembros del MOVADEF
Lo cierto y evidente que esta relativa calma por la oposición a las inversiones en proyecto de Tía María en Arequipa, más la extensión de los conflictos sociales en la zona impactada al proyecto de Las Bambas (Apurímac/Cuzco), por una población campesina que exige la construcción de un mineroducto, por estrictas razones ambientales, será superada.
Así, en el sector se espera un pronto recrudecimiento de los problemas sociales provocados directamente e indirectamente por la explotación minera. En tal sentido, poco o nada tiene que ver una nueva ley general de minería, que dicho sea de paso necesitaría dos legislaturas en el Congreso de la República con mayoría calificada para poder aprobarse, previo proyecto de ley presentado, que por la crisis política parece difícil de cumplir.
Es decir, los conflictos tenderán a extenderse y lamentablemente no existe una política de Estado, multisectorial a nivel de gobierno para prevenir, gestionar y resolver los conflictos provocados por la actividad minera. Ello resulta lamentable pues se trata de una inversión necesaria para el país que explica en parte el crecimiento económico del país pero al mismo tiempo genera una serie de conflictos sociales.
Siempre hemos apostado por una minería social, ambiental y tributariamente responsable, con el mayor de “valor de retorno” que capitalice el país, con mejores salarios, compras locales e industriales y sobre todo con una mayor contribución fiscal.
FISCO LIMITADO
El cuadro y la gráfica “La Actividad Minera entre el 2004 al 2018, donde se comparan los ingresos fiscales en relación a los ingresos de exportación” resume y expresa la realidad fiscal frente a los ingresos de exportaciones en los quincve años transcurridos 2004 al 2018 que expresa un mix de años de bonanza 2004/2012 con precios altos, y años “de vacas flacas” entre 2013 al 2018 con precios normales, es decir todavía rentables y atractivos para la inversión minera.
Según el cuadro presentado entre el 2014 al 2018 el fisco ha captado directamente por concepto de impuesto a la renta la suma de US $ 20,894 millones de dólares, es decir casi 21 mil millones frente a los US $ 301 mil millones de dólares obtenidos por exportaciones. Ello representa apenas una participación del 6.9%
Ello es así por la serie de beneficios tributarios que tiene el sector, que estaban justificados en el pasado, en los años noventa del siglo pasado , cuando el país era considerado un “paria financiero” por las aventuras populistas de los años ochenta. En 1992 el país no captaba ni 25 millones de dólares por concepto de inversiones en razón de la guerra interna y la crisis económica. Ahora capta según el año montos superiores a los US $ 8 mil millones en promedio anual.
Por ello hasta cierto punto de vista las ventajas tributarias concedidas al sector minero tenían una justificación, que hoy resultan lesivas y perniciosas al interés público, pues el fisco no está captando los suficientes recursos vía impuesto y otras partidas, para asegurar una salud y educación de calidad, y sobre todo la necesaria seguridad ciudadana que se ha convertido en el principal problema social.
OTROS RECURSOS
Como resulta evidente en el cuadro respectivo, después del impuesto a la renta metálica, que en otros países se denomina impuestos a las ganancias aparecen una serie de partidas tales como las viejas y nuevas regalías mineras, el aporte voluntario que tuvo una vigencia del 2007 al 2011, más los derechos de vigencia.
A ello se deben sumar el denominado gravamen especial a la minería (US $ 1,079 millones), y el impuesto especial a la minería (US $ 1,010 millones) que prácticamente se aplican desde fines del 2011 con el llamado nuevo marco tributario durante el gobierno entregista del Comandante ® Ollanta Humala.
Tanto las viejas regalías captadas entre el 2005 al 2018 por un valor de US $ 1,455 millones como las nuevas regalías aplicadas desde fines del 2011 que sumaron un valor de US $ 1,426 millones, como el gravamen y el impuesto extraordianario minero, tienen el carácter de gasto deducible, es decir se descuentan en la determinación del impuesto imponible para fijar la tasa del impuesto a la renta.
Por ello, se puede decir que tanto las viejas y nuevas regalías, como el gravamen e impuesto especial se pagan al fisco pero se deducen, se  restan para determinar la renta imponible. Es decir, ¡el capital minero con un bolsillo abona y con el otro bolsillo recupera, pues paga un menor impuesto a la renta!
Por ello, sería interesante que la SUNAT, el IPE, el MEF y MINEM le digan al país cuánto le cuesta al país mantener una serie de beneficios tributarios, exoneraciones, devoluciones, donde los gastos tributarios deducibles son tantos que disminuyen el impuesto a la renta recaudado de forma dramática, restando recursos al Estado para el cumplimiento de sus fines.
MÍNIMA PARTICIPACIÓN
El total de ingresos fiscales directamente recaudados en el período 2004 al 2018, es decir en 15 años resultan equivalentes a los US $ 27,568 millones de dólares, por los diversos conceptos considerados, impuesto a la renta, viejas y nuevas regalías, gravamen, impuesto especial, aporte voluntario y derechos de vigencia.
En la misma lógica en el mismo período los ingresos de exportación han sumado los US $ 301 mil millones de dólares sean por las exportaciones de cobre, oro, plata, zinc, plomo, hierro, estaño que básicamente se venden en los mercado internacionales como materias primas, como concentrados que tienen precios menores en relación a los metales refinados.
En tal sentido la participación fiscal, ingresos fiscales entre exportaciones, US $ 27,568 millones entre US $ 301 mil millones tiene un cociente de 9.16 % Ello significa que por cada 100 dólares de ingresos de exportaciones el fisco captura apenas 9.16 dólares, es decir algo más nueve dólares.
Ello resulta desde todo punto de vista insuficiente para un Estado preñado de múltiples necesidades e incapaz de resolver las necesidades sociales de las mayorías nacionales.
Incluso esa participación fiscal sería menor si se considera el íntegro de la producción que se destina a la exportación como la que se destina al mercado interno. Así, por ejemplo, la producción de las empresas zinqueras como de la Mra. Volcan, y/o Milpo/Atacocha, Cerro Lindo que ahora se denomina NEXA Resources Perú SAA, controladas por capitales brasileños de Votorantim, en un porcentaje mayor al 20% se destinan al mercado interno.
Es decir, si se considera el total de los ingresos mineros, sea por las ventas externas como las ventas internas, esta participación se hace menor, lo cual demuestra la precariedad fiscal.
Por ello, si el sector más importante de la economía como lo es la minería metálica apenas contribuye con el 9.16 % de los ingresos recaudados por exportaciones, estamos ante fisco misio, con limitaciones presupuestales para cumplir con su rol de Estado.
EPÍLOGO
En verdad, más que la necesidad de una nueva ley de minería, debiera analizarse la conveniencia o no de mantener una serie de beneficios tributarios que tiene la minería, que constituye el sector más dinámico, y el más importante captador de inversión extranjera, que genera en promedio el 60 % de los ingresos de exportación del país.
Por ello, cualquier reforma debiera pasar por un análisis de costo/beneficio sobre un patrón de acumulación minero aplicado desde 1992 a la fecha, con un blindaje tributario que ha permitido una creación de riqueza que no ha sido distribuida con equidad, con el propio Estado que a nombre de la Nación es el titular de los recursos mineros, ni con los trabajadores.
Por tal resulta de necesidad pública reconocer las crecientes utilidades que ha obtenido el capital privado a costa de una privación de ingresos fiscales que sería intolerable en otros países como Canadá, Australia y la misma USA, donde la tributación minera es mayor si se suman los impuestos, royalties estaduales y federales.
De allí, la necesidad de un nuevo marco tributario, pues el aplicado el 2011 ha resultado una farsa para los intereses del país, y a las pruebas me remito, pues ahora producimos más de dos y medio de toneladas de cobre equivalente, cuando antes de esa fecha apenas se llegaba al millón, y el fisco tiene menores impuestos e ingresos.
Por tanto, el estudio de la rentabilidad minera resulta fundamental, de allí la necesidad de estimar el excedente económico, que incluye utilidades, depreciaciones, amortizaciones y una serie de gastos deducibles que se traducen en menores impuestos. En tal sentido, la historia y la realidad demostrará que tal modelo de crecimiento minero resultará inviable.









DE LA BONANZA MINERA A LAS VACAS FLACAS


PERÚ: POR UNA NUEVA TRIBUTACIÓN MINERA
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Está en debate la necesidad de revisar, cambiar, modificar o proponer una nueva ley de minería que sustituya a la vigente, que nos rige desde 1992 a la fecha. En verdad, no se trata de maquillar una ley que ya cumplió su ciclo, con todos sus efectos positivos y perversos, pues así son las cosas en la realidad, la “carne sale con hueso”
Después del último discurso presidencial del 28 de julio a la fecha se está generando un debate más político que técnico, sobre la necesidad de un nuevo marco tributario para la minería que rebasa los marcos estrictamente legales de una nueva ley de minería, pues se trataría de analizar la tributación de un sector que considero el más importante de la economía peruana, que no está contribuyendo con el fisco lo suficiente, en relación a la riqueza creada, y los beneficios tributarios tienen mucho que ver en el asunto.
Es decir, el estado no está percibiendo los ingresos suficientes de un sector que genera una gran renta diferencial por recursos agotables y no renovables en el tiempo. Se trata de un sector formal que tiene uno de los costos comparativos más bajos en el mundo, tanto en salarios, tributos y costos ambientales. De allí el interés de empresas transnacionales de invertir en el país a pesar de los conflictos sociales y la crisis política.
Pero también se trata del sector minero que se caracteriza por una grave explotación informal e ilegal, y por tanto evasora de impuestos y regalías en especial en la explotación aurífera, como se ha mencionado en artículos anteriores, con una dramática afectación ambiental. Al 2018 casi dos millones de onzas de oro se exportan pero no se reconocen los productores directos de dicha producción. ¡Y, así queremos integrarnos a la OECD!
Se puede discutir el debate de “agitar el gallinero” en una coyuntura de crisis política, donde un Presidente de la República debilitado propone al Congreso del país un adelanto de elecciones, con el cual se puede estar de acuerdo o no, y analizar sobre su carácter constitucional, mientras la economía languidece y se traban las inversiones en los sectores extractivos, construcción, infraestructura etc. en gran parte explicados por el flagelo de la corrupción.
En este contexto político interno, de “crisis política”, el análisis del marco tributario resulta evidentemente un problema de prioridades por resolver. Si a ello se agrega las tormentas borrascosas de la economía mundial, con una extensión de la pugna por la hegemonía mundial entre la China Popular y los Estados Unidos, resultaría más importante la adopción de medidas anticrisis y anticíclicas para lo que se viene, una recesión de la economía mundial, y un menor crecimiento interno.
La minería es un sector tomador de precios internacionales, con una grave informalidad, donde el país debe competir con Chile, México en la región por atraer inversiones extranjeras. Por ello, resulta sorprendente que haya sido el primer mandatario el que cuestione la tributación del sector minero, que aparentemente expone un gran poder económico y mediático.
En todo caso al margen de la pertinencia del debate sobre la tributación en el sector minero, presento un cuadro resumen de los ingresos fiscales percibidos entre el 2004 al 2018, que por razones expositivas hemos resumido para no agotar al amable lector.
UN ESTADO MISIO
El cuadro en mención lleva por título “Perú: Participación Porcentual de los Ingresos Fiscales Comparado con los Ingresos por las Exportaciones Mineras”, expresado en millones de dólares, que por razones expositivas los reducimos en el período 2004 al 2018, considerando dos subperíodos 2004 al 2012 con bonanza de precios y el subperíodo 2013 al 2018, con precios menores con excepción del oro.
Para ambos períodos se están considerando los diversos ingresos fiscales directos por varios conceptos siendo el más significativo el impuesto a la renta regularizado que paga el sector de la minería metálica. Por tanto no se incluye la minería no metálica, ni la cementeras que debieran ser mejor fiscalizadas.
Para el año 2004 cuando se elevan los precios del cobre y oro, entre otros productos mineros, el fisco solamente percibía el impuesto a la renta y los derechos de vigencia como ingresos directamente recaudados. Expresados en dólares por impuesto a la renta se captó US $ 290 millones de dólares y por los llamados derechos de vigencia se obtuvo US $ 26 millones.
Se debe tener en cuenta que los derechos de vigencia son aquellos pagos que realizan los titulares mineros al INGEMMET para retener la posesión de las concesiones mineras, para que sean exploradas para luego pasar a la fase de explotación si las reservas justifican la explotación comercial.
También se debe tener presente que los precios del cobre en el 2004 eran equivalentes a US$ 1.20 por libra, y la producción para la exportación fue registrada en las 941 mil toneladas métricas. Si se tiene presente que una tonelada representan 2,204 libras aproximadamente se pueden hacer las equivalencias respectivas.
De la misma forma los precios del oro para el 2004 se valorizaban en US $ 407 dólares por onza troy y los volúmenes de exportación arribaban a los 5,956 mil onzas, léase cinco millones nuevecientas cincuenta y séis mil onzas.
Ello significa que los ingresos directamente recaudados por fisco, por impuesto a la renta y derechos de vigencia, fueron por sumas equivalentes a los US $ 316 millones de dólares que representaban el 4% en relación a las exportaciones mineras, que para dicho año sumaron los US $ 7,124 millones.
Si se tiene presente que las exportaciones de cobre (US  2,481 millones) y oro (US $ 2,424 millones) explican el 69 % de las exportaciones totales, podemos afirmar que por cada 100 dólares de ingresos por exportaciones, el estado captó apenas 4 dólares. Ello prácticamente en los inicios del “boom minero”, gracias a la demanda de la economía china que presionó a los precios de los metales al alza, contra todo pronóstico, se podría afirmar que el dinámico crecimiento de la economía china salvó a la economía mundial de una recesión.
2012: FIN DE LAS VACAS GORDAS
Entre los años 2004 al 2012 los precios y los volúmenes de exportación no cesaron de crecer, como que también aumentaron los ingresos fiscales, que prácticamente pasaron de los US $ 316 millones para sumar los US $ 3,275 millones, más de 10 veces, gracias a un incremento del impuesto a la renta captado, y a la vigencia de nuevas figuras tributarias como las regalías y el aporte voluntario que tuvo una vigencia temporal del 2007 al 2011.
En este período los precios del cobre transitaron en el 2004 de un valor de US$ 1.20 por libra, a un valor de US $ 3.46 dólares la libra, es decir se incrementaron 1.88 veces, es decir experimentaron una variación del 188%
También la producción de cobre para la exportación subió de un equivalente en el 2004 a las 941 mil toneladas métricas para llegar al 1,406 mil toneladas en el 2012. Es decir, la producción exportada del metal rojo se incrementó en un 49 %, gracias sobre todo a la segunda ampliación de la Mra. Cerro Verde que opera en Arequipa.
ORO POR LAS NUBES
De la misma forma los precios del oro para el 2004 se valorizaban en los US $ 407 dólares por onza troy y treparon en el 2012 a un precio promedio de US $ 1,672 dólares, es decir se multiplicaron por más de cuatro veces, gracias a sus funciones de reserva de valor, y atesoramiento ante los efectos de la crisis del 2008/2009.
Es más, los volúmenes de exportación aurífera que sumaron los    5,956 mil onzas, léase cinco millones nuevecientas cincuenta y séis mil onzas, se incrementaron a un nivel de 6,427 mil onzas. Es decir, hubo un incremento absoluto de 471 mil onzas en relación al 2004.
Por tanto, el efecto combinado del incremento de la producción y sobre todo de los precios del oro, explican el incremento del valor de exportación aurífera de US $ 2,424 millones de dólares en el 2004 para llegar a un valor de US $ 10,746 millones de dólares, equiparando prácticamente los ingresos de exportación del cobre.
En este período se verifica ya de forma creciente la diferencia entre la producción de oro exportado y la producción de oro declarado ante el ministerio de energía y minas por los productores formales. En la medida que el precio del oro se dispara, también se incrementa la rentabilidad del oro y el atractivo por la producción  ilegal e informal sube, el mismo que tiene graves consecuencias ambientales y fiscales pues estos volúmenes de oro informal no abonan impuestos ni regalías.
SE INCREMENTA LA PARTICIPACIÓN FISCAL
Para el  2012, el último año de las “vacas gordas” los ingresos fiscales llegaron a una cota alta para sumar los US $ 3,275 millones de dólares un poco menos a los obtenidos en el 2011 que arribaron a su máximo para alcanzar los US $ 3,448 millones de dólares.
Es también, el período donde se hicieron cambios en materia tributaria  con el establecimiento del gravamen minero para las empresas mineras que tenían contratos de estabilidad jurídica y tributaria vigente; también se creó el impuesto especial a la minería para las empresas mineras sin contratos de estabilidad, y se cambió la forma de fijar el valor de las regalías mineras. Todo ello a fines del 2011 a inicios del gobierno del humalismo.
Ello significó que los ingresos directamente recaudados por fisco el 2012, tanto por impuesto a la renta (US $ 2,448 millones), gravamen minero (US $ 357 millones), impuesto especial (US $ 167 millones) más las  regalías mineras nuevas (US $ 217 millones) y derechos de vigencia (US $ 81.6 millones), representaron  sumas equivalentes a los US $ 3,275 millones de dólares .
Estos ingresos directamente recaudados por el fisco, US $ 3,275 millones  representaron el 12% en relación a las exportaciones mineras, que para dicho año sumaron los US $ 27,467 millones. Es decir, que por cada 100 dólares de ingresos de exportaciones el fisco se quedó con 12 dólares, cantidad insuficiente por más que la Sociedad de Minería diga lo contrario.
2013/2018: VACAS FLACAS CON MÁS PRODUCCIÓN
En este período se verifica una tendencia general a nivel internacional de menores precios de los productos mineros. Así, la libra de cobre bajó de US $ 3.46 en el 2012 a US $ 2.74 dólares la libra, con tendencia a seguir disminuyendo, pues en los primeros siete meses del 2019 el promedio bordea los US $ 2.53 dólares la libra del metal rojo.
Para el mismo período, se constata la misma tendencia en el caso del oro. Así, la onza de oro bajó de US $ 1,672 en el 2012 a US $ 1,269 dólares la libra, con tendencia a una recuperación en el precio en razón de las expectativas por una recesión mundial, y la función de reserva de valor y atesoramiento presionan que al aumento del precio del oro.
Debiera ser evidente que la forma de enfrentar estas tendencias a la baja en los precios internacionales por el lado de las empresas, es con el aumento de la producción. En tal sentido, el salto cuantitativo del cobre es notable en el período pues se pasan de 1,404 mil toneladas en el 2012 a más de 2,488 mil toneladas en el 2018, con tendencia al aumento.
Este sustantivo incremento de la producción de cobre de más de un millón de toneladas adicionales se debe a la maduración de nuevos proyectos como Las Bambas, Toromocho, Constancia y a las ampliaciones de Mra. Cerro Verde, Antapaccay especialmente.
Lo mismo acontece con la producción para la exportación de oro que transita de 6,427 miles de onzas en el 2012 a 6,513 miles en el 2018. Sin embargo, el incremento más significativo es en la producción de hierro que pasa de los 10 millones de toneladas en el 2012 a los 15 millones en el 2018. Es decir, experimentan un incremento del 50 %.
Esta mayor de producción es posible con una mayor explotación de la fuerza de trabajo, con la tendencia al pago de menores salarios relativos, con una intensificación de la mano de obra contrata, ampliaciones en la jornada de trabajo y aumento de la productividad del trabajo.
Es decir, se persiste con las políticas de “cholo barato” que es una de las claves explicativas de la llamada “ventajas comparativas” que hace atractiva la inversión minera, la cual  debe sumarse a la baja presión tributaria de la minería formal más la grave informalidad sobre todo en la producción aurífera.
RESUMEN
Para el 2018 como resulta evidente en el cuadro respectivo se cae el impuesto a la renta recaudado pese a una mayor producción metálica para la exportación como también se derrumba el “gravamen minero” por el término de algunos contratos de estabilidad mineros, y la disminución de la producción aurífera en Mra. Yanacocha y Mra. Barrick por el factor agotamiento, entre otros considerandos.
Lo cierto es que en el 2018 todos los ingresos fiscales directamente recaudados por la actividad minera formal suman los US $ 2,111 millones de dólares que en relación a los ingresos de exportación mineros que fueron equivalentes a los US $ 28,823 millones de dólares. Es decir representan apenas el 7 %. Ello significa que por 100 dólares de exportaciones el fisco recibe apenas 7, lo cual no alcanza para una función estatal eficiente, por más que la Sociedad de Minería diga lo contrario.
En verdad, antes de cambios por una “nueva ley de minería” se debiera combatir la grave informalidad en la producción aurífera, incrementar la participación del fisco en la renta minera con aumentos en los derechos de vigencia, y sobre todo eliminar los beneficios tributarios y los contratos de estabilidad jurídica mineros que hasta el propio Banco Mundial, considera indebidos blindajes tributarios.






LA MALDICIÓN DEL TESORO DE ATAHUALPA


SUBE EL PRECIO DEL ORO Y DISMINUYE LA PRODUCCIÓN FORMAL

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

El precio internacional de la onza de oro supera ya la barrera de los US $ 1,540 dólares con tendencia al incremento gracias a la incertidumbre de la economía mundial, la proximidad de una recesión económica, menores tasas de crecimiento de la economía mundial, la extensión y profundidad de la confrontación de los Estados Unidos de Norteamérica de Trump con su bravatas frente al creciente poder emergente de la China Popular.
Mientras los precios internacionales del cobre tienden a la depresión por debajo de los US $ 2.50 la libra, los precios del oro se han disparado gracias a las funciones de reserva de valor, a su función de atesoramiento frente a la creciente riqueza financiera y especulativa que caracteriza al capitalismo del siglo XXI.
Esto que podría ser una buena noticia para la economía peruana, para apuntalar los proyectos auríferos formales no deja de ser preocupante por la mayor participación de la minería ilegal e informal en la explotación aurífera en nuestros país. ¡Ni el Apu Pariacaca, célebre nevado en Yauyos símbolo de la religiosidad andina se salva de ser explotado por la obtención del maldito oro!
MINERÍA ILEGAL
Esta minería ilegal e informal que no paga impuestos ni regalías y que contamina impunemente el medio ambiente, se extiende por todo el país como una alternativa a la pobreza campesina, pues si con precios superiores a los US $ 800 dólares la onza esta minería es rentable, con precios de US $ 1,540 es superentable.
Esta nociva actividad informal e ilegal es altamente contaminante pues en su tratamiento de separación utiliza intensivamente el mercurio, dado que existe una relación técnica, donde para obtener un kilo de oro se demanda por lo menos dos kilos y medio de mercurio que demora 100 años en disipar sus efectos nocivos.
Todo ello a  vista y paciencia de las autoridades de los gobiernos subnacionales, y organismos reguladores. Según las normas que rigen la descentralización, los gobiernos regionales son responsables de promover, fiscalizar y supervisar a la pequeña minería y minería artesanal, que se extiende como un cáncer desde las serranías de Piura hasta Puno y Madre de Dios, sin mayor crítica de las ONGs ambientalistas.
MINEM VERSUS BCRP
De allí la creciente importancia de la producción supuestamente artesanal y de la pequeña minería, pues según la información registrada en el Ministerio de Energía y Minas, la producción fiscalizada aurífera fue de 4´858 millones de onzas en el 2017 y de 4´586 millones de onzas en el 2018 respectivamente. Ver cuadro “Perú: Ranking de la Producción de Concentrados de Oro expresados en miles de onzas finas”
Esta producción formalmente registrada en el ministerio del sector se contradice gravemente con la producción aurífera que se exporta según el propio Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), como hemos señalado en otros artículos.
Se hace evidente la grave informalidad en la producción de oro, pues según el BCR) se estiman los volúmenes de oro exportado en el 2017 en el orden de los 6´494 millones de onzas finas troy, y de 6´498 millones de onzas en el 2018. Por tanto, cabe preguntarse ¿De dónde proviene la diferencia entre la producción de oro formalmente registrada y la producción aurífera exportada?
Solamente para el 2018 se registra formalmente una producción de 4´586 millones de onzas, como se puede observar en el cuadro, mientras la producción aurífera destinada para la exportación para el mismo año era de 6´498 millones de onzas.
Ello significa que existe una diferencia de 1´912 millones de onzas que no registra productor reconocido pero que se exporta sin mayores cuestionamientos por empresas formales que acopian volúmenes de oro en las provincias, operando como traders, comercializadoras que no tienen producción registrada.
Evidentemente con los precios del oro superiores a los US $ 1,500 dólares la onza esta producción de oro ilegal e informal será superior y mayor será también el daño ambiental por la precariedad y la falta de seguridad ambiental en dicha explotación, más las condiciones precapitalistas de semiesclavitud en sus operaciones.
Por tanto, la diferencia solamente para el 2018 entre el oro producido de manera informal y exportado es de 1,912 millones onzas que al precio promedio de exportación (US $ 1,400 dólares por onza) resulta una riqueza superior a los  US $ 2,600 millones de dólares que se mimetiza en una “economía negra” con evasión de impuestos y de regalías al fisco, elevados niveles de contaminación y formas precapitalistas de producción propias de la semiesclavitud, sobre todo en la producción de Madre de Dios y Puno.
MRA YANACOCHA A LA BAJA
Un análisis cuantitativo de la información expuesta en el cuadro de referencia para el 2018 en relación al 2017 es la menor producción formal de oro que se registra, donde prácticamente los principales productores auríferos disminuyen en su producción con tendencia a su depresión.
Según el cuadro  el primer productor de concentrados de oro sería la Mra. Yanacocha con una producción de 514,600 onzas en el 2018, es decir con una variación negativa equivalente al 3.76%, con tendencia a seguir a la baja,  a pesar del gran potencial minero que existe en Cajamarca.
Sin embargo, debiera ser evidente la tendencia a la baja en la producción aurífera de Mra. Yanacocha. En el 2016 producía 668 mil onzas, en el 2017 bajó a 534 mil onzas y en el 2018 siguió disminuyendo a las 514 mil onzas.
Esta menor riqueza minera aurífera agravará los niveles de pobreza, poder de compra y empleo en Cajamarca , pues serán menores los ingresos transferidos por concepto de canon y regalías, a pesar de los altos precios del oro en los últimos meses del 2019.
Prácticamente la producción aurífera de la minera Mra. Yanacocha demuestra el carácter finito de los recursos naturales y  la vigencia de la ley de los rendimientos marginales decrecientes, donde los costos unitarios resultan cada vez mayores para obtener la misma onza de oro. En realidad la producción actual resulta menor a los niveles de 1995, a pesar del gran potencial minero que existe en la región.
Ello explica la estagnación, recesión de la economía cajamarquina, los mayores niveles de pobreza sobre todo del campesinado y de los sectores urbanos que dependían de los ingresos derivados e indirectos generados por la actividad minera, al margen del canon y regalías.
BARRICK MISQUICHILCA EN CIERRE
El segundo lugar en la producción aurífera lo ocuparía la Mra. Barrick Misquichilca SA con la producción marginal de las operaciones de la unidad de Pierina en el Callejón de Huaylas, prácticamente en cierre de operaciones y de Lagunas Norte en La Libertad.
Esta minera ha dismunido dramáticamente la producción por falta de reservas, y  con rendimientos marginales decrecientes, con niveles productivos de 547 mil onzas en el 2016, de 509 mil onzas para el 2017, y de 332 mil onzas en el 2018, es decir con una variación negativa equivalente al 35 por ciento, como se puede observar en el cuadro respectivo.
Con el cierre de operaciones en la mina de Pierina que inició operaciones a mediados de los años noventa del siglo pasado, se aplicará la “ley de cierre de minas” que se aprobó en la gestión del ex presidente Alejandro Toledo, siendo ministro de energía y minas, el Ing. Glodomiro Sánchez. Prácticamente el fondo del cierre de minas en esta minera que tiene un valor superior a los US $ 200 millones de dólares debe ser invertido en remediar las tierras de la concesión minera y dejarlas aptas para la agricultura y/o ganadería.
Esta será en verdad la primera experienca de envergadura de la ley de cierre de minas, de allí el interés y la importancia de la norma en un país que acumula más de 9 mil pasivos ambientales, y donde existe una fuerte oposición a la expansión minera, sobre todo en las comunidades andinas, sectores ecologistas y líderes políticos regionales. 
MRA. ARTESANAL: DEBE SER FISCALIZADA
El tercer lugar, desde el punto de vista cuantitativo lo ocuparía la producción artesanal de Madre de Dios con 391 mil onzas en el 2017, para seguir disminuyendo en el 2018 con 296 mil onzas en razón de las políticas de interdicción e intervención con mayores penas a una producción altamente contaminante y depredadora del medio ambiente.
Si a esta producción artesanal de Madre de Dios se suma la producción aurífera artesanal de Puno con 205 mil onzas producidas en el 2017, para subir a las 219 mil onzas en el 2018, prácticamente la producción artesanal supera a la producción de las transnacionales Newmont en Mra. Yanacocha y a la producción de Barrick Misquichilca, como puede resultar evidente en el cuadro en referencia.
Esta producción minera artesanal conjunta de Madre de Dios y Puno equivalente a 596 mil onzas en el 2017 y de 515 mil onzas en el 2018 resulta en la práctica disputando el primer lugar en la produccón aurífera con una tendencia al aumento gracias a los favorables precios del metal amarillo.
Esta producción artesanal que compromete a más de 200 mil trabajadores organizados en una serie de empresas, cooperativas, con invasión de concesiones mineras, que abonan regalías anormales a propietarios ausentistas, rentistas y especuladores debe ser mejor regulada y fiscalizada por el grave daño ambiental que provoca, y las condiciones precapitalistas en el proceso de trabajo.
Es más, muchas de estas concesiones interesadamente se mantienen en el ámbito de la minería artesanal pagando minúsculos derechos de vigencia que no superan US $ 0.50 dólares por hectárea, es decir medio dólar por hectárea, y pueden acceder hasta un máximo de 100 hectáreas, utilizando maquinaria pesada, retroexcavadoras, motores, succionadoras, equipos electrógenos que escapan a la realidad  del verdadero minero artesanal.
En resumen, esta radiografía de la producción de oro amerita una profunda investigación para formalizar una actividad que permita mayores ingresos para el fisco, ante una minería ilegal e informal que se expande a nivel país como un cáncer.
También en el nuevo marco legal minero se debe analizar los diversos mecanismos que aplican las transnacionales mineras para remesar utilidades a paraísos fiscales, cuestionables relaciones entre subsidiarias y matrices, con una serie de beneficios tributarios que afectan la recaudación fiscal y las condiciones de trabajo, por la persistencia de la herencia colonial basada en las políticas  del “cholo barato”, riqueza patrimonial, estado mercantilista con corrupción incorporada.