45
AÑOS DESPUÉS
ESCRIBE: MANCO
ZACONETTI, JORGE (Investigador UNMSM)
“Entre 1950 y 1951,
encerrado entre rejas corroídas por la humedad de La Perla, en esos días y
noches grises, de tristísima neblina, leí y escribí como no lo había hecho
nunca antes y empecé a ser (aunque entonces no lo supiera) un escritor
(….. ) Además, debo al Leoncio Prado
haber descubierto lo que era el país donde había nacido: una sociedad muy
distinta de aquella, pequeñita, delimitada por las fronteras de la clase media,
en la que hasta entonces viví. El Leoncio Prado era una de las pocas
instituciones- acaso la única- que reproducía en pequeño la diversidad étnica y
regional peruana”
Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa VII Promoción
del CMLP
En
lo personal como egresado del Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP) miembro de
la XXIV octava sección, Promoción 1967/1969 debo reconocer las deudas que tengo
con un colegio militar formativo que recibía estudiantes a partir del tercero
de media, y de los cuales de sus promociones han egresado destacados
profesionales, militares, empresarios, deportistas, diplomáticos al servicio
del país.
Seguramente
a nivel intelectual el nombre de Mario Vargas Llosa (MVLL) sea el más conocido,
pues es el único galardonado con un premio Nobel en el país, y cuyo libro “La Ciudad
y los Perros” entre la realidad y la imaginación reproduce hechos, personajes,
circunstancias inspiradas en la vida cotidiana del colegio.
A
nivel intelectual como escritores también destacan egresados del CMLP como
Manuel Scorza Torres, Carlos Malpica Silva Santisteban, Herbert Morote
Rebolledo, César Hildebrant, Isaac Goldemberg Bay, Carlos Garayar, y la lista
sería mayor, etc.
Es
más, Varga Llosa en su libro “El Pez en el Agua” que tiene como subtítulo
Memorias le dedica todo un capítulo a su experiencia leonciopradina, en una
especie de balance y liquidación reconoce la importancia de su paso por las
aulas del CMLP. En ese mismo sentido, me interrogo sobre las deudas, los
pasivos que podríamos tener con el colegio militar ¿Cuál ha sido su
contribución en la vida de cada uno de sus egresados? ¿En qué medida sus
experiencias han marcado nuestras vidas?
En
nuestro caso, la pregunta resulta pertinente pues han pasado 45 años desde que
dejamos sus aulas en 1969 cumpliendo lo que se llama las bodas de záfiro, y la
promoción XXIV gracias a su junta directiva presidida por Ricardo Benavides Ramírez general (r) PNP, lo ha celebrado con un alegre
reencuentro donde asistieron 74 ex cadetes con sus respectivas parejas, de una
promoción que tuvo más de 340 egresados, de los cuales 46 han fallecido a la
fecha, y donde muchos de sus miembros radican en el exterior y en provincias, y
nos estamos preparando para celebrar las bodas de oro.
ALGUNAS EXPERIENCIAS
En
verdad, para un muchacho de 13 o 14 años la vida de internado en un colegio
militarizado tiene fundamental importancia para mal o para bien. En especial en
el primer año, donde prácticamente sobreviven los más fuertes ante una serie de
abusos, golpes en el pecho, ranas, ángulos rectos, insulsas marchas y
contramarchas, en fin prácticas de la vida militar donde los cadetes de quinto
y cuarto año, se desquitaban a su vez de los abusos heredados del pasado;
acciones todas propias de la vida militar bajo el supuesto de la formación del
carácter.
En
tal sentido, lo primero que debo agradecer al CMLP en ese objetivo de “hacerse
hombrecito” es el valerse por sí mismo, pues ya no tienes a los padres,
hermanos mayores o amigos del barrio que salgan en tu defensa. Esta experiencia
formativa te prepara para la dura vida, donde el éxito o fracaso depende del
esfuerzo personal, inteligencia, viveza en el buen sentido de la palabra.
Esta
capacidad de adaptación ahora se llama resilencia, es decir ante lo nuevo e
inesperado, la persona tiene la virtud de aprovechar los elementos positivos y
limitar los aspectos negativos. La capacidad de sobrevivencia sobre todo cuando
se tiene la condición de “perro” (tercer año), es decir, sujeto a las prácticas
muchas veces abusivas de oficiales, y de estudiantes de años superiores, denominados
vacas (quinto año) y chivos (cuarto año)
Esa
disciplina y responsabilidad en tus actos que se te impone es un activo que
permitirá asumir mayores retos en la adultez. Recuerdo al respecto al profesor
de historia universal, Buse de la Guerra, cuando reproduciendo las batallas de Napoleón
Bonaparte, diría “un segundo antes de la hora no es la hora, un segundo después
de la hora no es la hora, la hora es la hora”.
La
puntualidad en nuestros compromisos no es una práctica valorada en nuestro
país, y todavía es célebre la llamada “hora Cabana” para recordar la
impuntualidad del ex presidente Toledo, que entre resacas siempre llegaba tarde
a las obras por inaugurar.
Un
segundo aspecto que debo reconocer como deuda y aporte del CMLP a la formación
de los jóvenes se relaciona por lo menos en los años que fui cadete, con la
calidad de sus docentes. Era todo un privilegio haber tenido como profesores a
docentes que eran a su vez catedráticos de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, Pontificia Católica o Universidad de Ingeniería.
Muchos
de ellos eran profesores que tenían editados sus libros en la propia imprenta
del CMLP como el profesor de matemáticas Flavio Vega Villanueva, el de castellano
Santillán Arista, el de química Laffose, el de biología, etc.
Como
lo escribe MVLL “Había excelentes profesores, como el de historia universal -Aníbal
Ísmodes- cuyas clases yo escuchaba entusiasmado. Y el de física…” Es verdad,
todavía los egresados de la XXIV tuvimos la suerte y el privilegio de tener
profesores de primer nivel.
Si
bien algunos de nuestros compañeros se “especializaron” en sustraer de la
imprenta los exámenes cuyas copias se podían tener antes de los exámenes previo
abono en dinero o en especie, debo reconocer que la disciplina impuesta de
estudiar después del rancho de 20 a 22 horas todos los días es una práctica que
ha marcado mi vida profesional como investigador.
Como
olvidar la biblioteca del CMLP con sus viejos libros de la I Guerra Mundial
donde nació en mí el interés por el estudio de los conflictos, de las guerras
mundiales; después de todo entre la primera guerra y la segunda existe un
interludio de menos de 22 años, por ello en la historia de los conflictos en
una visión de largo plazo, para muchos historiadores se trata de un mismo
conflicto por el reparto de las esferas de influencias y luchas por los
mercados a nivel mundial.
En
tercer lugar, ante la coyuntura especial que vivimos 1967/1969 el CMLP y el
país con la experiencia política del gobierno de la fuerza armada, con el
general Juan Velasco Alvarado y las reformas sociales y económicas que
cambiaron el rostro del Perú, gozamos de ciertos privilegios.
En
especial recuerdo la noche del 3 de octubre de 1968, donde el oficial de la
compañía convocó a los cadetes de cuarto año y quinto para patrullar las calles
del Callao para prevenir los posibles desmanes o las protestas que pudiera
haber ante el golpe militar. Así, en transportes militares armados con viejos
fúsiles máuseres con una dotación de cinco cartuchos para cada uno, recorríamos
las avenidas y calles de la provincia constitucional, y no teníamos más de 15 o
16 años.
En
el mismo sentido, como nuestro galardonado literato recuerda con afecto y
aprecio sus visitas turísticas al barrio rojo de Huatica en el distrito de La
Victoria, en nuestro caso se trataba del reconocido Trocadero, nombre de un
célebre local parisino, donde se debutaba sexualmente en los burdeles del
Callao.
En
verdad, era un privilegio tener el carnet del CMLP, con quince años, con la
cabeza al rape y pasar sin problemas la seguridad de la portería, cuando otros
visitantes con 19 0 20 años eran detenidos por minoría de edad, pues había que
tener 21 años para ser considerado mayor de edad. ¡Supongo que eran las ventajas
de pertenecer a una institución militar!
Con
la Junta Militar de Gobierno las condiciones de vida, en especial el rancho
mejoró, sin embargo como olvidar la mezcla de día y noche de los frijoles con
el arroz con un pedazo de carne que parecía de suela; un plato criollo que se
conoce como “tacu tacu” era el menú por lo menos en dos días de la semana.
En
la vida militar no podía haber engreimientos a la hora del rancho, pues ante
los ejercicios diarios, los castigos, el cuerpo demandaba proteínas, calorías y
vitaminas. Por ello el desayuno, almuerzo y cena eran de los más esperados, en
especial los jueves donde había rancho especial con helados incluidos, que como
jefe de mesa se duplicaba.
En
cuarto lugar, en el marco de la formación militarizada se trataba de cumplir
con el precepto griego de “mente sana en cuerpo sano” por ello el fomento de
los deportes era una práctica obligatoria, de allí que era menester después
de las clases de la tarde practicar alguna disciplina desde el futbol, basket,
natación, ajedrez, artes marciales.
Esta
dedicación deportiva se fortaleció en el año 1969 cuando como estudiantes
internos tuvimos el privilegio de ver “in situ” a la selección peruana de
fútbol que eliminó después al seleccionado argentino en Buenos Aires con el
célebre empate dos a dos.
Ver
al maestro Didí con los jugadores que en México 70 brillaría con Perico León,
Nicolás Fuentes, Chito La Torre, el cirujano Campos, Gallardo, Chumpitaz fue
todo un privilegio. Son esas experiencias que te marcan la vida pues demuestra
que con trabajo y planificación los peruanos podemos alcanzar y lograr grandes
éxitos, como fue ir al mundial por mérito propio.
En
quinto lugar, mi promoción la XXIV fue la primera que se acogió a la formación
para oficiales de reserva luego de terminar el quinto año. Por ello, estando en
el año 1969 se abrieron las posibilidades de elegir un arma respectiva que
podría ser la infantería, caballería, comunicaciones, artillería.
En
nuestro caso, habiendo elegido el arma de artillería seguíamos los sábados en
la mañana clases de instructores en el cuartel de Pueblo Libre donde estaba el
Grupo de Artillería de Campaña Nº 2. En tal sentido fue toda una experiencia
tener 16 o 17 años y poder disparar obuses de calibre 105 que los Estados Unidos de
Norteamérica transfería al Ejército Peruano, después de haberlos utilizados en
la guerra de Vietnam.
En
mi caso, como apuntador, abastecedor, y hacer el disparo de una pieza de
artillería de esa magnitud, constituyen experiencias que uno nunca podrá
olvidar. Después de todo nos preparábamos para la guerra con Chile, para
supuestamente recuperar Arica antes del centenario de la guerra del guano y
salitre.
Este
acendrado nacionalismo que lindaba a veces con un chovinismo también ha ejercido
una fuerte influencia en nuestra formación que solamente la lectura, la
reflexión y las relaciones con amistades de países vecinos ha podido superar.
Después
de todo durante tres años 1967/1969, en la mañana, tarde y noche, repetir ¡Viva
el Perú, muera Chile y Ecuador! Ejerce una influencia, y seguramente en Chile
harían lo mismo contra el Perú. Todavía no entendemos que los problemas de
América Latina son comunes, y que la guerra que tenemos que enfrentar es contra
la pobreza y el subdesarrollo.
Por
último, el haber convivido durante tres años con camaradas y amigos de la XXIV
Promoción que a pesar del tiempo transcurrido, en especial a los compañeros de
la octava sección, tiene un sentido de fraternidad y hermandad muy profundo.
Ello
lo pude comprobar en la última reunión organizada el 13 de diciembre del 2014,
en el chifa Real Club de San Isidro donde pude ser testigo de excepción del sentimiento
leonciopradino con los reconocimientos a los destacados promocionales. En
verdad, una fiesta emotiva preparatoria para los festejos por los 50 años,
donde los lazos se deben fortalecer más aún.