martes, 28 de diciembre de 2010

PERÚ: AGENDA MINERA FRENTE A MAYORES CONFLICTOS SOCIALES

MENOR PRODUCCIÓN AURÍFERA CON PRECIOS DEL ORO POR LAS NUBES

Con el conocimiento de los candidatos presidenciales para las elecciones generales del 2011 sea quien fuere el ungido por la voluntad popular, el poder mediático y las preferencias de nuestro presidente, como Luis Castañeda, Alejandro Toledo, Keiko Fujimori, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, o Mercedes Aráoz, la agenda para el sector minero será problemática por la agudización de los conflictos sociales, la mayor conciencia ambiental, los requerimientos en el abastecimiento de agua, la necesidad de mayores ingresos fiscales frente a una franciscana participación en la renta minera, la expansión indiscriminada de la minería informal como respuesta a los extraordinarios precios del oro, como las demandas de las comunidades directamente afectadas por la expansión minera.

A ello debieran agregarse las crecientes críticas al modelo primario exportador, la necesidad de fomentar las políticas de valor agregado, para industrializar parte de la producción interna de los metales, la presencia de autoridades regionales recientemente elegidas que cuestionan el modelo de “explotación minero empobrecedor”, en especial Cajamarca, Junín, Cusco, Arequipa, Piura, Ancash.

Por tanto, las diversas proyecciones de las inversiones mineras que consideran montos superiores a los 42 mil millones de dólares en el próximo quinquenio debieran ser sometidas a un análisis más exigente y realista, para evaluar los parámetros fiscales, sociales y ambientales. Expresión de ello por ejemplo son las limitaciones que tiene Mra. Yanacocha para su expansión productiva desde el 2005 a la fecha como analizaremos a continuación.

Desde el punto de vista macroeconómico terminaremos el año con un crecimiento superior al 8% del PBI y el crecimiento del 2011 se estima mayor al 6%. Es decir, resultados positivos explicables en gran parte por la coyuntura favorable de los precios de los minerales cuyas exportaciones en el Perú constituyen más del 60% de las exportaciones totales, determinando en promedio el 40% de los impuestos de tercera categoría en el período 2005-2009. Es decir, la actividad minera que representa menos del 10% del PBI, con el 1% de la PEA ocupada genera los mayores ingresos fiscales en relación al impuesto a la renta, pero creemos que ello no resulta suficiente.

Al mismo tiempo este crecimiento económico en el sector minero está estimulando mayores conflictos sociales con una creciente oposición de la población hacia proyectos que supuestamente pondrían en riesgo la dotación de agua. En tales términos recuerdo un artículo publicado en El Comercio por el patriarca de la minería peruana don Alberto Benavides de la Quintana que se titulaba: “la minería debe sembrar agua”.

En verdad, en países como el nuestro donde históricamente el acceso y dotación del agua ha sido siempre un problema, en especial en los departamentos del sur: Ica, Arequipa, Moquegua, Tacna donde la escasez de agua es crónica, evidentemente todo nuevo proyecto minero sea Quellaveco bajo responsabilidad de AngloAmerican o Tía María de Southern Perú Copper Corp., debieran hacer uso del agua de mar para hacer viable los proyectos. En una coyuntura electoral este tema es políticamente sensible para los pobladores locales.

Debiera ser evidente que la “minería de nuevo tipo” asegure la cantidad y calidad en la provisión de agua en las zonas altoandinas, con represas, lagunas artificiales, pozos, acueductos al servicio de las poblaciones campesinas en el proceso de construcción de aliados locales. En tal sentido, las inversiones mineras deben “sembrar agua”, esta tesis lamentablemente colisiona con los principios de maximización de las utilidades y las políticas de ahorro de costos.

MAYORES INGRESOS FISCALES

Sin embargo al margen del problema del agua, los conflictos sociales y la creciente oposición a la explotación minera, existe un punto crítico relacionado con la débil participación fiscal que por ahora se limita fundamentalmente a la recaudación del impuesto a la renta, del cual el 50% se constituye por decisión del Estado en canon minero. Es decir, ¡en verdad no existe un verdadero canon minero!

Se debe mencionar que todas las empresas jurídicas y naturales abonan el impuesto a la renta, pero las empresas mineras no abonan por la extinción, agotamiento y consumo de recursos naturales no renovables como los recursos mineros.

En este punto habría que hacer una distinción entre el factor agotamiento (depletion) con las regalías que algunas empresas cargan directamente a sus costos de producción como Mra. Yanacocha, Mra. Barrick (por Lagunas Norte). Por ello sirvan las reflexiones del Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz cuando afirmaba que: “Uno puede estimar la riqueza de un país una vez incluidos los recursos que yacen debajo del suelo. Si el país extrae dichos recursos y los consume, la riqueza del país disminuye. El PBI no toma en cuenta la merma de los recursos, o si dichos recursos han sido convertidos de un activo enterrado bajo el suelo a un activo que ahora está encima del suelo. Cualquier compañía, si uno revisa sus libros contables, tomaría en cuenta la depreciación en todos los casos…”

En primer lugar, debiera ser evidente que en la contabilidad minera el factor agotamiento en algunas empresas se cargan directamente a costos, la valorización de las reservas y su disminución por año se manifiesta a través de la cuenta “amortización de intangibles”, que tienen como efecto contable sobrevalorar los costos de venta y por tanto disminuir la utilidad antes de impuestos afectando los valores del impuesto a la renta por abonar y por tanto el canon.

Si el Estado resulta el titular, el propietario a nombre de la Nación de los recursos mineros al no contabilizar el “factor agotamiento”, esto representa una merma del “stock de capital natural” del país, por tanto está dejando de percibir ingentes recursos que podrían servir para financiar la educación y salud de calidad sobre todo en las provincias.

A ello debieran sumarse las regalías que en nuestro país están definidas como una “contraprestación” por la explotación de los recursos mineros aplicadas como un porcentaje de 1%, 2% y 3% sobre el valor de los concentrados o su equivalente. Así, todas las empresas que tienen valores de producción en ventas de concentrados superiores a los 120 millones de dólares por año teóricamente debieran abonar el 3% por concepto de regalías.

Lamentablemente la debilidad e incapacidad del Estado para negociar y renegociar en los mejores términos los intereses del país, ha permitido que el llamado “cogollo minero” tales como Mra. Yanacocha, Mra. Barrick, Mra. Antamina, Mra. Cerro Verde, y Mra. Tintaya eludan el abono de las llamadas regalías mineras escudadas en el manto de los contratos de estabilidad jurídica, tributaria y administrativa. ¡Evidentemente con los altos precios del oro, plata y cobre el Estado está dejando de percibir millonarios ingresos por regalías no pagadas!

Al respecto el mismo Joseph Stiglitz afirmaba que “Si el país no está percibiendo ingreso alguno, o percibe un ingreso muy reducido porque solamente cuenta con regalías por el valor de 1, 2, o 3 por ciento, la degradación del medio ambiente puede ser superior a este ingreso” (Joseph Stiglitz Recursos Naturales, Desarrollo y Democracia XI Diálogo Democrático).

Esta problemática se relaciona con el necesario balance del costo/beneficio no solamente en términos estrictamente económicos sino también en relación a los costos ambientales, de allí el tema de los pasivos mineros y el cierre de minas que en nuestra legislación recién se aplican a partir de la ley 28090 de octubre del 2003, y tendría su prueba de fuego en el cierre de la unidad Pierina de Barrick Misquichilca (Ancash).

MRA. YANACOCHA: MENOR PRODUCCIÓN

El cuadro “Perú: Ranking de las Empresas Productoras de Oro” presenta la producción aurífera en dos momentos en el tiempo, el período enero/octubre del 2005 en comparación a similar período del 2010. Resulta ilustrativo el caso de Mra. Yanacocha donde la producción disminuye en un 52%, desde una producción de 2.6 millones de onzas se decrece a 1.2 millones para el período enero/octubre del 2010, a pesar de los importantes precios del oro que se dispararon desde 445 dólares la onza en el 2005 para llegar en promedio en el 2010 a los 1,210 dólares la onza con tendencia al aumento.

Evidentemente esta disminución de más de 1.4 millones de onzas de oro significan menores ingresos y utilidades para los accionistas de la minera, pero también menores ingresos fiscales por concepto del impuesto a la renta. La razón de fondo de estos menores niveles productivos se explicarían por la creciente oposición de la población cajamarquina a la expansión de la minera, a las malas prácticas de Mra. Yanacocha más preocupada en “comprar tiempo” y autoridades, a los efectos de la contaminación de mercurio en Choropampa, y en especial a la débil participación tributaria de la minera.

Resulta contradictorio para una empresa minera que tiene entre sus accionistas al brazo financiero del Banco Mundial, el IFC con el 5%, a la transnacional Newmont y al grupo Buenaventura, las malas relaciones comunitarias con el entorno, donde el problema del agua y la calidad de la misma es uno de los problemas, a ello se debiera agregar las limitaciones del llamado “aporte voluntario” que compensa en parte el no abono de las llamadas regalías mineras.

Por tanto, como paradoja se puede decir que a mayores niveles internacionales de los precios del oro y la plata para Mra. Yanacocha le corresponde menores niveles productivos, producto de la creciente oposición de la población campesina a la expansión de la minera que tiene ahora su representación directa en el presidente regional Gregorio Santos, un reconocido líder popular que se ha forjado en la lucha contra los abusos de la empresa.

Si bien en su conjunto la disminución de la producción aurífera transita de los 5.3 millones de onzas en el período enero/octubre del 2005 a un poco menos de 4.4 millones de onzas para el período enero/octubre 2010, es decir con una variación negativa del 17%, a nivel individual la mayoría de empresas incrementa la producción como una respuesta a los mayores precios del metal amarillo. Siendo el caso más espectacular de la Cía. Mra. Buenaventura que en el período en mención pasa de la producción de 183 mil onzas a producir 317 mil onzas.

En resumen, un nuevo gobierno debe estudiar los mecanismos para incrementar la participación del Estado en la renta minera sea a través de un impuesto extraordinario a las utilidades extraordinarias o por medio del incremento de las tasas de regalías que debieran ser asumidas por todas las empresas en su conjunto. A ello se debiera sumar como norma obligatoria que el 3.75% de la utilidad neta de todas las empresas mineras metálicas y no metálicas sea concebida como Aporte Obligatorio por concepto de inversión en responsabilidad social, despojándole el contenido de “aporte voluntario”, que dicho sea de paso, negoció precariamente para los intereses del país el gobierno del Dr. Alan García Pérez.

Al mismo tiempo el Estado debiera tener una valorización de los recursos mineros para introducir al margen del tradicional costo/beneficio, los costos ambientales y el problema de la dotación de agua. En tal sentido, se debiera valorizar y costear el recurso hídrico en razón de su escasez no solamente para la actividad minera sino también en la generación eléctrica e industrial.

Por último, se debiera discutir en la presente campaña electoral la necesidad de fomentar las políticas de valor agregado de los productos mineros, es decir la industrialización del oro, plata, cobre etc. para dejar de exportar concentrados como en los gloriosos años cincuenta. Sobre estos se tratará en los próximos artículos.


sábado, 4 de diciembre de 2010

PERÚ: INCREMENTAR REGALÍAS O IMPUESTO EXTRAORDINARIO

LOS “DUEÑOS DE LAS MINAS” CONTRA EL INTERÉS PÚBLICO

Existe cada vez un mayoritario consenso público sobre la necesidad de una creciente participación del Estado en la riqueza minera, con mayor precisión en la renta minera que resulta de la diferencia entre los precios internacionales y los costos internos de producción. En este contexto las empresas mineras que explotan recursos naturales no renovables como los mineros están obteniendo desde el año 2004 utilidades extraordinarias que no están siendo compartidas con el Estado, que según mandato constitucional es el titular de los recursos naturales a nombre de la Nación.

En tal sentido, el interés privado de empresas transnacionales y nacionales, de accionistas y gerentes no pueden estar por encima del interés público, pues ello pone en riesgo la propia gobernabilidad y democracia en nuestro país.

Con precios del oro por encima de los 1,380 dólares la onza y costos de producción menores a los 400 dólares, con precios de la plata superiores a los 28 dólares la onza, y del cobre bordeando los 4 dólares la libra y costos internos de producción menores a los 70 centavos de dólar la libra, el Estado no puede dejar de percibir estas rentas extraordinarias que se están obteniendo en este ciclo expansivo de los precios que se inició en el 2004.

Los argumentos empresariales en contra de una mayor participación fiscal van desde la supuesta pérdida de competividad de la actividad minera en relación a los niveles internacionales; también se arguye que se pondría en riesgo las inversiones proyectadas por más de 40 mil millones de dólares para los próximos años, sumada a la necesidad política de respetar los contratos de estabilidad jurídica, tributaria y administrativa, que dicho sea de paso se han modificado varias veces cuando el interés privado así lo exigía.

Por último, se argumenta que una mayor participación fiscal por medio del incremento de las tasas de regalías, o un impuesto temporal a las utilidades extraordinarias obtenidas en el Perú tendría como efecto la supuesta migración de las inversiones hacia nuestro vecino del sur, Chile, soslayando que las muchas empresas que operan aquí también explotan en dicho país, tales como las transnacionales Teck Cominco, Barrick, Anglo American, BHP-Billiton, Freeport Mc Moran Copper & Gold, Xstrata etc.

A ello se deben agregar diferencias sustanciales entre la explotación minera en Perú y Chile, por un lado la menor participación tributaria y fiscal de la actividad minera en nuestro país donde la participación promedio en el período 2005-2009 ha sido del 12.2% mientras en Chile ha sido casi el doble con el 23%. Esto significa que de cada 100 dólares de ingresos de exportación en el llamado “boom minero” el fisco del Perú capta apenas 12 dólares como promedio mientras en Chile la participación es de 23 dólares, tal como se puede observar en el cuadro “Comparación Entre las Participaciones que Obtienen las Cajas Fiscales de Perú y Chile de la Actividad Minera 2005-2009”.

Por tanto, constituye una falacia sostener que una mayor participación del Estado en la renta minera tendría como consecuencia la fuga de las inversiones hacia nuestro vecino del sur que a diferencia de nuestro país tiene importantes reservas de cobre y algo de oro, mientras la geología del Perú se caracteriza por su carácter polimetálico con reservas de cobre con zinc, zinc con plata, oro con plata, plomo con zinc y plata, a ello debiera sumarse los volúmenes de hierro con cobre, de tungsteno, molibdeno, litio, uranio y reservas auríferas prácticamente en todos los departamentos andinos.

A todo esto se debiera agregar los bajos costos laborales y ambientales en razón del uso y abuso de los regímenes de contrata o “services” que malbaratean los salarios de los trabajadores en especial en la mediana y pequeña minería. Si a esto se suman los efectos perniciosos de la minería informal e ilegal que depreda el medio ambiente y la salud de los trabajadores se tiene un panorama complejo de resolver ante la debilidad y permisividad del Estado.

Por ello, la explotación minera que se desenvuelve en el Perú está considerada en cuanto a los costos de producción entre los países con los menores costos de producción y de las mayores utilidades que bordean el 50% de los ingresos sobre todo en la minería aurífera y cuprífera. Esta realidad es insostenible desde el punto de vista político y social, de allí que debe renegociarse una mayor participación del Estado en la renta minera, vía el incremento de las regalías pagadas o en su defecto un impuesto extraordinario a las ganancias extraordinarias.

MÍNIMA PARTICIPACIÓN FISCAL

El cuadro “Perú: Ingreso de las Exportaciones Mineras y el Aporte del Sector Minero 2005-2009”, muestra con crudeza la participación del Estado por diversos conceptos tales como el impuesto a la renta, las regalías mineras, el llamado aporte voluntario y los derechos de vigencia en relación a los ingresos de exportación en los años mencionados.

Esta participación del Estado varía desde un mínimo del 7.6 % en el 2005, se incrementa con los mayores precios internacionales en el 2006 subiendo al 13%, para alcanzar su “pico más alto” en el 2007 con una tasa del 18.3% para disminuir por los efectos de la crisis financiera en el 2009 a una participación del 7.9%.

En verdad, la participación fiscal tendría varias observaciones que tienen como efecto una menor tasa efectiva del Estado en la explotación de los recursos mineros que en algún momento se agotarán. En primer lugar, no estamos considerando los ingresos obtenidos por las ventas en el mercado interno en especial del cobre, hierro, zinc y plomo que aumentarían los ingresos del conjunto de la actividad minera metálica pero mantendría constante los valores del impuesto a la renta pagado. Se estima que entre un 5% al 10% de la producción minera se realiza en el mercado interno en razón de la debilidad de las políticas de transformación de los productos mineros.

Por el cuadro expuesto es evidente que el abono del impuesto a la renta constituye el ingreso fiscal más importante y que tiene una correlación con los ingresos de exportación de las empresas mineras. Así, en el 2005 frente a los ingresos de exportación de 9,790 millones de dólares el impuesto a la renta fue de 658 millones, es decir representó una tasa de 6.7%, mientras que en el pico más alto de los ingresos de exportación como en el 2007 que alcanzó los 17,238 millones de dólares el impuesto a la renta significó los 2,781 millones lo cual representó una participación efectiva de 16%. Evidentemente con los efectos de la crisis financiera dicha participación se redujo al 6.1% en el 2009.

Es más, reconociendo las múltiples ventajas del marco tributario para el fomento de las inversiones justificadas en la década de los noventa del siglo pasado, pero que resultan en la actualidad desfavorables para el país, ante precios excepcionales y ganancias extraordinarias privadas que no están siendo compartidas con el Estado.

Por ello, si se consideran los beneficios tributarios como el de la reinversión que permite deducir hasta el 80% del impuesto a la renta si se amplía la capacidad de producción como fue el caso de Mra. Cerro Verde y Mra. Antamina; o si se considera la depreciación acelerada o los múltiples mecanismos para disminuir el abono efectivo del impuesto a la renta como los gastos de exploración, en definitiva los montos dejados de pagar por impuesto a la renta están financiando la inversión privada minera, lo cual resulta ilógico para un Estado con franciscanos recursos para cumplir con sus obligaciones con sus ciudadanos.

La segunda observación en materia de los ingresos mineros está en relación a la minería informal e ilegal que no abona impuestos ni mucho menos regalías por la explotación minera aunque por fuentes extraoficiales se tiene conocimiento que muchas unidades mineras pagan a los titulares de las concesiones mineras regalías del 20% hasta el 35% del valor de la producción.

EPÍLOGO

En debate electoral la propuesta de un impuesto extraordinario a las utilidades extraordinarias gana un mayor espacio en la opinión pública con todos las limitaciones que pudiera tener esta propuesta, lo menos que se puede hacer es fomentar el debate técnico, informado, considerando la experiencia internacional sobre la participación de la renta en otros países, minimizando los discursos populistas frente a la proximidad de las elecciones. De allí, la importancia que pudiera tener su análisis en las universidades, colegios profesionales, organismos no gubernamentales, en los gobiernos locales y regionales, y claro está en las diferentes comisiones responsables de los planes de gobierno de los diferentes partidos políticos.

Con la información disponible resulta evidente que la aplicación de las regalías mineras desde el 2005 a la fecha ha tenido limitados efectos en la participación fiscal con 174 millones de dólares en su nivel más alto en el 2008 para luego disminuir en el 2009 a los 112 millones de dólares. Estos pobres y limitados abonos de las regalías tienen su explicación en la exoneración y no pago de regalías en las empresas del llamado “cogollo minero”, tales como Mra. Yanacocha, Mra. Antamina, Mra. Cerro Verde, Mra. Tintaya, Mra. Barrick por Pierina.

En tal sentido, antes de discutirse la ampliación de las tasas de regalías para el oro y cobre como lo propone la Célula Parlamentaria del Partido Aprista, debiera exigirse el abono integral y compensatorio de las regalías dejadas de pagar por tales empresas mineras al Estado desde el 2004 a la fecha. Por tanto, debiera ser importante preguntarle a la SUNAT ¿cuánto representa para el Fisco los ingresos no percibidos por concepto de las regalías mineras desde el 2004 a la fecha en razón de los llamados contratos de estabilidad jurídica y tributaria?

Pues debiera ser evidente que la negociación llevada a cabo con las empresas mineras en el 2006 por el Presidente de la República Alan García Pérez y el Presidente del Consejo de Ministros de ese entonces Jorge del Castillo Gálvez, en el llamado Aporte Minero por 2,500 millones de nuevos soles en cinco años, no era más que demandar tibiamente a las empresas una mayor responsabilidad social, ante los mayores ingresos y utilidades extraordinarias que estaban obteniendo las empresas mineras.

Por ello no resulta una casualidad histórica que las empresas blindadas por los llamados contratos de estabilidad jurídica y tributaria como Mra. Yanacocha, Mra. Antamina, Mra. Cerro Verde, que en un abuso del derecho no pagan regalías mineras se constituyan en los mayores aportantes del llamado “Programa Minero de Solidaridad con el Pueblo”, que como ha sido reconocido por la propia Dra. Mercedes Áraoz ex ministra de economía y finanzas del régimen y hoy candidata del Partido del Pueblo (PAP), no ha tenido los resultados esperados.