sábado, 25 de noviembre de 2017

GLORIA ETERNA AL ESPÍRITU VICTORIOSO DE TARAPACÁ

LO QUE NUNCA SE DEBE OLVIDAR

Escribe: Jorge Manco Zaconetti

Cada 27 de noviembre debemos recordar, conmemorar la victoria de Tarapacá frente a un ejército chileno superior en armamento, logística, artillería, caballería, que después de las batallas de Pisagua y del desbande de San Francisco, creía que el ejército peruano estaba derrotado y era fácil de batir después de la captura del monitor Huáscar.

Es también la oportunidad de rendir homenaje a los soldados, plana menor, jefes y oficiales que se batieron en esa histórica jornada, superando el desencanto, defección, y traición de parte de las tropas bolivianas que bajo el mando de su presidente Hilarión Deza se retiraron inopinadamente en el desierto en el punto de Camarones, dejando de lado los planes diversos para enfrentar conjuntamente al ejército enemigo.

Este mandatario en lugar de asistir con lo mejor de sus tropas más de 3,000 soldados con el reconocido batallón de Colorados, prefirió la deserción en plena marcha, para regresar a La Paz, y Cochabamba. Este punto controversial sobre las razones de esta retirada tiene varias explicaciones que van desde la decisión de combatir la oposición interna hasta las presiones y maniobras distracciones chilenas para esta desgraciada defección.

Todo ello hace más épica la victoria de Tarapacá. Después de todo, fueron las divisiones, hoy por su número serían batallones, los que destacarían en esta célebre batalla. Formadas por provincianos como el  4º Ayacucho, los llamados Cabitos, los Cazadores del Cuzco, los Guardias de Arequipa, Dos de Mayo y Zepita, sumados a la columna Loa, formados por obreros bolivianos del salitre, los que vertieron su sangre, ese 27 de Noviembre de 1879, donde prácticamente se combatió durante todo el día, con avances y retrocesos,  con actos heroicos en las dos partes.


ANTECEDENTES A LA BATALLA


Nada mejor que citar fuentes chilenas para poder apreciar el triunfo del ejército del Perú, ante la deserción de nuestro aliado, del presidente Daza y sus tres mil soldados y que debió movilizarse desde Arica a Tarapacá, para tomar por el norte y sur al engreído ejército chileno, ensorbecido por la fácil victoria, en Pisagua, en razón de la aplastante superioridad militar. Pues qué podrían hacer 900 peruanos y bolivianos con cuatro cañones ante 10 mil soldados chilenos, movilizados en 15 transportes resguardados por sus blindados que cañoneaban con ventajas el indefenso puerto. 
No se puede entender los alcances de la victoria en Tarapacá, sino se tiene presente las consecuencias  del desastre militar de San Francisco o batalla del Cerro Dolores. No tanto por el número de bajas del ejército aliado, sino por la desorganización puesta de manifiesto, donde enardecidos soldados bolivianos de la compañía Illimani, queriendo lavar la honra por la traición de su Presidente Hilarión Daza, iniciaron un fuego de fusilería en la tarde del 19 de noviembre, cuando el combate se había planificado para el día siguiente, con las tropas aliadas descansadas.

Así, la desesperación, indisciplina de las tropas bolivianas y peruanas iniciaron un combate que no estaba programado. En San Francisco según el gran historiador peruano Jorge Basadre: “Las consecuencias... fueron transcendentales. El ejército de Tarapacá quedó grandemente reducido, no por las bajas (calculadas en 220 muertos y 76 heridas) sino por la dispersión de todas las fuerzas bolivianas (cerca de 3 mil soldados) y de algunas unidades peruanas. Los chilenos tuvieron, según Encina, 60 muertos y 148 heridos, casi el doble de las bajas confesadas”.

Por ello, la significación del desastre de San Francisco. “Todo el curso de la invasión en el sur del territorio peruano habría sufrido un cambio trascendental si no hay deslealtad en el aliado que suscitó la guerra y si no surgen en seguida la participación y el atolondramiento en las fuerzas que habrían caminado desde Iquique...”.

Es en este contexto que se debe analizar la victoria de Tarapacá. Se trataba de un ejército en retirada, que tenía como destino Arica. Un ejército sin alimentos, con el sol ardiente y el frío de la noche, con heridos tenía que apostar en Tarapacá. Más o menos 4,270 soldados y oficiales.

LA VICTORIA

Tarapacá es una aldea situada en el fondo de una quebrada de 300 a 400 metros, dominada por elevados cerros cortados casi a pico, que era muy ventajosa para aquel ejército que dominase sus alturas.

Para el historiador Vicuña Mackenna, el ejército de Tarapacá estaba conformado por “Sus jefes que eran, por lo común sobresalientes (se refiere, sin duda, a los jefes de división y de sus cuerpos). Sus oficiales mediocres. Su tropa, buena; pero en general bisoña. La infantería de batalla digna de medirse con el soldado chileno, la artillería, escasa y deficiente. La caballería miserable”.

Frente al ejército chileno armado con rifles Comblain, y modernas carabinas Remington, cañones de última generación Krupp de artillería de Montaña con una distancia efectiva de más de 6 kilómetros, modernas ametralladoras Gattling y una excelente caballería. A demás de estar bien abastecido y alimentado.

En cambio, el ejército de Tarapacá tenía un armamento diverso, armados con rifles Comblain, anticuados Chassepot, Remington, Peabody, el minié peruano, más 22 carabinas Henry para la caballería. A ello se debe sumar, la carencia de logística, la falta de municiones y una dramática escasez de alimentos, que reducía al mínimo las proteínas y calorías, en el infernal desierto de Tarapacá, donde la temperatura en el día puede superar los 35 grados de calor y en la noche las temperaturas descienden a 0 grados, con un frío inclemente.

Las fuerzas del Perú, reponiéndose del desgaste, cansancio, provocado por el desierto descansa en Tarapacá, pero una vanguardia de 1,400 soldados al mando del coronel Justo Pastor Dávila es despachada el 26 de noviembre a Pachica distante a tres leguas (13.3 Km.).

Por lo tanto, yacen esa mañana del 27 noviembre 2,870 exhaustos, hambrientos, sin artillería ni caballería, que fueron rodeados por más de 2,500 soldados seleccionados, 150 de caballería y 150 soldados de artillería con 10 cañones Krupp, que controlaban las alturas, y que prácticamente tenían encajonados a los soldados del Perú, ¡Era la emboscada perfecta!

Sin embargo, en esos momentos estelares de humanidad, aquellos en los que las rápidas decisiones determinan la victoria o la derrota, el genio militar del coronel Andrés Avelino Cáceres, formado militarmente por Don Ramón Castilla, sin esperar órdenes superiores del general Buendía ni del jefe de estado mayor Suárez, a la cabeza de sus hombres del Zepita y del Dos de Mayo, comenzó ascender las cumbres donde estaba posicionado el enemigo, entablándose una batalla que duraría desde las 9 de la mañana hasta las 17 horas, donde el arrojo y valentía de soldados y oficiales era el denominador común en los dos contendientes.

Se obtuvo un triunfo táctico, que permitió la captura de prisioneros banderas, cañones que fueron enterrados por no tener caballería. Se logró una victoria que no se pudo aprovechar al máximo dadas las difíciles circunstancias de supervivencia en pleno desierto. No se pudo exterminar al enemigo a pesar de lo sangriento del combate, a pesar de los actos heroicos en los miembros de los ejércitos contendientes donde no se deba y pedía tregua. Con la victoria asegurada caída la tarde se tuvo que continuar la retirada hacia Arica, llegando un  ejército cadavérico el 17 de diciembre, que atravesó el desierto y que también era perseguido por el enemigo sediento de venganza.

Tal como lo señala el comandante inglés del buque Alaska al describir la llegada del ejército vencedor de Tarapacá, al jefe naval chileno Lynch:” (Que) Vio llegar el Ejército de Tarapacá el 17 compuesto de 3,700 hombres en un estado miserable, desnudos, y descalzos, que parecían cadáveres; la décima parte de ellos sin fusiles. Los oficiales en burros o mulas sin monturas y frenos. Sólo vio que llevaban dos banderolas y como sesenta o setenta prisioneros.” Gonzalo Bulnes, Guerra del Pacífico Tomo I pp 386

Sobresalieron en Tarapacá los héroes máximos de nuestra Patria: Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte, Juan Bautista Subiaga, Manuel Suárez, Pastor Dávila, Belisario Suárez, Miguel de los Ríos y tanto otros, conjuntamente con 236 muertos y 261 heridos, cuyos nombres deben ser recordados siempre como hace el estado norteamericano en el cementerio de Arlington, donde se rinde homenaje a todos los soldados que han peleado en todas sus guerras.

Sin embargo, el héroe de esa jornada fue el soldado anónimo, que en el cementerio está representado por el corneta Mariano Mamani y el soldado Manuel Condori, típicos soldados andinos que salvaron el honor nacional ante tanta desgracia, desorganización y traición.

El significado para el ejército chileno de la derrota en Tarapacá lo expresan las propias fuentes chilenas, que en palabras del máximo representante político en el teatro de operaciones del sur como don Rafael Sotomayor cuando en carta citada por  el historiador Gonzalo Bulnes en su clásico libro “Guerra del Pacífico” Tomo I , pp 389. Señala que: “Los 700 u 800 hombres perdidos en Tarapacá con 7 o 8 cañones y mucho armamento, se debe en gran parte a esa  servil adoración de la táctica de Moltke, que falsamente se le atribuye a este capitán (Coronel Vergara, comandante chileno en Tarapacá). Se quiso tener un Sedán, dar pruebas de estrategia militar y se encontró un sepulcro inmerecido para nuestra tropa. Tomar la retaguardia y flanco del enemigo y atacarlo de frente para obligarlo a rendirse a discreción he ahí el plan. Les faltó sólo recordar que los prusianos tomaban la retaguardia y flancos con cuerpos de ejércitos tan fuertes que eran capaces cada uno de resistir al ejército enemigo…”

En tiempos más recientes el general Augusto Pinochet, expresión de lo más rancio del militarismo expansionista chileno afirmaba que “El desastre de Tarapacá causó numerosas reacciones en el orden político, militar y social. La culpabilidad se repartía en todos los escalones gubernamentales y militares, y en medio del dolor por la pérdida de algún pariente afloraba el deseo de que se aclarara el por qué se había producido este golpe después de obtener los laureles de Pisagua, Germania, y San Francisco.” Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá pág. 205

EPÍLOGO

Tarapacá, nos debe hacer recordar siempre una de las páginas más gloriosas del ejército peruano, donde se pudo vencer a un engreído enemigo que gozaba con una superioridad geográfica, y bélica, sin embargo, la gran moral de nuestros oficiales y soldados, pudieron brindar a la posteridad una histórica victoria, que nos enorgullece por todos los tiempos, y que debiera servirnos de ejemplo para alcanzar la unidad nacional, en el marco de un proyecto nacional de desarrollo que nos permita combatir el atraso, la pobreza y la corrupción. Por ello debemos rescatar y destacar siempre el espíritu victorioso de Tarapacá frente a la adversidad. Después de todo ¡El Perú es más grande que sus problemas!
Las enseñanzas de la Guerra del Guano y Salitre Pacífico y de la victoria de Tarapacá, no se deben olvidar. Esta guerra estaba perdida antes de iniciarse, no sólo por la grave superioridad de las armas de las fuerzas chilenas y el apoyo inglés, sino por la desorganización del estado peruano y la grave corrupción que sigue siendo un cáncer que caracteriza a los distintos gobiernos del Perú Republicano.

Perdimos la guerra por la incapacidad de construir un país moderno, con instituciones sólidas y democráticas. Por los manejos indiscriminados del erario público con niveles de corrupción que perciben al estado como botín, producto de la imagen de una riqueza guanera y salitrera que duraría para siempre, por nuestra desorganización y desunión, por el militarismo obstuso que fabrica caudillos que los convierte en pretorianos del estado. Perdimos la guerra  por el fraccionalismo político que divide a los peruanos, olvidando la construcción de un proyecto nacional de desarrollo al servicio de las grandes mayorías. Iniciado el siglo XXI ¡No hemos aprendido nada!

lunes, 20 de noviembre de 2017

UTILIDADES CRECIENTES CON CHOLO BARATO

SECTOR BEBIDAS EN MAYOR BONANZA *

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Con el reciente triunfo de la selección peruana de futbol en el repechaje sobre el equipo de Nueva Zelanda, nuestro país ganó el boleto para el mundial de Rusia del próximo año. Con esta clasificación ganan todos, en primer lugar, el pueblo por el carácter popular del futbol, deporte que se juega a lo largo y ancho del Perú, esta alegría es invalorable. También sale ganancioso el gobierno a pesar de la oposición fujimorista, y el conjunto de las empresas pues enfrentan un contexto diferente, con expectativas positivas, y esperan hacer buenos negocios.

Esta alegría compensa en parte la falta de crecimiento, la cuasi recesión de los últimos tres años, y contribuye con una gran cuota de optimismo que se reflejarán en el plano económico. Sumado a ello los buenos precios del cobre, zinc, etc.; con los mayores ingresos de exportación, las inversiones comprometidas en la reconstrucción, el crecimiento del PBI para el 2018 será mayor al proyectado.

Se gastará y se beberá más ante un creciente calor, la proximidad de las fiestas navideñas, de fin de año, y en junio  con el inicio del mundial de futbol, igualmente el país se paralizará como el miércoles 15 de noviembre pasado que será recordado siempre como una fecha histórica.

PARA BEBERTE MEJOR

Este contexto lo han entendido bien los ejecutivos del sector de bebidas de la empresa Unión de Cervecerías Peruanas Backus y Johnston S.A.A. que han resuelto positivamente su negociación colectiva con el Sindicato de Obreros de su representada, otorgando un incremento al básico de S/ 7.0 soles diarios en los próximos tres años, con un bono de cierre por única vez de S/ 2,500 soles.

La UCP Backus & Johnston es la principal empresa que procesa la mayor cantidad de cervezas que se consumen en el país, con una distribución de carácter nacional con sus plantas  en Lima, Motupe, Arequipa, Cuzco, Huarochirí. Es también la segunda empresa en cuanto a generación de ingresos entre las empresas industriales y comerciales que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima; la sexta es Arca Continental Lindley que a pesar de las importantes utilidades obtenidas en el 2016 ofrece miserias salariales a sus trabajadores.

Debiera ser evidente que con el cambio de estación, la producción y las ventas en la industria de bebidas alcohólicas y no alcohólicas aumentarán, y desde noviembre se inicia la llamada “temporada alta” en las empresas donde se trabaja a máxima capacidad de planta, con tres turnos, con una mayor intensidad del trabajo, donde se espera obtener mayores ingresos y utilidades.

Siempre hemos sostenido que debemos promover la inversión con responsabilidad social, ambiental y tributaria, pues la inversión de capital con su efecto acelerador y multiplicador reactiva la economía, generando un incremento de la demanda tanto a nivel micro como macroeconómico. En tal sentido, el primer efecto reactivador debiera empezar por casa, incrementando los niveles salariales, es decir, la capacidad de gasto de los trabajadores.

En particular debiera llamar la atención el caso de empresas emblemáticas y líderes en el sector de bebidas como la Corporación Lindley que desde setiembre del 2015 está bajo responsabilidad de capitales mexicanos, de la transnacional Arca Continental S.A.A. que reproduce las malas prácticas de su antecesora y ofrece migajas salariales a sus trabajadores con políticas de “cholo barato” fomentando la existencia de sindicatos paralelos y amigables, lo cual desdice los principios de su filosofía de responsabilidad empresarial, de la cual tiene un reconocimiento en América Latina.

Siempre hemos sostenido que la más importante inversión está ligada a la inversión en capital humano, en el mejoramiento de los niveles salariales de los trabajadores y condiciones de trabajo. Ello es más urgente, si se obtienen importantes utilidades que se explican por la productividad del trabajo, los bajos costos de producción, y una participación del 67 % del mercado de gaseosas y bebidas como es el caso de la Corporación Lindley en nuestro país.

CHOLO BARATO CON S/ 4.80 DE AUMENTO

Mientras la UCP Backus ofrece a sus trabajadores un incremento al básico de S/ 7.0 soles diarios, la transnacional mexicana, un gigante en la industria de bebidas que tiene la exclusividad, la franquicia de embotellar y distribuir la bebida Coca-Cola en México, Ecuador, norte de Argentina, Perú y los estados del Suroeste de los Estados Unidos de Norteamérica, ofrece a sus trabajadores un incremento diario de S/ 4.80, es decir oferta menos de un cuarto de pollo a sus trabajadores.

En un ejercicio hipotético, se imaginan a un trabajador gringo de Texas de igual productividad que el trabajador peruano, pues el equipamiento y la maquinaria son similares aquí y allá. Es más, la reciente Planta de Pucusana inaugurada en el 2015 puede procesar 1,000 millones de litros de bebidas al año, y está considerada como una de las más modernas en América.

Por tanto, a equivalente productividad del trabajo, se imaginan a un trabajador gringo recibir una propuesta de menos de US $ 1.60 diario de incremento al básico por una jornada de 8 horas. Esta sería considerada como una broma, un absurdo, algo inimaginable.

Sin embargo, en nuestro país Arca Continental-Lindley que tiene como mayor accionista a la transnacional Coca Cola con el 42 % del accionariado hace tal ofrecimiento, con el agravante que muchos trabajadores que viven, en el cono norte de Lima, o Ventanilla tienen que madrugar e ir a trabajar a las 3 a.m. cada día para poder llegar a tiempo por la congestión vehicular, pues la Planta de Pucusana está ubicada en el sur chico de Lima, casi en el límite con la provincia de Cañete.

En tal sentido, una jornada típica de 8 horas se transforma en más de 12 horas si se suman las horas contempladas en el tiempo de viaje de ida y de vuelta. Por ello, los trabajadores demandan el debido reconocimiento a su esfuerzo, productividad e intensidad del trabajo, que genera importantes utilidades a la empresa.

UNA MAYOR BONANZA

Las empresas líderes entre las empresas industriales y comerciales que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima, tales como UCP Backus & Johnston S.A.A., Alicorp S.A.A., Corporación Lindley S.A., Gloria S.A.A. entre otras,  están en el listado de empresas que abonan precios ridículos por metro cúbico de agua extraída de sus pozos propios.

Según la Agencia Nacional del Agua, y el organismo regulador del sector SUNASS, Arca Continental-Lindley con la transnacional Coca-Cola incluida, pagan la ridícula suma de catorce céntimos de sol (S/ 0.14) por cada mil litros de agua (equivalente a un metro cúbico), cuando un sufrido consumidor promedio abona más de tres soles por el mismo volumen de agua. Es más, los pobladores urbanos marginales tienen que pagar más de quince soles por cada mil litros de agua, lo cual constituye una aberrante desigualdad.

Este monto sería impensable en USA donde el agua de pozo es considerado un bien público, un recurso escaso que debe ser revaluado. Por tanto, la rentabilidad en el sector de bebidas gaseosas es elevada gracias a un bajo costo salarial, a un insignificante pago por el agua, con una elevada productividad del trabajo, un posicionamiento de dominio en el mercado, más beneficios tributarios. Por ello,  resulta inexplicable la reproducción de políticas de “cholo barato” que atentan contra el buen clima laboral que debiera existir entre empresas y trabajadores.

En tal sentido, sirvan los resultados económicos y financieros al tercer semestre del 2017 en comparación a períodos anteriores, tal como se puede observar en el cuadro respectivo: “Corporación Lindley: Resumen de los Estados Financieros de Enero/Setiembre 2012-2017”

Resulta evidente que la tendencia es positiva, creciente, a nivel de ingresos, utilidad bruta, operativa y neta destacando los resultados históricos del 2016, donde las utilidades operativas alcanzaron los niveles de 432 millones de soles y netas de 187 millones de soles, todo al tercer trimestre.

En la práctica las utilidades operativas y netas al tercer trimestre del 2016  se triplican si se comparan con los resultados similares al tercer trimestre del 2012, donde las utilidades operativas fueron de 107 millones de soles y netas por 57 millones.

Si bien estas extraordinarias utilidades operativas y netas en el 2016 se explican en parte por la venta de activos considerados no estratégicos al interior de empresas vinculadas al mismo presidente del directorio de la corporación, el comportamiento al 2017 también es creciente y positivo como se expone en el cuadro respectivo.

Por ello, solamente la codicia, la sed de ganancias a como dé lugar, la férrea acumulación de capital para financiar el precio de compra de la mayoría accionaria en la adquisición de Corporación Lindley, pues los accionistas de Arca Continental se endeudaron con la banca mexicana por más de 900 millones de dólares que deben ser repagados  con su respectivo interés antes del 2021.

Todo ello estaría explicando los ofrecimientos miserables del incremento salarial, frente a un contexto optimista de mejores ingresos por las ventas que se tendrá en el 2018 ante la euforia por la clasificación del Perú al mundial de futbol con un verano caliente que demandará de los consumidores más Coca-Cola, Inca Kola, Fanta, Sprite, San Luis etc. 


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