martes, 1 de octubre de 2019

DE LA BONANZA MINERA A LAS VACAS FLACAS


PERÚ: POR UNA NUEVA TRIBUTACIÓN MINERA
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

Está en debate la necesidad de revisar, cambiar, modificar o proponer una nueva ley de minería que sustituya a la vigente, que nos rige desde 1992 a la fecha. En verdad, no se trata de maquillar una ley que ya cumplió su ciclo, con todos sus efectos positivos y perversos, pues así son las cosas en la realidad, la “carne sale con hueso”
Después del último discurso presidencial del 28 de julio a la fecha se está generando un debate más político que técnico, sobre la necesidad de un nuevo marco tributario para la minería que rebasa los marcos estrictamente legales de una nueva ley de minería, pues se trataría de analizar la tributación de un sector que considero el más importante de la economía peruana, que no está contribuyendo con el fisco lo suficiente, en relación a la riqueza creada, y los beneficios tributarios tienen mucho que ver en el asunto.
Es decir, el estado no está percibiendo los ingresos suficientes de un sector que genera una gran renta diferencial por recursos agotables y no renovables en el tiempo. Se trata de un sector formal que tiene uno de los costos comparativos más bajos en el mundo, tanto en salarios, tributos y costos ambientales. De allí el interés de empresas transnacionales de invertir en el país a pesar de los conflictos sociales y la crisis política.
Pero también se trata del sector minero que se caracteriza por una grave explotación informal e ilegal, y por tanto evasora de impuestos y regalías en especial en la explotación aurífera, como se ha mencionado en artículos anteriores, con una dramática afectación ambiental. Al 2018 casi dos millones de onzas de oro se exportan pero no se reconocen los productores directos de dicha producción. ¡Y, así queremos integrarnos a la OECD!
Se puede discutir el debate de “agitar el gallinero” en una coyuntura de crisis política, donde un Presidente de la República debilitado propone al Congreso del país un adelanto de elecciones, con el cual se puede estar de acuerdo o no, y analizar sobre su carácter constitucional, mientras la economía languidece y se traban las inversiones en los sectores extractivos, construcción, infraestructura etc. en gran parte explicados por el flagelo de la corrupción.
En este contexto político interno, de “crisis política”, el análisis del marco tributario resulta evidentemente un problema de prioridades por resolver. Si a ello se agrega las tormentas borrascosas de la economía mundial, con una extensión de la pugna por la hegemonía mundial entre la China Popular y los Estados Unidos, resultaría más importante la adopción de medidas anticrisis y anticíclicas para lo que se viene, una recesión de la economía mundial, y un menor crecimiento interno.
La minería es un sector tomador de precios internacionales, con una grave informalidad, donde el país debe competir con Chile, México en la región por atraer inversiones extranjeras. Por ello, resulta sorprendente que haya sido el primer mandatario el que cuestione la tributación del sector minero, que aparentemente expone un gran poder económico y mediático.
En todo caso al margen de la pertinencia del debate sobre la tributación en el sector minero, presento un cuadro resumen de los ingresos fiscales percibidos entre el 2004 al 2018, que por razones expositivas hemos resumido para no agotar al amable lector.
UN ESTADO MISIO
El cuadro en mención lleva por título “Perú: Participación Porcentual de los Ingresos Fiscales Comparado con los Ingresos por las Exportaciones Mineras”, expresado en millones de dólares, que por razones expositivas los reducimos en el período 2004 al 2018, considerando dos subperíodos 2004 al 2012 con bonanza de precios y el subperíodo 2013 al 2018, con precios menores con excepción del oro.
Para ambos períodos se están considerando los diversos ingresos fiscales directos por varios conceptos siendo el más significativo el impuesto a la renta regularizado que paga el sector de la minería metálica. Por tanto no se incluye la minería no metálica, ni la cementeras que debieran ser mejor fiscalizadas.
Para el año 2004 cuando se elevan los precios del cobre y oro, entre otros productos mineros, el fisco solamente percibía el impuesto a la renta y los derechos de vigencia como ingresos directamente recaudados. Expresados en dólares por impuesto a la renta se captó US $ 290 millones de dólares y por los llamados derechos de vigencia se obtuvo US $ 26 millones.
Se debe tener en cuenta que los derechos de vigencia son aquellos pagos que realizan los titulares mineros al INGEMMET para retener la posesión de las concesiones mineras, para que sean exploradas para luego pasar a la fase de explotación si las reservas justifican la explotación comercial.
También se debe tener presente que los precios del cobre en el 2004 eran equivalentes a US$ 1.20 por libra, y la producción para la exportación fue registrada en las 941 mil toneladas métricas. Si se tiene presente que una tonelada representan 2,204 libras aproximadamente se pueden hacer las equivalencias respectivas.
De la misma forma los precios del oro para el 2004 se valorizaban en US $ 407 dólares por onza troy y los volúmenes de exportación arribaban a los 5,956 mil onzas, léase cinco millones nuevecientas cincuenta y séis mil onzas.
Ello significa que los ingresos directamente recaudados por fisco, por impuesto a la renta y derechos de vigencia, fueron por sumas equivalentes a los US $ 316 millones de dólares que representaban el 4% en relación a las exportaciones mineras, que para dicho año sumaron los US $ 7,124 millones.
Si se tiene presente que las exportaciones de cobre (US  2,481 millones) y oro (US $ 2,424 millones) explican el 69 % de las exportaciones totales, podemos afirmar que por cada 100 dólares de ingresos por exportaciones, el estado captó apenas 4 dólares. Ello prácticamente en los inicios del “boom minero”, gracias a la demanda de la economía china que presionó a los precios de los metales al alza, contra todo pronóstico, se podría afirmar que el dinámico crecimiento de la economía china salvó a la economía mundial de una recesión.
2012: FIN DE LAS VACAS GORDAS
Entre los años 2004 al 2012 los precios y los volúmenes de exportación no cesaron de crecer, como que también aumentaron los ingresos fiscales, que prácticamente pasaron de los US $ 316 millones para sumar los US $ 3,275 millones, más de 10 veces, gracias a un incremento del impuesto a la renta captado, y a la vigencia de nuevas figuras tributarias como las regalías y el aporte voluntario que tuvo una vigencia temporal del 2007 al 2011.
En este período los precios del cobre transitaron en el 2004 de un valor de US$ 1.20 por libra, a un valor de US $ 3.46 dólares la libra, es decir se incrementaron 1.88 veces, es decir experimentaron una variación del 188%
También la producción de cobre para la exportación subió de un equivalente en el 2004 a las 941 mil toneladas métricas para llegar al 1,406 mil toneladas en el 2012. Es decir, la producción exportada del metal rojo se incrementó en un 49 %, gracias sobre todo a la segunda ampliación de la Mra. Cerro Verde que opera en Arequipa.
ORO POR LAS NUBES
De la misma forma los precios del oro para el 2004 se valorizaban en los US $ 407 dólares por onza troy y treparon en el 2012 a un precio promedio de US $ 1,672 dólares, es decir se multiplicaron por más de cuatro veces, gracias a sus funciones de reserva de valor, y atesoramiento ante los efectos de la crisis del 2008/2009.
Es más, los volúmenes de exportación aurífera que sumaron los    5,956 mil onzas, léase cinco millones nuevecientas cincuenta y séis mil onzas, se incrementaron a un nivel de 6,427 mil onzas. Es decir, hubo un incremento absoluto de 471 mil onzas en relación al 2004.
Por tanto, el efecto combinado del incremento de la producción y sobre todo de los precios del oro, explican el incremento del valor de exportación aurífera de US $ 2,424 millones de dólares en el 2004 para llegar a un valor de US $ 10,746 millones de dólares, equiparando prácticamente los ingresos de exportación del cobre.
En este período se verifica ya de forma creciente la diferencia entre la producción de oro exportado y la producción de oro declarado ante el ministerio de energía y minas por los productores formales. En la medida que el precio del oro se dispara, también se incrementa la rentabilidad del oro y el atractivo por la producción  ilegal e informal sube, el mismo que tiene graves consecuencias ambientales y fiscales pues estos volúmenes de oro informal no abonan impuestos ni regalías.
SE INCREMENTA LA PARTICIPACIÓN FISCAL
Para el  2012, el último año de las “vacas gordas” los ingresos fiscales llegaron a una cota alta para sumar los US $ 3,275 millones de dólares un poco menos a los obtenidos en el 2011 que arribaron a su máximo para alcanzar los US $ 3,448 millones de dólares.
Es también, el período donde se hicieron cambios en materia tributaria  con el establecimiento del gravamen minero para las empresas mineras que tenían contratos de estabilidad jurídica y tributaria vigente; también se creó el impuesto especial a la minería para las empresas mineras sin contratos de estabilidad, y se cambió la forma de fijar el valor de las regalías mineras. Todo ello a fines del 2011 a inicios del gobierno del humalismo.
Ello significó que los ingresos directamente recaudados por fisco el 2012, tanto por impuesto a la renta (US $ 2,448 millones), gravamen minero (US $ 357 millones), impuesto especial (US $ 167 millones) más las  regalías mineras nuevas (US $ 217 millones) y derechos de vigencia (US $ 81.6 millones), representaron  sumas equivalentes a los US $ 3,275 millones de dólares .
Estos ingresos directamente recaudados por el fisco, US $ 3,275 millones  representaron el 12% en relación a las exportaciones mineras, que para dicho año sumaron los US $ 27,467 millones. Es decir, que por cada 100 dólares de ingresos de exportaciones el fisco se quedó con 12 dólares, cantidad insuficiente por más que la Sociedad de Minería diga lo contrario.
2013/2018: VACAS FLACAS CON MÁS PRODUCCIÓN
En este período se verifica una tendencia general a nivel internacional de menores precios de los productos mineros. Así, la libra de cobre bajó de US $ 3.46 en el 2012 a US $ 2.74 dólares la libra, con tendencia a seguir disminuyendo, pues en los primeros siete meses del 2019 el promedio bordea los US $ 2.53 dólares la libra del metal rojo.
Para el mismo período, se constata la misma tendencia en el caso del oro. Así, la onza de oro bajó de US $ 1,672 en el 2012 a US $ 1,269 dólares la libra, con tendencia a una recuperación en el precio en razón de las expectativas por una recesión mundial, y la función de reserva de valor y atesoramiento presionan que al aumento del precio del oro.
Debiera ser evidente que la forma de enfrentar estas tendencias a la baja en los precios internacionales por el lado de las empresas, es con el aumento de la producción. En tal sentido, el salto cuantitativo del cobre es notable en el período pues se pasan de 1,404 mil toneladas en el 2012 a más de 2,488 mil toneladas en el 2018, con tendencia al aumento.
Este sustantivo incremento de la producción de cobre de más de un millón de toneladas adicionales se debe a la maduración de nuevos proyectos como Las Bambas, Toromocho, Constancia y a las ampliaciones de Mra. Cerro Verde, Antapaccay especialmente.
Lo mismo acontece con la producción para la exportación de oro que transita de 6,427 miles de onzas en el 2012 a 6,513 miles en el 2018. Sin embargo, el incremento más significativo es en la producción de hierro que pasa de los 10 millones de toneladas en el 2012 a los 15 millones en el 2018. Es decir, experimentan un incremento del 50 %.
Esta mayor de producción es posible con una mayor explotación de la fuerza de trabajo, con la tendencia al pago de menores salarios relativos, con una intensificación de la mano de obra contrata, ampliaciones en la jornada de trabajo y aumento de la productividad del trabajo.
Es decir, se persiste con las políticas de “cholo barato” que es una de las claves explicativas de la llamada “ventajas comparativas” que hace atractiva la inversión minera, la cual  debe sumarse a la baja presión tributaria de la minería formal más la grave informalidad sobre todo en la producción aurífera.
RESUMEN
Para el 2018 como resulta evidente en el cuadro respectivo se cae el impuesto a la renta recaudado pese a una mayor producción metálica para la exportación como también se derrumba el “gravamen minero” por el término de algunos contratos de estabilidad mineros, y la disminución de la producción aurífera en Mra. Yanacocha y Mra. Barrick por el factor agotamiento, entre otros considerandos.
Lo cierto es que en el 2018 todos los ingresos fiscales directamente recaudados por la actividad minera formal suman los US $ 2,111 millones de dólares que en relación a los ingresos de exportación mineros que fueron equivalentes a los US $ 28,823 millones de dólares. Es decir representan apenas el 7 %. Ello significa que por 100 dólares de exportaciones el fisco recibe apenas 7, lo cual no alcanza para una función estatal eficiente, por más que la Sociedad de Minería diga lo contrario.
En verdad, antes de cambios por una “nueva ley de minería” se debiera combatir la grave informalidad en la producción aurífera, incrementar la participación del fisco en la renta minera con aumentos en los derechos de vigencia, y sobre todo eliminar los beneficios tributarios y los contratos de estabilidad jurídica mineros que hasta el propio Banco Mundial, considera indebidos blindajes tributarios.






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