viernes, 26 de diciembre de 2014

¿QUÉ LE DEBEMOS AL COLEGIO MILITAR LEONCIO PRADO?

45 AÑOS DESPUÉS

ESCRIBE: MANCO ZACONETTI, JORGE (Investigador UNMSM)

“Entre 1950 y 1951, encerrado entre rejas corroídas por la humedad de La Perla, en esos días y noches grises, de tristísima neblina, leí y escribí como no lo había hecho nunca antes y empecé a ser (aunque entonces no lo supiera) un escritor (…..  ) Además, debo al Leoncio Prado haber descubierto lo que era el país donde había nacido: una sociedad muy distinta de aquella, pequeñita, delimitada por las fronteras de la clase media, en la que hasta entonces viví. El Leoncio Prado era una de las pocas instituciones- acaso la única- que reproducía en pequeño la diversidad étnica y regional peruana”
Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa VII Promoción del CMLP

En lo personal como egresado del Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP) miembro de la XXIV octava sección, Promoción 1967/1969 debo reconocer las deudas que tengo con un colegio militar formativo que recibía estudiantes a partir del tercero de media, y de los cuales de sus promociones han egresado destacados profesionales, militares, empresarios, deportistas, diplomáticos al servicio del país.

Seguramente a nivel intelectual el nombre de Mario Vargas Llosa (MVLL) sea el más conocido, pues es el único galardonado con un premio Nobel en el país, y cuyo libro “La Ciudad y los Perros” entre la realidad y la imaginación reproduce hechos, personajes, circunstancias inspiradas en la vida cotidiana del colegio.

A nivel intelectual como escritores también destacan egresados del CMLP como Manuel Scorza Torres, Carlos Malpica Silva Santisteban, Herbert Morote Rebolledo, César Hildebrant, Isaac Goldemberg Bay, Carlos Garayar, y la lista sería mayor, etc.

Es más, Varga Llosa en su libro “El Pez en el Agua” que tiene como subtítulo Memorias le dedica todo un capítulo a su experiencia leonciopradina, en una especie de balance y liquidación reconoce la importancia de su paso por las aulas del CMLP. En ese mismo sentido, me interrogo sobre las deudas, los pasivos que podríamos tener con el colegio militar ¿Cuál ha sido su contribución en la vida de cada uno de sus egresados? ¿En qué medida sus experiencias han marcado nuestras vidas?

En nuestro caso, la pregunta resulta pertinente pues han pasado 45 años desde que dejamos sus aulas en 1969 cumpliendo lo que se llama las bodas de záfiro, y la promoción XXIV gracias a su junta directiva presidida por Ricardo Benavides Ramírez general (r) PNP, lo ha celebrado con un alegre reencuentro donde asistieron 74 ex cadetes con sus respectivas parejas, de una promoción que tuvo más de 340 egresados, de los cuales 46 han fallecido a la fecha, y donde muchos de sus miembros radican en el exterior y en provincias, y nos estamos preparando para celebrar las bodas de oro.

ALGUNAS EXPERIENCIAS

En verdad, para un muchacho de 13 o 14 años la vida de internado en un colegio militarizado tiene fundamental importancia para mal o para bien. En especial en el primer año, donde prácticamente sobreviven los más fuertes ante una serie de abusos, golpes en el pecho, ranas, ángulos rectos, insulsas marchas y contramarchas, en fin prácticas de la vida militar donde los cadetes de quinto y cuarto año, se desquitaban a su vez de los abusos heredados del pasado; acciones todas propias de la vida militar bajo el supuesto de la formación del carácter.

En tal sentido, lo primero que debo agradecer al CMLP en ese objetivo de “hacerse hombrecito” es el valerse por sí mismo, pues ya no tienes a los padres, hermanos mayores o amigos del barrio que salgan en tu defensa. Esta experiencia formativa te prepara para la dura vida, donde el éxito o fracaso depende del esfuerzo personal, inteligencia, viveza en el buen sentido de la palabra.

Esta capacidad de adaptación ahora se llama resilencia, es decir ante lo nuevo e inesperado, la persona tiene la virtud de aprovechar los elementos positivos y limitar los aspectos negativos. La capacidad de sobrevivencia sobre todo cuando se tiene la condición de “perro” (tercer año), es decir, sujeto a las prácticas muchas veces abusivas de oficiales, y de estudiantes de años superiores, denominados vacas (quinto año) y chivos (cuarto año)

Esa disciplina y responsabilidad en tus actos que se te impone es un activo que permitirá asumir mayores retos en la adultez. Recuerdo al respecto al profesor de historia universal, Buse de la Guerra, cuando reproduciendo las batallas de Napoleón Bonaparte, diría “un segundo antes de la hora no es la hora, un segundo después de la hora no es la hora, la hora es la hora”.

La puntualidad en nuestros compromisos no es una práctica valorada en nuestro país, y todavía es célebre la llamada “hora Cabana” para recordar la impuntualidad del ex presidente Toledo, que entre resacas siempre llegaba tarde a las obras por inaugurar.

Un segundo aspecto que debo reconocer como deuda y aporte del CMLP a la formación de los jóvenes se relaciona por lo menos en los años que fui cadete, con la calidad de sus docentes. Era todo un privilegio haber tenido como profesores a docentes que eran a su vez catedráticos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Pontificia Católica o Universidad de Ingeniería.

Muchos de ellos eran profesores que tenían editados sus libros en la propia imprenta del CMLP como el profesor de matemáticas Flavio Vega Villanueva, el de castellano Santillán Arista, el de química Laffose, el de biología, etc.

Como lo escribe MVLL “Había excelentes profesores, como el de historia universal -Aníbal Ísmodes- cuyas clases yo escuchaba entusiasmado. Y el de física…” Es verdad, todavía los egresados de la XXIV tuvimos la suerte y el privilegio de tener profesores de primer nivel.

Si bien algunos de nuestros compañeros se “especializaron” en sustraer de la imprenta los exámenes cuyas copias se podían tener antes de los exámenes previo abono en dinero o en especie, debo reconocer que la disciplina impuesta de estudiar después del rancho de 20 a 22 horas todos los días es una práctica que ha marcado mi vida profesional como investigador.

Como olvidar la biblioteca del CMLP con sus viejos libros de la I Guerra Mundial donde nació en mí el interés por el estudio de los conflictos, de las guerras mundiales; después de todo entre la primera guerra y la segunda existe un interludio de menos de 22 años, por ello en la historia de los conflictos en una visión de largo plazo, para muchos historiadores se trata de un mismo conflicto por el reparto de las esferas de influencias y luchas por los mercados a nivel mundial.

En tercer lugar, ante la coyuntura especial que vivimos 1967/1969 el CMLP y el país con la experiencia política del gobierno de la fuerza armada, con el general Juan Velasco Alvarado y las reformas sociales y económicas que cambiaron el rostro del Perú, gozamos de ciertos privilegios.

En especial recuerdo la noche del 3 de octubre de 1968, donde el oficial de la compañía convocó a los cadetes de cuarto año y quinto para patrullar las calles del Callao para prevenir los posibles desmanes o las protestas que pudiera haber ante el golpe militar. Así, en transportes militares armados con viejos fúsiles máuseres con una dotación de cinco cartuchos para cada uno, recorríamos las avenidas y calles de la provincia constitucional, y no teníamos más de 15 o 16 años.

En el mismo sentido, como nuestro galardonado literato recuerda con afecto y aprecio sus visitas turísticas al barrio rojo de Huatica en el distrito de La Victoria, en nuestro caso se trataba del reconocido Trocadero, nombre de un célebre local parisino, donde se debutaba sexualmente en los burdeles del Callao.

En verdad, era un privilegio tener el carnet del CMLP, con quince años, con la cabeza al rape y pasar sin problemas la seguridad de la portería, cuando otros visitantes con 19 0 20 años eran detenidos por minoría de edad, pues había que tener 21 años para ser considerado mayor de edad. ¡Supongo que eran las ventajas de pertenecer a una institución militar!

Con la Junta Militar de Gobierno las condiciones de vida, en especial el rancho mejoró, sin embargo como olvidar la mezcla de día y noche de los frijoles con el arroz con un pedazo de carne que parecía de suela; un plato criollo que se conoce como “tacu tacu” era el menú por lo menos en dos días de la semana.

En la vida militar no podía haber engreimientos a la hora del rancho, pues ante los ejercicios diarios, los castigos, el cuerpo demandaba proteínas, calorías y vitaminas. Por ello el desayuno, almuerzo y cena eran de los más esperados, en especial los jueves donde había rancho especial con helados incluidos, que como jefe de mesa se duplicaba.

En cuarto lugar, en el marco de la formación militarizada se trataba de cumplir con el precepto griego de “mente sana en cuerpo sano” por ello el fomento de los deportes era una práctica obligatoria, de allí que era menester después de las clases de la tarde practicar alguna disciplina desde el futbol, basket, natación, ajedrez, artes marciales.

Esta dedicación deportiva se fortaleció en el año 1969 cuando como estudiantes internos tuvimos el privilegio de ver “in situ” a la selección peruana de fútbol que eliminó después al seleccionado argentino en Buenos Aires con el célebre empate dos a dos.

Ver al maestro Didí con los jugadores que en México 70 brillaría con Perico León, Nicolás Fuentes, Chito La Torre, el cirujano Campos, Gallardo, Chumpitaz fue todo un privilegio. Son esas experiencias que te marcan la vida pues demuestra que con trabajo y planificación los peruanos podemos alcanzar y lograr grandes éxitos, como fue ir al mundial por mérito propio.

En quinto lugar, mi promoción la XXIV fue la primera que se acogió a la formación para oficiales de reserva luego de terminar el quinto año. Por ello, estando en el año 1969 se abrieron las posibilidades de elegir un arma respectiva que podría ser la infantería, caballería, comunicaciones, artillería.

En nuestro caso, habiendo elegido el arma de artillería seguíamos los sábados en la mañana clases de instructores en el cuartel de Pueblo Libre donde estaba el Grupo de Artillería de Campaña Nº 2. En tal sentido fue toda una experiencia tener 16 o 17 años y poder disparar obuses de calibre 105 que los Estados Unidos de Norteamérica transfería al Ejército Peruano, después de haberlos utilizados en la guerra de Vietnam.

En mi caso, como apuntador, abastecedor, y hacer el disparo de una pieza de artillería de esa magnitud, constituyen experiencias que uno nunca podrá olvidar. Después de todo nos preparábamos para la guerra con Chile, para supuestamente recuperar Arica antes del centenario de la guerra del guano y salitre.

Este acendrado nacionalismo que lindaba a veces con un chovinismo también ha ejercido una fuerte influencia en nuestra formación que solamente la lectura, la reflexión y las relaciones con amistades de países vecinos ha podido superar.

Después de todo durante tres años 1967/1969, en la mañana, tarde y noche, repetir ¡Viva el Perú, muera Chile y Ecuador! Ejerce una influencia, y seguramente en Chile harían lo mismo contra el Perú. Todavía no entendemos que los problemas de América Latina son comunes, y que la guerra que tenemos que enfrentar es contra la pobreza y el subdesarrollo.

Por último, el haber convivido durante tres años con camaradas y amigos de la XXIV Promoción que a pesar del tiempo transcurrido, en especial a los compañeros de la octava sección, tiene un sentido de fraternidad y hermandad muy profundo.

Ello lo pude comprobar en la última reunión organizada el 13 de diciembre del 2014, en el chifa Real Club de San Isidro donde pude ser testigo de excepción del sentimiento leonciopradino con los reconocimientos a los destacados promocionales. En verdad, una fiesta emotiva preparatoria para los festejos por los 50 años, donde los lazos se deben fortalecer más aún.


1 comentario:

Carlos Rivas Robles dijo...

Me agradó el escrito.
Felicitaciones a Jorge, su autor y a todos los integrantes de la XXIV Promoción en la persona de su presidente Ricardo Benavides.
Carlos Rivas Robles
Ex Cadete CMLP IX Prom.
Crl. Art E.P.(r)

P.D. Fui instructor de los cemelepinos que concurrían al Curso de Artillería en la División Blindada el año 1970.