sábado, 6 de enero de 2018

GRANDEZAS Y MISERIAS DEL METAL ROJO

¿RECUPERACIÓN DE LOS PRECIOS DEL COBRE?

ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI

El Perú en los últimos tres años ha desplazado a la China Popular en la producción mundial de cobre, ocupando el segundo lugar en la producción del metal rojo. El primer responsable de la producción global es Chile, el país del célebre protagonista de la tira cómica Condorito que tanta notoriedad ha tenido en el congreso del Perú, para vergüenza nuestra. Antes del 2006 no producíamos anualmente un millón de toneladas de cobre equivalente (TMF), y al cierre del 2017 hemos de superar los 2.5 millones de toneladas de cobre entre concentrados y finos.

El amable lector debe interrogarse ¿Qué importancia puede tener para el ciudadano de a pie que puedan mejorar los precios del cobre? ¿Cuáles son los efectos de la mayor producción cuprífera y del mejoramiento de los precios para el país? ¿Qué tan favorable y sustentable es que sigamos produciendo y exportando como en los rumberos años cincuenta del siglo pasado, concentrados de cobre, en lugar del cobre fino?

En primer lugar, se debiera tener presente que el aumento de la producción del metal rojo no es exclusivamente  un mérito empresarial ni mucho menos resultado de las leyes que supuestamente rigen el “libre mercado” que solamente existen en los libros de texto de economía.

Los ciudadanos de izquierda, derecha y centro, debieran saber que parte del esfuerzo para el aumento de la producción ha sido posible a una serie de beneficios tributarios, a una menor recaudación del fisco en relación al impuesto a la renta. Para ello las empresas mineras han hecho uso de la ley de reinversión de utilidades por el cual podían por ejemplo deducir hasta el 80 % del impuesto a la renta, siempre y cuando se reinvirtiese en la ampliación de la capacidad de planta.

Así, en lugar de pagar 100 soles de impuesto solamente abonaban 20, y a futuro con una mayor producción el estado obtendría mayores ingresos. Esta realidad constituye música celestial para las empresas, y las ampliaciones de la Mra. Cerro Verde, Mra. Antamina, Tintaya/Antapaccay, entre otras fueron posibles gracias a estos beneficios tributarios incorporados en los contratos de estabilidad jurídica y tributaria que hasta el FMI y el Banco Mundial cuestionan pues constituyen escudos fiscales a favor de las empresas e impiden una mayor recaudación de ingresos para la lucha contra la pobreza.

La justificación y hasta cierto punto el “cuento chino”, ha sido que el estado deja de percibir el impuesto a la renta en un período dado, para percibir un mayor impuesto gracias al incremento de la producción futura. En otras palabras, el incremento de la producción ha sido posible porque todos los peruanos nos ajustamos los cinturones para financiar la mayor producción.

Esto nunca lo van decir los acólitos y ayayeros de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, que en verdad debiera cambiar de nombre y llamarse Sociedad Transnacional de Minería, Petróleo y Energía, por la participación gravitante de las grandes empresas transnacionales en el sector más importante de la economía peruana.

OTROS BENEFICIOS TRIBUTARIOS
En verdad, existen una serie de beneficios tributarios como la depreciación acelerada hasta el 20 % anual que se carga a los costos lo cual permite incrementar el flujo de caja. Igualmente como sector exportador la minería tiene el beneficio de la devolución del IGV (18%) pagado por los bienes y servicios utilizados para hacer posible la exportación. Como en la práctica el 95 % de la producción cuprífera se destina a la exportación y solamente la diferencia se queda en el mercado interno, todos los peruanos dejamos de percibir este ingreso fiscal, que buena falta nos hace.
La lógica perversa que justifica esta devolución del IGV a las empresas mineras es que en un mercado globalizado “no se exportan impuestos”. Cuando lo cierto y evidente es que más del 75 % de las transacciones mineras se realizan a través de relaciones entre matriz y filial, o entre empresas vinculadas con precios a futuro, precios de transferencias, sobrecostos etc. donde con el gran poder de mercado que tienen las empresas transnacionales se almuerzan o negocian con ventaja frente a la Sunat, el Ministerio de Energía y Minas y al propio Ministerio de Economía.

PRODUCCIÓN CHINA EN PERÚ

En segundo lugar, con la producción de concentrados de cobre al mes de octubre del 2017 frente al período similar del 2016 resulta evidente que la producción se ha incrementado de 1,943,732 entiéndase un millón novecientas cuarenta y tres mil toneladas finas a 2,013,834, léase dos millones trece mil toneladas lo cual representa una variación incremental de 3.6 %, mientras los precios de exportación del cobre han aumentado en un 29.5% para el mismo período.

A nivel de las empresas productoras de cobre que operan en el país, según lo expuesto en el “Ranking de la Producción de Concentrados de Cobre en Perú a Octubre del 2017” solamente las empresas de capitales chinos como la Mra. Las Bambas y Mra. Chinalco Perú S.A. incrementan la producción de concentrados, como se puede observar en el cuadro.

El esfuerzo significativo de Las Bambas al transitar de 266,177 toneladas a 372,022 toneladas, es decir con un incremento absoluto de más de 105 mil toneladas en el período enero/octubre del 2016 en relación al 2017, lo cual significa una variación de 39%, dice bastante del comportamiento de los capitales chinos.

Sabía usted amable lector que en última instancia el directorio de Las Bambas que opera en Apurímac y de Chinalco en Yauli/Junín está representado por los miembros del Partido Comunista Chino que de manera acelerada están aprendiendo a manejar y administras proyectos de envergadura como los que existen en nuestro país, bajo los principios del “capitalismo salvaje” de recuperación de las inversiones y ganancias aceleradas.

En el marco de la competencia y rivalidad de la China Popular con la potencia todavía hegemónica pero decadente como los Estados Unidos de Norteamérica, en el largo plazo la China tiene al Perú como una base cuprífera de la mayor importancia mundial. Es más, cuando Las Bambas y Chinalco alcancen la madurez productiva con 500 mil toneladas y 250 mil toneladas respectivamente en concentrados de cobre, prácticamente el primer productor de cobre en el Perú, será la China Comunista.

ESTADO Y RENTA MINERA

Al margen de lo que puedan decir los liberales criollos, lo cierto y evidente es que los estados como China y Chile mantienen importantes empresas estatales en la industria cuprífera, de allí que no sea una casualidad histórica que el primer productor mundial sea nuestro vecino del sur y la empresa líder a nivel global sea la Corporación Chilena de Cobre (Codelco) que tiene ella sola una producción como empresa cercana a los 2.5 millones de toneladas. Es decir, toda la producción cuprífera del Perú se equipara a la producción de la estatal Codelco.

Los liberales criollos y lobistas como PPK nunca reconocerán que parte del modelo económico exitoso chileno que prácticamente hemos copiado gracias al fujimorismo de los noventa del siglo pasado, se debe a la participación del estado en la explotación cuprífera. ¡Después de todo el respeto a las instituciones y la fuerza de la regulación estatal no se pueden imitar!

Gracias a la intervención del estado chileno, sea bajo administración de las derechas o socialistas, Codelco es una empresa que se apropia de la renta minera, que le permite obtener utilidades, impuestos, royalty (regalías) y financiar a través de la “Ley Reservada del Cobre” la modernización y armamentismo de las fuerzas armadas chilenas. Ello significa que al margen de las utilidades que genera Codelco como empresa, y los impuestos y regalías que debe abonar al fisco, aparte de ello destina el 10 % de los ingresos de exportación para la modernización de sus fuerzas armadas.

En nuestro país gracias a un cuestionado proceso de privatización en el sector minero el estado no tiene ninguna participación directa en la producción minera. Es un ente pasivo que capta solamente el impuesto a la renta, es decir lo que buenamente declaran las empresas, y otros ingresos deducibles como las regalías mineras, el impuesto extraordinario y el gravamen minero.

CONCENTRADOS VERSUS FINOS

En tercer lugar, de todas las empresas responsables de la producción de los concentrados de cobre, la única empresa que transforma localmente los concentrados extraídos en cobre fino, como alambrón de cobre, cátodos con un 99.9 % de pureza es la cuestionada Southern Perú Copper Corporation (SPCC) cuyo mayor accionista es el Grupo México.

Todas las demás sin excepción extraen concentrados de cobre que desde el punto de vista productivo constituye un proceso primario de producción, con chancado, y un procesamiento elemental, etc. Prácticamente de los 2.5 millones de toneladas solamente la producción de SPCC es integrada, un promedio de 310 mil toneladas y se exporta como cobre fino apto para la industria y transformación. Por tanto, el grueso se produce y exporta como concentrado, para ser refinado en Europa, Japón, Corea, y la propia China Popular.

Ningún liberal le va decir amable lector los millones de dólares que el estado peruano deja de percibir, pues en los concentrados de cobre, también se extraen mediante un proceso minero metalúrgico de fundición y refinación, derivados mineros como la plata, oro, molibdeno, cadmio, litio, bismuto, teluro, antimonio etc.
Estos derivados suelen estar en los concentrados de cobre, concentrados de plomo, zinc, plata de allí la importancia del proceso minero metalúrgico, un proceso industrial que permite un mayor agregado y por tanto un mejor precio.

Sin embargo, en nuestro país los liberales criollos ensimismados por el “libre mercado” que solamente existe en los libros de texto, se oponen a que el estado invierta en plantas de refino dado que ningún  privado lo haría si es que no tiene asegurado el suministro de los minerales.

Es más, lo más avanzado que se tenía del proceso minero metalúrgico como el complejo de La Oroya, está paralizado desde el 2010, gracias a las políticas privatizadoras, pues al transferirse al sector privado de manera fragmentada las unidades mineras (Cerro de Pasco, Andaychagua, San Cristóbal, Morococha, Casapalca etc.) por un lado, separadas del complejo metalúrgico se fracturaba la unidad técnica material. En otras palabras, sin minas propias el complejo metalúrgico resulta inviable en el largo plazo, al margen de las normas ambientales que se puedan imponer.

En resumen, si bien es importante y favorable para el país un mejoramiento de los precios del cobre y otros minerales, ello no es sustentable en el tiempo, pues los precios son cíclicos, volátiles, hasta cierto punto de vista especulativos. De allí, que debemos industrializar la actividad minera, y en lugar de exportar concentrados de cobre como en la época del mambo de Dámaso Pérez Prado, debiéramos producir y exportar cobre fino, como decisión soberana del Estado, que teóricamente es el titular a nombre de la Nación de los recursos naturales no renovables como los minerales.



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