ESCRIBE: JORGE MANCO
ZACONETTI (Investigador UNMSM)
El
20 de octubre la UNMSM en la persona del Vice Rector de Investigaciones rindió
un justo homenaje a la persona y figura del patriarca de la minería peruana
Ing. Alberto Benavides de la Quintana nacido en Lima el 21 de octubre 1920 y
fallecido el 12 de febrero del 2014.
Al
margen de los merecimientos empresariales, profesionales, y personales
constituyó un acto de justicia el reconocimiento de nuestra casa de estudios a
uno de los más importantes empresarios peruanos, que forjó su fortuna “desde
abajo” renunciando a la seguridad económica que le otorgaba el empleo en la
transnacional Cerro de Pasco Corporation, o a los cargos públicos que hubiese
podido obtener por su origen familiar, como muchos miembros de la vieja
aristocracia limeña.
La
historia de la minería y del país está relacionada con la trayectoria vital de
Don Alberto al cual tuve la suerte de conocer personalmente en el 2006 en las
instalaciones de Minera Buenaventura, gracias a las gestiones de un amigo
allegado a la familia.
Sin
embargo, como investigador del sector minero conocía la trayectoria de uno de
los más importantes capitalistas peruanos que fue identificado como parte de
los “12 apóstoles” en el primer gobierno del presidente Alan García, y cuya
fortuna está relacionada con el fortalecimiento patrimonial del Grupo
Buenaventura.
Si
algo me impresionó en la personalidad de Don Alberto fue su proverbial modestia
y profundo amor al Perú, el cual conocía de cabo a rabo, pues por su
trayectoria profesional de geólogo conocía todas las cabeceras de cuencas
andinas, viajando a “lomo de mula” En tal sentido, me pregunto cuántos
intelectuales o detractores de la minería conocen “in situ” las alturas del
país, sobre los 4 mil metros de altura una posibilidad de desarrollo constituye
la actividad minera con la debida responsabilidad ambiental y social.
Si
a ello se le agrega eso que llama Max Weber en la “Ética Protestante” en la
formación del Capitalismo, el sentido de
fomentar la responsabilidad en nuestros actos, del trabajo duro y disciplinado,
la cultura del éxito, la propensión al ahorro, donde la mejor forma de servir a
Dios es creando riqueza.
Expresión
de su sencillez y modestia es la austeridad de su residencia que era la misma
desde la década de los años cincuenta en el corazón de Miraflores, a diferencia
de los “nuevos ricos” que hacen espectáculo de su riqueza migrando a los nuevos
barrios, o con departamentos en París.
Podemos
discrepar con los intereses que representa la Mra. Buenaventura y otras mineras
que promueven un viejo modelo de producción para la exportación sin mayor valor
agregado, pero ello es problema que corresponde a la política económica y a la
naturaleza del Estado en el Perú.
Igualmente
podemos cuestionar la condición de los trabajadores sobre todo de las contratas
en el conjunto de sus operaciones con salarios que no guardan correspondencia
con la riqueza creada, pero no podemos dejar de reconocer que se trata de una
empresa de capitales peruanos, cuyos excedentes económicos se quedan en el país,
se capitalizan internamente a diferencia de otras mineras cuyas utilidades se
remesan al exterior.
Es
más, gracias a la visión de don Alberto Benavides de la Quintana, Mra.
Buenaventura se ha posicionado como una de las más importantes empresas mineras
de oro y plata en el mundo, con cotización en la Bolsa de Valores de New York.
Recuerdo
que entre los diversos temas tratados en una grata y extensa conversación tres
asuntos me impresionaron de la personalidad y dimensión humana de don Alberto,
como empresario identificado con el país.
Uno
se relaciona con la responsabilidad que asumió en el proceso de privatización
de Centromín Perú a inicios de los años noventa durante la dictadura
fujimorista. Siendo presidente de la comisión especial de privatización (CEPRI)
se negó a la venta fragmentada, por partes de Centromín. Es decir, prefirió
renunciar antes que avalar un proceso anti técnico, lesivo a los intereses
públicos, de vender la principal minera estatal en ese entonces de manera
separada: unidades mineras por aquí, planta eléctrica por allá, complejo
fundición y refino de La Oroya acullá, líneas ferroviarias, etc.
Recuerdo
la expresión que justificaba su renuncia a la presidencia de la CEPRI de vender
las unidades mineras separadas del complejo minero metalúrgico de Centromín
Perú, pues equivalía a tratar de “vender un automóvil sin motor”.
Es
más, las consecuencias de haber privatizado por partes las diversas unidades de
lo que fuera Centromín Perú, San Cristóbal, Andaychagua, Cerro de Pasco,
Morococha, Casapalca, etc., por un lado, separadas del complejo minero
metalúrgico de La Oroya, se están verificando ahora, con el cierre desde mayo
del 2009 del complejo.
En
segundo lugar, la apuesta por la innovación fue un tema recurrente en don
Alberto, prueba de ello es la continuidad y el fortalecimiento del Grupo
Buenaventura como grupo económico, a diferencia de otros grupos empresariales
que se debilitaron como los Arias Dávila, los Gubbins, Rodriguez Mariátegui que
en un momento tuvieron una igual o mayor fuerza económica.
Prueba
de ello fueron las inversiones en el Consorcio Hidroenergético de Huancavelica
(CONAHUA) para autonomizar la generación de energía a las unidades de
Buenaventura mientras otras empresas dependían de la quema de petróleo en los
generadores térmicos o compraban a terceros la electricidad para sus
operaciones.
En
tercer lugar, en la madurez de su vida asumió una preocupación central ante los
efectos del “calentamiento global”, con la desaparición de los glaciares en los
nevados andinos. De allí, el reconocimiento de la responsabilidad que tiene el
sector minero con una frase emblemática: La Minería debe sembrar agua.
En
especial, las posibilidades de desarrollo de la actividad minera deben estar en
concordancia con el medio ambiente, una problemática reciente que antes de los
años noventa no tenía la importancia que tiene ahora. En ese sentido, la
minería como principal actividad económica del país debe resolver el problema
del agua, en cantidad y calidad en especial en las provincias andinas, donde
los millones de metros cúbicos de agua de lluvia se pierden en la mar.
A
pesar de los problemas sociales de Mra. Yanacocha en Cajamarca, Don Alberto era
optimista en relación a las posibilidades de desarrollo que tiene la actividad
minera tanto por el poder de compra que genera a través de la fuerza de trabajo
directa o indirectamente empleada, generando un efecto multiplicador del
consumo, como de las compras locales de bienes y servicios, y de los impuestos
generados, a pesar del permisivo régimen tributario.
De
allí la necesidad de buscar los mayores consensos sociales para fomentar la
actividad minera con responsabilidad social, responsabilidad ambiental y
tributaria.
Por
ello, como parte del homenaje de la UNMSM me permito citar textualmente el
Discurso de Orden del congresista aprista José Carlos Carrasco Távara en el
homenaje que le rindió la Comisión de Energía y Minas al Ing. Benavides de la
Quintana en el 2002.
“Discurso de Orden
pronunciado por el congresista José Carlos Carrasco Távara, el 24 de julio del
2002 como Presidente de la Comisión de Energía y Minas en el otorgamiento de la
Gran Cruz del Congreso de la República al Ing. Alberto Benavides de la
Quintana":
“No es usual entre los peruanos
reconocer los méritos de nuestros conciudadanos. Esperamos el manto de la
muerte para rendir homenaje a los peruanos y peruanas ilustres, como un acto
compensatorio y de desagravio tardío. Por ello mismo el primer peruano
Garcilazo de la Vega, decía que el Perú se comportaba como “madre de los
extranjeros y madrastra con sus hijos”. No ha sido este el caso de la Comisión
de Energía y Minas que me honro hasta ahora en presidir. La misma que en un
acto de reconocimiento a las múltiples calidades humanas y profesionales acordó
en una de sus últimas sesiones proponer al Presidente del Congreso (Dr. Carlos
Ferrero) y Consejo Directivo la Medalla de Honor del Congreso de la República
del Perú, el otorgamiento de la Medalla de honor en el grado de Gran Cruz al
señor ingeniero Don Alberto Benavides de la Quintana, pionero y maestro de la
minería peruana.
No cabe duda de la importancia de la minería en
nuestro país tanto por la generación de divisas, por la actividad
descentralizada que tiene y su impacto regional, por su efecto multiplicador en
la industria, y su contribución fiscal. El constatar que el Perú ocupa hoy en
día el 2º lugar como productor mundial de plata y estaño, el 4º productor
mundial de zinc y plomo, el 7º de cobre y el 8º de oro, sin contar la presencia
de los minerales raros. Ello nos hace olvidar que detrás de tales guarismos, de
la producción y exportación están los hombres de carne y hueso, como diría
Honorato Balzac “con sus miserias y grandezas”, con sus angustias y
frustraciones, con sus sueños y utopías. En tal sentido, a pesar de las
diferencias que pudieran existir no podemos dejar de reconocer el profundo amor
y dedicación de don Alberto por el Perú.
Por tanto, el rendir
homenaje a don Alberto Benavides constituye un acto de justicia y de
reconocimiento a toda una vida dedicada a la minería. Estamos hablando a una
vida que como él mismo la reseñara tuvo que navegar en contra de la voluntad de
su señor padre Don Alberto Benavides Diez Canseco que lo prefería sentado en un
cómodo buffet de abogado. Por ello, ante la temprana decisión por estudiar en
la Escuela de Ingenieros a la cual ingresó hacia los años de 1937 en el segundo
lugar entre los 500 cachimbos para adoptar la especialización minera, a su
señor padre le pareció tal decisión “un disparate” expresando con su manto
protector “¿De dónde va a salir tu dinero? Me preguntaba, tú no sabes lo que es
la minería, ni siquiera conoces la sierra”.
Hoy, podemos
constatar con una grata satisfacción que don Alberto sí sabe de dónde sale su
dinero, que como ejemplo y paradigma para otros empresarios se ahorra e
invierte en nuestro país, generando empleo, divisas, tecnología. Sólo bastaría
registrar este hecho de “ahorrar e invertir” en el país lo que lo hace
grande a Don Alberto Benavides de la
Quintana. Más, otras son también las cualidades del homenajeado que sumadas a
su proverbial modestia, lo hacen grande. Estoy seguro que él dirá que la
condecoración que hoy el Congreso le otorga es también el reconocimiento a sus
maestros de la antigua Escuela de Ingenieros, de sus profesores de Harvard, a
sus más cercanos colaboradores y familia que lo han acompañado en estos
fructíferos ochenta y dos años.
No se trata con estas
palabras de resumir toda una vida dedicada a la minería, que empezó
tempranamente desde sus primeras prácticas hacia 1938 en la mina de San Antonio
de Poto en el primer año de estudios, que
yace en Puno a más de 5,000 metros de altura a su participación actual
en el directorio de la Minera Buenaventura, Yanacocha y Antapite. Seguramente
con estas palabras Don Alberto esté recordando al señor Braulio Albornoz,
administrador de San Antonio que le enseñó a los 18 años el manejo del teodolito
y las primeras lecciones prácticas de minería.
Se trata de encontrar
hitos, por decirlo de una manera “cortes geológicos” en la vida de un hombre
exitoso, generoso, pero sobre todo “amante del país”, que como dice con orgullo a pesar de las
críticas del investigador Carlos Malpica a los préstamos del Fondo de
Compensación Minera (FOCOMI) en su libro “Los dueños del Perú” tuvo que
reconocer hidalgamente: “Tengo que decir en honor a la verdad que el grupo
Benavides sí pagó el FOCOMI”.
Repito que se trata
de identificar esos puntos de quiebre. La Comisión de Energía encuentra que el
primero está identificado con la adquisición en 1953 de la mina de Julcani a la
Sociedad Suizo Peruana Julcani S.A. cuyo presidente era el peruanista suizo
Bruno Tschüdi. La compra de tal mina ubicada en Huancavelica dio lugar a la
formación de la Compañía de Minas Buenaventura S.A. Cabe señalar que don Alberto tenía casi la
edad de Cristo, y era por vez primera empresario minero. Allí empezó esa
cimiente que fue creciendo para bien del
país con las minas Recuperada, Orcopampa, Uchuchacua etc.
El otro, está
relacionado con Minera Yanacocha S.A. donde Minera Buenaventura participa con
sus asociadas con más del 44 por ciento del accionariado siendo el principal
accionista la transnacional Newmont, y con una participación el brazo
financiero del Banco Mundial (IFC). Este constituye un feliz ejemplo de cómo
pueden participar los capitales nacionales asociados a las grandes empresas que
aportan tecnología y capitales. La explotación de las reservas de oro de los
depósitos epitermales de alta sulfuración como Yanacocha y Pierina han
convertido al Perú en el octavo productor mundial de oro. Todos esperamos que
se descubran nuevas Yanacochas y Pierinas, pues estos yacimientos siempre han
existido y ha sido el ingenio del hombre, la creatividad, la tecnología, el
aporte del capital privado lo que ha hecho posible la explotación de tales
reservas. En esta gesta como geólogo y empresario don Alberto ha jugado un rol
fundamental.
En verdad, múltiples
son los méritos profesionales, empresariales, docentes y humanos los que
obligan en un acto de reindivicación histórica el otorgamiento de la Medalla de
Honor del Congreso de la República del Perú, a don Alberto Benavides de la
Quintana. En tal sentido, ha sido un alto honor para la Comisión de Energía y
Minas recomendar tan alta distinción para un peruano ilustre, que sin lugar a
dudas, es pionero y maestro de la minería peruana”
Muchas
Gracias
José Carlos Carrasco
Távara
Presidente de la
Comisión de Energía y Minas de Congreso de la República
24 de julio del 2002