No debiera estar en discusión la urgencia de la modernización de la más importante refinería que tiene PetroPerú en la ciudad de Talara-Piura, a casi
El problema es cualitativo más que cuantitativo, cifras más, montos menos a nivel internacional se tienen parámetros conocidos sobre lo que costaría en el tiempo una refinería nueva. En tal sentido, la necesidad de modernizar la Refinería de Talara debiera ser un imperativo categórico que debe procesarse con la debida transparencia, cuestión que está en la agenda de la nueva administración de la petrolera estatal.
En el discurso refinero se afirma que la inversión en una nueva refinería bordea los 25 mil dólares por barril, así una refinería moderna con una capacidad de procesamiento de 100 mil barriles diarios saldría costando unos 2,500 millones de dólares. Esto constituye un referente pues las experiencias de México y Brasil señalan costos mayores.
En el caso de la refinería de Talara que está lejos de ser una “refinería amarrada con pita” como sostenía el discurso privatizador de los años noventa, es una unidad rentable y eficiente que acaba de ser reconocida con el Premio Nacional a la Calidad como empresa Líder, esto demuestra lo que pueden hacer los peruanos cuando existe vocación nacional de desarrollo, y trabajadores identificados con su empresa.
Debo presumir que el Comité de Gestión a la Calidad conformado por 20 instituciones del gobierno, educativas y gremios empresariales han sido objetivos, exigentes e imparciales en el reconocimiento a la Refinería de Talara como modelo de excelencia, lo cual dista mucho del discurso privatizador que “a priori” califica de ineficiente la gestión estatal. Por tanto, este es un mérito sobre todo de la administración anterior que fue duramente cuestionada por el llamado “escándalo de los petroaudios”
El problema central es de fondo, y se relaciona con la evolución de la crisis financiera mundial, donde dos empresas responsables una de la construcción como Técnicas Reunidas de España y la Societé Generale de Francia encargado de buscar el financiamiento y establecer los mecanismos del mismo, están experimentando fuertes problemas económicos, a tal punto que la Societé Generale, el segundo banco francés más importante de dicho país está al borde la quiebra.
Evidentemente, al margen de los montos requeridos de más de 1,700 millones de dólares, los costos de la modernización de la Refinería de Talara tenderán a subir en la medida que la crisis financiera afecte el costo del capital, se incremente el riesgo, sea mayor la incertidumbre y los pedidos de construcción en el tiempo se hagan más exigentes.
Esta realidad se dificulta con la propia situación económica financiera de PetroPerú que con utilidades netas menores a los 400 millones de nuevos soles no tendría las espaldas financieras para costear los más de 1,700 millones de dólares, al menos que exista la decisión política de modernizar la Refinería de Talara.
TALARA MÁS EFICIENTE
Las ventajas de la modernización de la refinería están asociadas a la ampliación de su capacidad de tratamiento de 65 mil barriles diarios a 95 mil barriles, a la existencia de una planta de desulfurización la unidad más costosa que permitirá la producción de combustibles limpios con 50 partes por millón de azufre; es decir, combustibles de acuerdo a las normas ambientales que deberán acatarse a nivel del país en el 2015. Y por último, una unidad de tratamiento de crudos pesados, que hará posible el refinado de los crudos densos provenientes de la selva nor oriental, que dicho sea de paso son los más abundantes.
Con una refinería modernizada en Talara, la capacidad de producción de diesel el combustible más utilizado después del gas natural, pasaría de los casi 22 mil barriles diarios a producir 40 mil barriles diarios; es decir, se incrementaría en un 82.69%. Las gasolinas de diverso octanaje que en promedio se han producido en unos 9,400 barriles diarios pasarían a 20 mil barriles diarios.
El gas licuado de petróleo (GLP) que se expende básicamente en balones, la capacidad de producción evolucionaría de los 4,800 barriles diarios a 7,400 mil barriles; es decir, se incrementaría la capacidad en un 54%. En el mismo sentido, se aumentaría la capacidad de producción del combustible de aviación más conocido como turbo A1, de los 4,100 barriles diarios a los 10,500 barriles. Y se reduciría drásticamente la producción de naftas que es lo más abundante como parte del efecto Camisea.
En verdad, el incremento de la capacidad de producción en los diversos combustibles haría más eficiente y competitiva la presencia de PetroPerú en el mercado de combustibles, siempre y cuando los precios de los mismos no se manejen con criterios políticos para no afectar la imagen del gobernante de turno. Después de todo un promedio de 40% del precio final en los combustibles está constituido por impuestos indirectos (rodaje, selectivo al consumo e IGV) que encarecen los derivados del petróleo.
Por ello, si el Fondo de Estabilización de los Combustibles que constituye un perverso subsidio que en última instancia hemos financiado todos los peruanos con nuestros impuestos se hubiese invertido en financiar la modernización de la Refinería de Talara, durante el período 2006-2010, esta sería una realidad, pues el subsidio prácticamente superaría los 1,500 millones de dólares.
Si existe la voluntad política del nuevo gobierno a pesar de los avatares del mercado financiero mundial, de modernizar y potenciar PetroPerú se asegurará el crecimiento económico con las nuevas inversiones en el marco de las asociaciones públicas- privadas. Capitalizar la petrolera estatal con transparencia y eficiencia es un imperativo nacional que será más fuerte aún con una inteligente integración vertical con participación del capital privado, que debiera asumir los riesgos en la producción y exploración.
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