LOS
12 APÓSTOLES DE LA ECONOMÍA PERUANA*
ESCRIBE:
JORGE MANCO ZACONETTI
El 28 de noviembre
pasado tuve la oportunidad de comentar el libro de Paco Durand: “Los Doce
Apóstoles de la Economía Peruana. Una mirada social a los Grupos de Poder
Limeños y Provincianos” en la feria del libro Ricardo Palma. Compartiendo la
mesa con la congresista Maritza Glave Remy presento mis comentarios a una obra
que resume una vocación de vida y hasta cierto punto constituye una obsesión
del autor sobre los Grupos de Poder Económico (GPE) en el Perú. ¿Quiénes son?, ¿dónde
están?, ¿cómo se enriquecen?, ¿qué piensan?, son éstas algunas de las interrogantes
que se plantean en el libro, que constituye un aporte cualitativo en las
ciencias sociales de nuestro país.
Diario Uno
Como toda obra
original tiene sus particularidades, sus fortalezas y debilidades, una de ellas
por ejemplo es el no considerar a importantes GPE como los Belmont que
participan en el negocio de la belleza, y que aparecen entre los más ricos del
Perú según la revista especializada Forbes, o a los mineros del grupo Hochshild
que ocupan el segundo productor mundial de plata con sus unidades de Arcata,
Ares, Pallancata, e Inmaculada, fuera de su participación en la industria
cementera a través de Cementos Pacasmayo, entre otras actividades.
El autor ha
seleccionado seis grupos económicos limeños como los Romero, Brescia,
Benavides, Graña y Montero, Rodríguez Pastor, y seis grupos provincianos de
surguimiento más reciente, tales como los Rodríguez, Añaños, Huancaruna, Acuña,
Dyer, Flores. ¿Qué tienen de semejanzas y diferencias estos llamados grupos de
poder económico? Se interroga el autor si podrán seguir creciendo ahora que ha
pasado el ciclo expansivo de la economía con los buenos precios de las materias
primas, o si podrán asumir sus compromisos de deuda como sería el caso de los
Añaños que se endeudaron en el pasado reciente con dólares baratos para
financiar su expansión internacional.
Después de todo según
testimonios recogidos por Francisco
Durand los provincianos podrán ser “cholos con plata”, vivir en los barrios más
exclusivos de Lima, tener a sus hijos en los mejores colegios, pero
difícilmente podrán ser aceptados como socios en el encopetado Club Nacional. Podrán
tener riqueza pero socialmente no serán incorporados a la elite económica,
política y social limeña.
En tal sentido, resultaría
extraño constatar por ejemplo que el “señor de señores” de fe, fama y fortuna
como Dionisio Romero Seminario pueda hacer negocios conjuntamente con César
Acuña Peralta, el empresario y político célebre, autor original sin calco ni
copia de la frase de que “hay plata como cancha” en la promesa de asalto a las arcas regionales de La Libertad por parte
de sus partidarios de la “Alianza para el Progreso”
CONCLUSIONES PRELIMINARES
A nivel de
conclusiones más significativas después de estudiar a los GPE seleccionados,
los limeños y los provincianos, el autor señala que por primera vez en la
historia económica del Perú, se ha “democratizado” el mercado en el sentido de
mayores oportunidades de hacer negocios no solamente en la ciudad capital y
acumular, en parte por las políticas económicas más abiertas gracias a la
globalización, privatización de las empresas públicas, apertura comercial y
desregulación.
Sin embargo, esta
“democratización del mercado” de ninguna manera significa una democratización
de la sociedad peruana, que sigue arrastrando las taras de la llamada “herencia
colonial”, la discriminación, la exclusión, las políticas de privilegio que se
expresan en la célebre frase del autor de “las puertas giratorias”, donde se
puede ser presidente de la República, ministro o alto funcionario de estado y
cumplido el ciclo con una serie de leyes a pedir de boca y volver al sector
privado, al grupo de poder económico y su esfera de influencia. Un reciclaje
profesional sin mayores complicaciones como bien sabe PPK.
Una expresión de esta
ausencia en la democratización de la sociedad se hace evidente pues entre estos
dos tipos de Grupos de Poder Económico”, los limeños algunos descendientes de
la vieja aristocracia y los provincianos, “existe escasa o ninguna relación,
que cada uno va por su lado, y que incluso a nivel gremial, que debería ser un
espacio de convergencia, han desarrollado expresiones diferentes (….) Esta
falta de cohesión tiene consecuencias. No permite a la élite económica del
poder empezar a constituirse como una clase no solo dominante sino dirigente,
al punto que puedan moldear y mantener, es decir, idear un orden social que los
favorezca como principal élite económica nacional, que los legitime ante el
resto y evite que en coyunturas críticas sus intereses queden seriamente
amenazados(….) Una cosa es liderar la economía, tener influencia política sobre
el estado, y otra liderar la sociedad, lo que requiere dirección colectiva y
compromiso con el país. (página 339)
Estas dos
conclusiones centrales en el libro de Paco Durand, la falta de una
democratización de la sociedad, a pesar de una expansión de los mercados que ha
permitido la presencia de GPE provincianos que sería impensable treinta años
atrás. Igualmente la ausencia de una clase dirigente que tenga un proyecto de
país en el largo plazo, que nos permita alcanzar el desarrollo para superar las
profundas desigualdades económicas, sociales y culturales, pues el mercado no
lo resuelve todo.
En tal sentido, la
lectura del libro como toda obra de trascendencia histórica plantea
interrogantes válidas que invitan a la reflexión, pues el autor es heredero de
una preocupación que tuvo antecedentes en la obra de Jorge Bravo Bresani,
Favre, Borricoud, Carlos Malpica, Espinoza Uriarte, Eduardo Anaya entre otros, que
entre los años sesenta y noventa del siglo pasado investigaron sobre el
problema y las posibilidades de los GPE.
LOS DUEÑOS DEL PAÍS
Un primer alcance que
me suscita la obra está en relación a la dinámica de los GPE. Si bien el
capitalismo secreta, produce GPE, como secreta crisis económicas, abusos de
mercado, desigualdades, pues es imposible pensar un desarrollo del capital, de la
producción que no lleve a la concentración y centralización de la producción,
de la propiedad y de los ingresos. Es una ley económica objetiva de la
acumulación que no depende de la voluntad personal y que es deber del estado
regular, en razón del bienestar general.
Por ello existen GPE
en los países desarrollados, en USA, en Francia, como en los países de América
Latina. En el Brasil, Odebrecht era hasta antes del escándalo de corrupción uno
de los principales grupos de poder económico con una estrecha cercanía a los
gobiernos en especial de Lula, como lo es también entre otras las empresas
Vale, Votorantim que operan en nuestro país.
Por principio, los
GPE no son ni malos ni buenos “per se” como plantearon algunos asistentes a la
masiva presentación del libro. Es el capitalismo un sistema perverso, enfermo y
los grupos expresan sus intereses de maximizar sus utilidades con una férrea
necesidad. En tal sentido, en nuestro caso es la propia debilidad del estado,
la captura del mismo por el gran capital lo que explicaría la falta de
regulación ante el dominio de mercado por parte de los privados, y son sus
excesos en la concentración en la producción y propiedad de los GPE, lo que
constituye el problema por superar.
Ello es así por la
captura del estado por parte de algunos grupos de poder económico (GPE) que se
constituyen en los “dueños del Perú” parafraseando a Carlos Malpica. En tal
sentido, tiene plena razón Paco Durand cuando escribe que: “La calificación de
“dueños del país” no se refiere al hecho que los GPE tengan poder económico
sino que traducen sus recursos materiales en influencia política, al punto que
les permite “adueñarse del país” empezando por el Estado, y gozar de una
extrema influencia gracias a una riqueza que opera en una sociedad donde están
rodeados de pobreza” (pp 63)
En verdad, el aporte
del libro sobre los niveles de concentración, su influencia sectorial, el
control del sistema financiero pues los GPE como Romero, Brescia, Rodríguez
Pastor tienen una presencia fundamental en los principales bancos del país
Crédito, Continental y Interbank, debiera ser el punto de partida para entender
la política económica, y la base para la reflexión teórica.
LOS APÓSTOLES SON MORTALES
Si bien el santoral
podría parecer limitado, la calificación de “apóstol” de la economía peruana
tiene una justificación más política pues a fines de los años ochenta del siglo
pasado ante el derrumbe del “modelo heterodoxo” del primer gobierno aprista, con
la inflación desbocada, un menor crecimiento, y sobre todo falta de inversiones
privadas, esa fue el adjetivo que se usó para justificar la fallida estatización
de la banca privada.
Han pasado un poco
más de 30 años que en el largo plazo, apenas significa una generación y de los
12 Apóstoles del primer gobierno aprista sobreviven los grupos Romero, Brescia,
Benavides, Ferreyros, y el grupo Graña Y Montero se debate entre la vida y la
muerte, en la sala de cuidados intensivos en razón de su asociación con la
corrupción de la brasileña Odebrecht.
Por ello, cabe
preguntarse sobre la dinámica de los grupos de poder económico, su
surguimiento, crecimiento, y crisis, pues algunos se fortalecen otros se licuan
en el mercado. En este período hemos sido testigo de cómo algunos GPE han
perdido poder, se han licuado, y/ o han sido absorbidos por empresas más
poderosas tales como los Wiese, Picasso, Lanatta Piaggio, Bentín, Raffo,
Nicolini, D’Onofrio, Wong, Lindley, Letts Colmenares etc.
Un caso reciente y
emblemático pues está asociado a la Corporación Lindley principal empresa en el
negocio de bebidas y gaseosas con un control del mercado del 67 % que en
setiembre del 2015 ha sido comprada por la transnacional mexicana Arca
Continental, donde el valor de la mayoría accionaria del 61 % se transó por más
de 970 millones de dólares.
Lo paradójico del
comportamiento de los GPE limeños como el llamado grupo Lindley es que en el precio
pagado se incorporaban US $ 150 millones como una cláusula de no competencia en
el mercado peruano de bebidas por parte de la familia Lindley. A ello se sumaba
el acuerdo de comprar el 3.85 % de las acciones de la transnacional mexicana
que fueron valorizadas en US $ 400 millones.
Si bien esta
transnacional opera en México, Ecuador, norte de Argentina, Perú, y el
medioeste de USA, con perversas prácticas laborales, abonando salarios
miserables, esta compra/venta constituye una radiografía de la realidad de los
GPE en nuestro país. El grupo Lindley de ser “cabeza de ratón en el Perú, ahora
es la cola de león” de una gran transnacional donde la Coca & Cola tiene la
mayoría accionaria donde domina y exprime a los trabajadores.
EL SECTOR ENERGIA Y MINAS
De los 12 Apóstoles
estudiados solamente tres operan en el sector más importante de la economía
peruana, que genera las más altas tasas de rentabilidad, gracias a la
apropiación de la renta diferencial, los bajos salarios pagados y exiguos
compromisos ambientales.
El grupo minero más
importante sería según el autor el GPE Buenaventura S.A. de los herederos de
don Alberto Benavides de la Quintana que desde mediados de los años cincuenta
del siglo pasado, siendo un alto funcionario de la Cerro de Pasco Corporation,
pudo independizarse, asumir riesgos, con una serie de compromisos de deuda, y
adquirir una mina de plata como Julcani en Lircay/Huancavelica que se convirtió
en la fuente original de acumulación del grupo.
Hoy este GPE que
produce oro y plata en su mayor parte,
está considerado como uno de los más importantes a nivel mundial, y su
crecimiento está asociado a la
privatización de las empresas del estado iniciado en los años noventa del siglo
pasado, en especial con los derechos mineros de lo que fue Centromín, y un
punto fundamental está en relación a su participación en la Bolsa de Valores de
Nueva York, con la finalidad de levantar capitales que permitan la financiación
de sus operaciones.
El otro es el grupo
Brescia que con la explotación de estaño en la unidad de San Rafael de Minsur
se convirtió en el principal productor de estaño, desplazando a un segundo
lugar a la producción boliviana. Gracias a los excedentes de la minería este
GPE pudo financiar su participación en la privatización del Banco Continental y
diversificarse a una serie de actividades que van desde el sector alimentos,
inmobiliario, industriales etc.
Por último, el otro
GPE que se debate entre “la vida y la muerte” es Graña y Montero, que desde
inicios de los años 90 del siglo pasado opera los yacimientos petroleros de los
lotes I y V que fueron de PetroPerú y que gracias a la elevada rentabilidad del
sector de hidrocarburos pudo financiar su expansión.
Hoy Graña y Montero
detenta las operaciones en los lotes I, V, III y IV. Tiene una participación
importante en el gasoducto de Camisea, y administra los terminales de PetroPerú
en un contrato lesivo a los intereses de la petrolera estatal. Y evidentemente
está siendo duramente cuestionado por su asociación con Odebrecht en la
construcción fallida de lo que fue el Gasoducto del Sur Peruano.
En verdad, los grupos
de poder económico tienen una participación minoritaria en el sector de energía
y minas, el más rentable de la economía peruana, y son considerados como socios
estratégicos por parte de las grandes transnacionales mineras y energéticas,
algo así como socios menores por su conocimiento, influencia y relaciones en el
país.
En resumen, estamos
ante un gran libro de lectura obligatoria para entender el funcionamiento de la
economía peruana, y esperamos mayores investigaciones sobre los grupos de poder
económicos que no han sido tratados en este trabajo. Ello es importante para
develar, sacar a luz el secretismo de las grandes empresas nacionales e
internacionales que operan en el país. Este es un desafío un problema y una
posibilidad para hacer del Perú un país moderno y democrático.
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