PERÚ: UN MENDIGO SENTADO EN UN BANCO DE COBRE, ORO
Y GAS
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
Próximos al mensaje presidencial por fiestas patrias y a un año de
celebrar el bicentenario de la independencia del coloniaje español, es
importante señalar e incidir sobre los problemas más urgentes que tiene la
sociedad y economía peruana desde la perspectiva del sector más importante de
la economía peruana: el sector minero/energético.
Algunos dirán sobre todos los ambientalistas que la agricultura es el
sector más importante de la economía peruana, pero se podría discutir que el
sector agrario tradicional y no tradicional no emplea más del 25 % de la
población económicamente activa (PEA) con una baja productividad en los
minifundios, y más del 50% de los alimentos que cubren la canasta familiar son
de contenido importado, lo cual demuestra la ausencia de una política agraria.
En cambio el sector minero/energético explica más del 65 % de las
divisas sea por las exportaciones de productos mineros, gas y petróleo. Con
esas divisas se compran medicinas, alimentos, maquinaria y equipo, insumos para
el funcionamiento de la economía.
A ello debe sumarse que la generación eléctrica en casi un 50% tiene su
origen en la quema de recursos hidrocarburíferos como el gas natural y el petróleo diésel 2. ¡Sin energía no hay
desarrollo!
El debate sobre estos problemas, es más urgente y necesario en la
presente coyuntura donde se reproduce la oposición política al proyecto minero
de Tía María anteponiendo la minería a la agricultura, como si fueran
incompatibles, con el viejo lema de “agua sí, minería no”, “agro sí minería
no”.
Esta falsa oposición que ha paralizado la inversión minera como en
Cajamarca, y hoy dicho departamento tiene el triste privilegio de estar
considerado como una región semiparalizada, en una reproducción simple para la
subsistencia con una pobreza creciente, a pesar del gran potencial minero que
tiene en el subsuelo.
VENTAJAS COMPARATIVAS
Siempre he sostenido que la minería formal es una fuente de riquezas, y
es el motor de la economía peruana, gracias a unas ventajas comparativas, tales
como los bajos costos de producción, bajos salarios y una permisiva tributación,
que debe superarse.
Sin embargo, los efectos benéficos de la inversión minera, son tales que
generan los ingresos, el poder de compra a los actores económicos que nos
permite crecer como economía, con todos los problemas. El levantamiento y
construcción de Tía María ¿cuánto empleo directo e indirecto generaría en el
valle del Tambo?
Por ahora, no existe sector económico alguno salvo el narcotráfico que
concentre el interés económico de las transnacionales mineras y del mercado
mundial. Por tal motivo, el problema no son las empresas sino los términos de
negociación que hace un “estado mercantilista y entreguista” de sus recursos
naturales, con el gran capital y las empresas transnacionales.
Por ello, una nueva política minera debe incidir y comprometer un “mayor
valor de retorno”, es decir ¿qué y cuánto vas a comprar a la industria local, y
a nuestros agricultores? En el valle del Tambo, cuánto empleo y qué compraría
la SPCC a los agricultores.
En el mismo sentido, se debe tener mayores ingresos fiscales por la
actividad minera, sin devoluciones tributarias que convierten al estado en un
estado insolvente para resolver las necesidades de salud, educación y seguridad
para sus ciudadanos.
COMPLEMENTARIEDAD
Desde mi punto de vista siempre he apostado por la viabilidad conjunta
de la minería y la agricultura, pues ambas actividades resultan complementarias y necesarias, la
minería ligada al mercado externo (divisas) y la agricultura para la
alimentación, y básicamente ligada al mercado interno, con una mayor
productividad.
En el conflicto político, la oposición de parte de la población del
valle del Tambo/ Islay en Arequipa tendría la razón cuando se opone y protesta
ante lo que considera una agresión de una empresa transnacional mexicana Grupo
México, que tiene oscuros antecedentes de contaminación en sus operaciones en
el país azteca, y en la región no genera la confianza necesaria para el
desarrollo del proyecto Tía María.
Sin embargo, se soslaya las importantes inversiones que tuvo que asumir
SPCC (Grupo México) en la unidad de refino y fundición de Ilo (Moquegua) en el 2005/2007
con la construcción de la planta de ácido sulfúrico para la captación del
dióxido de azufre (SO2) que se vertía al medio ambiente, y que con su captación
hoy se produce ácido sulfúrico, un insumo que se utiliza en la gran minería, y
que también se exporta a Chile y otras partes.
Es decir, fue una política de estado la que obligó a una gran
transnacional a la construcción de una planta industrial para preservar el
medio ambiente, según las normas que se impusieron a partir de mediados de los
años noventa del siglo pasado.
Lo mismo se debe asegurar para hacer viable la inversión minera en el
proyecto de Tía María donde se han de explotar yacimientos de cobre por más de
120 mil toneladas anuales equivalentes en fino, cuyo tratamiento se hará en la
refinería de Ilo (Moquegua)
Por tanto, no existiría peligro de contaminación mediante humos ni gases
contaminantes pues el concentrado de cobre que se extraiga será tratado en la
unidad de Ilo, como se refinan los concentrados de Cuajone, unidad de la SPCC
que está ubicada a una mayor altitud del rico valle de Moquegua, a menos de una
hora de trasporte.
MINERÍA CON VALLES
A cerca de 90 kilómetros al sur
de Lima, en el distrito de Mala/Cañete, se ubica la unidad minera de Mra. Condestable
que emplea a más de 3,000 trabajadores directos e indirectos, con una
producción anual de concentrados de cobre, en un equivalente de 25 mil
toneladas de cobre en fino, sin mayores efectos sobre la contaminación.
Si bien es verdad, dicha explotación es de operaciones en subterráneo, y
cada madrugada se escuchan las explosiones producto de las actividades de
minado y exploración, los efectos negativos están por el lado de las
externalidades, tales como la violencia y delincuencia urbana, el incremento
del valor de las tierras, prostitución, aumento de precios en un valle que
supera los 100 mil habitantes.
Es decir, la actividad minera de la Mra. Condestable se desenvuelve
entre el circuito turístico comercial de Asia, con construcciones en varios
balnearios, y un rico valle de más de 4,500 hectáreas, que produce manzanas,
uvas, plátanos, sin una afectación ambiental que lamentar por el manejo
responsable de los relaves y residuos mineros.
En tal sentido, los casos de convivencia de la minería con la actividad
agraria y ganadería son múltiples tanto a nivel nacional e internacional, si se
asumen los principios de la responsabilidad social y ambiental.
Es más, gracias a la “ley de cierre de minas” que se aprobó en el
mandato del ex presidente Alejandro Toledo, existe la obligación de deducir año
por año un valor para la remediación del territorio cuando se agote el mineral. Ello significa
que se deben abandonar las hectáreas de la concesión en tierras aptas para la
agricultura y la ganadería, y esta es una obligación legal de todas las
empresas mineras formales.
¡El problema es que SPCC del Grupo México no genera confianza y su
pasado la condena!
INVERSIONES EN LA REGIÓN
Al margen de la importancia sobre la necesidad de la inversión minera,
con más de US $ 1,400 millones de dólares que deben “gatillar” otras
inversiones en la región y en el país, el conflicto reproduce la debilidad del
estado ante las presiones de los grupos empresariales tipo “Sociedad Nacional
de Minería, Petróleo y Energía” y de la población movilizada con alcaldes distritales, bajo las
banderas ambientalistas, que rechazan sí o sí la actividad minera por el
peligro de contaminación al valle en razón de su cercanía.
En verdad, en dicha localidad se
está definiendo el futuro minero del país, y por tanto el crecimiento económico
de los próximos años pues está demostrado hasta la saciedad que existe una
correlación positiva entre la inversión minera y el PBI del Perú.
Pero resulta evidente que ello significa poco o nada para la población
de los distritos que conforman el valle del Tambo (Cocachacra, Punta de Bombón
etc.), pues el crecimiento y la riqueza no llega o no se materializa en la vida
cotidiana de la población de agricultores que no son campesinos, pues como pequeños
granjeros, independientes con acceso a la información y a los medios de
comunicación, hacen respetar sus derechos.
Agricultores con una larga tradición de lucha que producen cebollas,
ajos, arroz, verduras y que en algunos casos, producen y exportan hasta papas
para abastecer las pollerías de la ciudad de Arequipa y La Paz (Bolivia). Es
decir, están ligados al mercado, y tienen una grave desconfianza a la inversión
minera y la posible contaminación del valle.
En tal sentido, lo que está en juego es el modelo primario exportador
que con todos sus defectos y debilidades nos ha permitido crecer en los últimos
años con una importante reducción de la pobreza, de allí la importancia de
generar confianza, un diálogo sin presiones, “maximizando las coincidencias y
minimizando las diferencias”
DIÁLOGO DE SORDOS
En tal sentido, no ayudan las presiones ni ultimátum ni las poses
políticas radicales como la del gobernador de Arequipa que amenaza al
Presidente de la República, y “le da setenta y dos horas” para anular el
permiso de construcción al proyecto minero Tía María.
La región de Arequipa con todas las críticas que se pudiera hacer, es
una de las principales regiones perceptoras de canon y regalías gracias a la
actividad minera.
Allí, operan mineras como Cerro Verde, Arcata, Ares, Orcopampa, Batea, San
Juan de Churunga, etc. y bajo su subsuelo existe un gran potencial minero que
debe monetizarse con responsabilidad social y ambiental.
En lo particular me asombra la debilidad del sector empresarial minero
que no genera una corriente de opinión favorable en términos sociales en los
trabajadores y jóvenes, a favor de la actividad minera y su ligazón con la
industria en la generación de empleo.
Los sectores fundamentalistas contrarios a la minería formal, con una
serie de organizaciones no gubernamentales (ONGs), que apuestan por “el buen
vivir”, soslayan e ignoran los efectos nefastos de la minería informal e ilegal
sobre el medio ambiente.
Allí, los líderes y voceros políticos de la izquierda tradicional, si
alguna vez fueran gobierno, cabría preguntarse ¿qué harían frente a las
inversiones mineras? y ¿cómo plantearían sus relaciones frente a la Sociedad de
Minería, Petróleo y Energía? ¿Se estatizarían las minas como el programa
comunista del siglo pasado?
EPÍLOGO
Estamos lejos del 2010 cuando el gobierno de ese entonces encargó a un
organismo internacional de las Naciones Unidas (UNOPs) la evaluación del
estudio del impacto ambiental (EIA), donde con rigor científico se hicieron más
de 125 observaciones, varias de ellas de singular importancia.
De allí el compromiso de la empresa SPCC de usar agua de mar para sus
operaciones de lixiviación del cobre, y no utilizar las aguas del río Tambo, es
más sería positivo el compromiso de construir en la cabezera de cuenca una serie
de reservorios que permitan el acceso al agua en época de sequía. ¡La minería
debe sembrar agua!
Esta era una de las principales observaciones que supongo han sido
levantadas en el Ministerio de Energía y Minas, y las mismas debieron ser
difundidas masivamente, pues era predecible la oposición social de parte de la
población hacia el proyecto, y el aprovechamiento de los “anti mineros de
siempre”.
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