MINERÍA:
MÁS RIQUEZA MÁS CONFLICTOS SOCIALES
ESCRIBE:
JORGE MANCO ZACONETTI
¿Por qué surgen los
conflictos sociales? ¿Quién gana con los conflictos?, ¿Por qué en democracia
los conflictos son necesarios? ¿Son malintencionados los que protestan contra
las inversiones mineras negando las posibilidades de crecimiento al país? Estas
son partes de las preguntas que se hicieron
en el “Foro Económico: Conflictos Sociales en el Ámbito de la Minería
Peruana”, en la facultad de Ciencias Económicas de UNMSM el 7 de junio pasado.
En décadas pasadas la
categoría usada por la Economía Política en lugar de los conflictos era las
contradicciones económicos sociales que genera la acumulación del capital en su
desarrollo en regiones o países con débil o escasa relación con el mercado
capitalista.
Existe amplia
literatura al respecto en países con industrias extractivas como el Perú, con
una fuerte presencia de comunidades campesinas, son más de 4 mil que están
reconocidas por la Constitución, y que tuvieron una destacada oposición a las
políticas de terror de “Sendero Luminoso”.
En tal sentido la democracia
que vivimos con todas sus debilidades, se debe en gran parte a la contribución
de sangre y sacrificio de miles de campesinos que derrotaron a las huestes del
Presidente Gonzalo. Hoy en algunas regiones del país se oponen a la actividad
minera por una serie de consideraciones ambientales, exigencias económicas,
aprovechamiento político, acceso por más recursos ante una debilidad crónica
del Estado por resolver los conflictos sociales.
Ahora dichos
conflictos sociales provocados o ligados a las inversiones mineras se han
convertido en el principal obstáculo para las mismas. Las regiones insisten por
mayores recursos pero secan a la “vaca lechera” de la economía peruana que
genera riqueza, capacidad de compra y capacidad de gasto directo e indirecto al
conjunto del país.
Por ello, la
oposición al proyecto cuprífero de “Tía María” en Arequipa, al proyecto de
“Minas Conga” en Cajamarca o “Río Blanco” en Piura constituyen una expresión
del agotamiento de un modelo de expansión de las inversiones que si bien
aprovechó la bonanza del ciclo 2004/2013 hoy encuentran una grave oposición de
importantes sectores de campesinos, agricultores, frentes de defensa y líderes
regionales oportunistas por el poder.
En la presente
coyuntura resultan preocupantes las perspectivas de lo que pueda pasar a futuro
2020/2030, pues el crecimiento económico del país, depende en gran medida de
las inversiones mineras, pues no tenemos otros motores de crecimiento con la
suficiente fuerza y dinámica como podría ser el turismo y la agroindustria que
pueden correr en pareja con la actividad minera.
UN MOTOR DE DESARROLLO
Reconociendo que las
inversiones mineras son inversiones de largo plazo, organismos públicos como el
Banco Central de Reserva del Perú, sostienen que una inversión de US $ 2,000
millones de dólares explican o determinan el crecimiento del PBI de uno por
ciento (1%) Con un crecimiento esperado para este año y el próximo menor al 4%
se podría afirmar que tendremos un incremento de la riqueza mediocre, muy por
debajo de nuestras posibilidades.
En tal sentido, si la
inversión sectorial proyectada supera los US $ 52 mil millones, debiera ser un
tema de debate nacional y de preocupación social, la naturaleza de los conflictos sociales,
ante un Estado y Gobierno que no tiene una política clara, eficiente para
resolver los conflictos, que en democracia deben resolverse en un diálogo
social con ganancias compartidas para las partes.
Por ello, trataré de
resumir algunas ideas que se expusieron en el “Foro Económico: Conflictos Sociales
en el Ámbito de la Minería Peruana” que tuvo como expositor central al Arq.
Raúl Molina, Viceministro de Gobernanza Territorial de la Presidencia del
Consejo de Ministros, contando en la mesa con la presencia de panelistas del
ámbito privado y público, y expertos en la resolución de conflictos.
MÁS MINERÍA MÁS CONFLICTOS
Sin duda, el sector
minero es el sector más importante de la economía peruana en lo referente a la
generación de divisas, en el monto de
inversiones proyectadas, y en los ingresos regionales transferidos por concepto
de canon y regalías mineras como se podrá observar en el cuadro “Distribución
del Canon Minero y Regalías Mineras 2004/2018”, que lleva como subtítulo el
sector minero es el principal generador de Renta Regional.
En el período
mencionado 2004/2018 al margen de su determinación las regiones mineras han
percibido por canon minero la suma de S/ 44, 266 millones de soles y por
regalías entre el 2005 a setiembre del 2018 un valor de S/ 7,420 millones. Es
decir, las regiones solamente por estos conceptos han percibido transferencias
por S/ 51,686 millones de soles.
En verdad, cabría
preguntarse sobre el destino de tales ingresos redistribuidos gracias a las
actividades mineras al margen de otras transferencias como los derechos de vigencia
y penalidades que en un porcentaje del 75 % se quedan en las regiones y
gobiernos locales.
Por este concepto de
los derechos de vigencia en el período de referencia se ha captado S/ 970
millones de soles, al margen del llamado “aporte voluntario minero” del segundo
gobierno aprista 2006/2011 que llegó a un monto cercano a los S/ 2,400 millones
de soles.
Tampoco se están
considerando las diversas inversiones realizadas por las empresas mineras
formales por concepto de responsabilidad social que lamentablemente no están
sistematizadas por el Ministerio de Energía y Minas. Todo ello debería sumar
como parte de la riqueza transferida a los gobiernos regionales, locales y
universidades públicas.
LAS REGIONES CON MÁS CANON
En lo referente al
canon minero las regiones mineras que más participación tienen en esta renta
territorial son los departamentos de Ancash con el 25 % lo que representaría una
distribución del canon por un valor de 11,066 millones de soles en el período
2004/2018, riqueza distribuida sobre todo por el impuesto abonado por la Mra.
Antamina.
Al respecto el
distrito de San Marcos (10%) de la provincia de Huari (25%) en la región de
Ancash han percibido en dicho período la suma de S/ 1,110 millones de soles y
S/2,766 millones respectivamente por la fórmula que rige la distribución del
canon minero.
En la realidad el
distrito de San Marcos habría percibido
un promedio anual de S/ 80 millones de soles en estos catorce años, sigue
careciendo de servicios básicos y la mayor parte de sus autoridades tienen una
serie de denuncias penales, como también las autoridades regionales, así el ex
presidente regional César Álvarez estaría comprometido hasta el tuétano con una
organización criminal, según una serie de denuncias presentadas ante el poder judicial.
En segundo lugar, el
departamento de Arequipa ha captado el 11.76 % del canon distribuido lo que en
cifras absolutas representa un valor de S/ 5,179 millones de soles, en lo
fundamental explicado por el pago del impuesto a la renta de la Mra. Cerro Verde,
y otras mineras auríferas que operan en la región.
En el tercer lugar
está el departamento de Cajamarca con una participación del 10.99 % del canon
distribuido a nivel nacional lo que en cifras absolutas representa una riqueza
distribuida de S/ 4,824 millones de soles.
Estos montos resultan
representativos de la riqueza distribuida solamente por concepto de canon
minero, poco o nada tienen que ver con
el bienestar de los centros poblados o distritos que están cercanos o alrededor
de la explotación minera por una serie de consideraciones como la corrupción,
la ineficiencia e incapacidad de gasto de los gobiernos locales.
MAL USO CON CRECIENTES EXPECTATIVAS
Se reconoce a partir
del expediente Odebrecht la corrupción galopante en los gobiernos regionales y
locales sobre todo en las inversiones realizadas en transporte e
infraestructura con sobrecostos, licitaciones dirigidas, obras mal hechas; en
resumen la corrupción estaría explicando el mal uso de los recursos del canon y
regalías mineras al margen de la ineficiencia de gasto en los gobiernos sub
nacionales que dicho de paso también son parte del Estado.
Es más, en
departamentos como Cajamarca o Arequipa amplios sectores de la población tienen
una creciente oposición a las inversiones mineras y el Estado no tiene un
planeamiento estratégico para enfrentar positivamente los conflictos sociales y
éstos son utilizados políticamente por sectores ideologizados de la izquierda,
que no asumen todavía las inversiones y al capital privado como parte
sustancial de un programa de gobierno moderno.
Frente a ello existe
un desborde de expectativas de la población organizada e informada gracias a la
revolución tecnológica en los medios de trasmisión vía internet, telefonía
celular, y de apertura al mundo en
tiempo real en los distritos y provincias.
Éstas le exigen al
capital privado en especial a las empresas mineras formales la satisfacción de
una serie de necesidades sociales que constituyen una obligación del Estado
central, regional y local resolver. Por ello los gobiernos regionales tienen
una débil o nula participación en la solución de conflictos, y las poblaciones
desbordadas exigen la presencia del ministro del sector o del premier como
exigencia de solución.
Esta debilidad
histórica del Estado republicano, empírico le llamaba el historiador
sanmarquino Jorge Basadre, todavía con recursos monetarios ha sido incapaz de resolver, a pesar de
significativos avances en la reducción de la pobreza sobre todo campesina, los
problemas de inseguridad ciudadana, salud y educación de calidad, y una
infraestructura decente en las 196 provincias que se distribuyen a nivel país.
EL PROBLEMA ES POLÍTICO
Siendo el sector
minero el más conflictivo en términos sociales y el que genera una mayor
oposición, sobre todo de las comunidades campesinas, frentes organizados y de
mayor aprovechamiento político para
liderazgos regionales y nacionales.
Gracias a la
oposición a la actividad minera formal resulta explicable el liderazgo del
“Goyo Santos” en Cajamarca militante expulsado del Partido Comunista Patria
Roja, o del ex cura Arana que llegó al Congreso de la República bajo las
banderas ambientalistas contra el proyecto Conga en Cajamarca. Hoy Cajamarca
está conjuntamente con Huancavelica y Ayacucho considerada como una de las regiones
con mayor pobreza.
¡Es decir, la
oposición a la actividad minera rinde un rédito político, que se exacerba en
coyunturas políticas!
La lista sería larga
pero lo sustantivo es el pensamiento tradicional de cierta dirigencia de
izquierda para asumir de forma responsable la necesidad promover la generación
de riqueza no solamente en las actividades extractivas como la minería, que se
constituye en el motor del crecimiento económico del país y de la riqueza
regional que se distribuye con todas las limitaciones, como canon, regalías,
derechos de vigencia, e inversiones de responsabilidad social por mencionar
algunas.
El reconocido líder
socialista, ex miembro del movimiento insurgente de los tupamarus, y
expresidente del Uruguay en una gestión exitosa, Pepe Mujica diría que es una
responsabilidad de la izquierda moderna promover la creación de la riqueza, que
es una función de los capitalistas para luego una vez creada la riqueza apostar
por la lucha redistributiva. ¡De lo contrario se distribuye pobreza entre una
mayor población!
En tal sentido, se
debe aspirar por una nueva minería que
debe respetar el equilibrio del medio ambiente y ser responsable en
términos sociales y tributarios, pues la minería formal es una “oportunidad de
desarrollo” en razón que las inversiones generan un efecto multiplicador y
expansivo hacia otros sectores tales como la industria, energía, servicios,
agricultura, etc.
GENERAR CONFIANZA
Una de las conclusiones
del evento realizado en la facultad de economía de la UNMSM es la necesidad de
generar confianza con las comunidades campesinas, los frentes de defensa que se
oponen a la actividad minera, en un diálogo respetuoso no ofreciendo magia a
través de las “mesas de diálogo” con las autoridades del gobierno de turno, que
asumen el cumplimiento de una serie de compromisos fantásticos con la finalidad
de levantar una medida de lucha como podría ser la toma de carreteras, un
puente o una instalación minera.
Los conflictos
sociales deben ser percibidos como oportunidades para establecer un diálogo
social entre la población organizada, el Estado y las empresas, frente a un
incumplimiento y olvido histórico con las provincias del interior sobre todo
andinas del país.
De allí, la necesidad
de organizar un “fondo social” en las localidades donde se ha adoptado la
decisión de llevar a cabo la explotación minera, como un adelanto del canon
minero esperado que pueda ser descontado con los impuestos cuando la empresa
minera esté en la fase de explotación.
Un mejor uso y
racionalidad en la ejecución de los recursos del canon y regalías más otros
ingresos supone la modernización de la administración de los gobiernos locales
y regionales que muchas veces ignoran los simples trámites para la ejecución
del gasto y de las inversiones, de allí el grave retardo en la inversión
pública en los gobiernos sub nacionales.
Lo cierto y evidente
es que se experimenta un desborde de expectativas, por un progreso material por
parte de los centros poblados y comunidades campesinas que aspiran a un mayor
bienestar ante un Estado débil e incapacitado de resolver los conflictos
sociales, actuando como bombero que
apaga temporalmente el fuego social de un Perú profundo que vive su pobreza
sentado en un “banco de oro”.
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