Son tantas las faltas, abusos, discriminaciones, omisiones, perjuicios a los trabajadores sindicalizados que comete la Corporación Lindley, que desde setiembre del 2015 está bajo responsabilidad de la transnacional mexicana Arca Continental-Lindley, que esta parece ser la forma normal de hacer negocios en el país. En resumen, se aplica la política de “cholo barato” para minimizar no solamente los salarios, sino también para disminuir la participación de los trabajadores en las utilidades, a pesar de la bonanza lograda en el 2017.
En otras palabras, para aumentar el capital con mayores
beneficios hay que exprimir a los trabajadores, cerrar plantas como la moderna
unidad del Callao con un despido encubierto de “colaboradores” con generosos
incentivos que se financian de los mismos “fondos salariales” generados por los
propios trabajadores. También se valoriza el capital con compras-ventas de
activos no estratégicos entre empresas vinculadas, todo con la finalidad de
incrementar los costos y reducir las utilidades imponibles.
Así, también se trata de maximizar los privilegios de una
posición de dominio con una información defectuosa y confusa sobre el contenido
de azúcares en las bebidas, según la denuncia de la ONG ASPEC ante el Indecopi,
y un aprovechamiento indebido de las ventajas frente a la debilidad de un
estado capturado, abonando por ejemplo pagos ridículos por el agua que se
extrae de los pozos propios. ¡Abonar catorce céntimos de sol por mil litros de
agua para fabricar la Coca Cola sería inconcebible en los Estados Unidos!
SANCIONES Y
MULTAS RIDÍCULAS
No importa que los organismos reguladores del propio Estado, sea el Indecopi, sea la Superintendencia del Mercado de Valores, la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) entre otras, establezcan sanciones a esta abusiva transnacional mexicana que tiene la exclusividad en el mercado local para el embotellamiento de las reconocidas bebidas Coca Cola, Inca Kola, Fanta, Sprite, San Luis controlando más del 67 % del mercado de gaseosas y bebidas.
Solamente en el 2017 Corporación Lindley tuvo que abonar
más de 153 mil soles por la aplicación de 38 UIT por concepto de multas, sea
por falta de idoneidad, productos riesgosos, según diversas resoluciones
impuestas a esta poderosa transnacional que se jacta de sus prácticas de
responsabilidad social.
Al respecto, cabe citar la última sanción impuesta por el
Sunafil con fecha 27 de febrero del 2018 donde se le obliga a pagar a la
Corporación Lindley dos multas equivalentes a 19.8 UIT más un 50% de la UIT por
un valor de S/ 101 mil soles por grave discriminación a los trabajadores del
sindicato Sinatrel, “en el libre ejercicio de su actividad sindical” y por
incumplimiento en el “requerimiento de la adopción de medidas en orden al
cumplimiento de la normativa de orden sociolaboral”
En verdad, son tan franciscanas por no decir tan
ridículas las multas impuestas en el 2017 sea por el Indecopi como por el
Sunafil que sumadas ambas hacen un total de un poco más de 254 mil soles, que
frente a las utilidades netas obtenidas en dicho año que sumaron los 163
millones de soles, ambas multas no representaron ni el 0.155 % de las
utilidades netas. ¡Así cualquiera!
Por ello esta abusiva y prepotente Corporación Lindley
prefiere abonar las multas de los organismos reguladores, pues no constituyen
correctivos ejemplares, más aún cuando se pondría en peligro la salud de los
consumidores por procesar productos riesgosos y con falta de idoneidad, según
el Indecopi.
BONANZA DE
UTILIDADES
Esta forma de hacer empresa debiera ser cuestionada no solamente por el propio estado sino también por los propios consumidores exigiendo el cumplimiento de las buenas prácticas corporativas y de respeto irrestricto a los derechos de los trabajadores. Ello es más urgente y necesario cuando los resultados al 2017 en relación a los últimos cinco años demuestran un crecimiento sostenido, prueba de ello es el comportamiento de las utilidades operativas desde el 2013 al 2017.
Si se tiene presente que la utilidad operativa representa
la utilidad resultante de restar a los ingresos los costos de ventas, más los
gastos de ventas y administrativos, resulta un indicador importante para
estimar la rentabilidad empresarial.
Así, la utilidad operativa en el 2013 pasa de ser los S/
154 millones de soles, para escalar a los S/ 221 millones en el 2015, trepar a
los S/ 531 millones en el 2016 y mantenerse sobre los 360 millones en el 2017,
lo cual significa el segundo año más alto nivel en toda la historia de la
corporación.
Es más, si se compara el 2016 en relación al 2017 es
evidente según el cuadro “Corporación Lindley S.A. : Resumen de los Estados
Financieros 2013/2017” como se han incrementado los ingresos pasando de los S/
2,499 millones de soles a S/ 2,514, superando de lejos los S/ 2,067 millones
del 2013.
En el mismo sentido, la utilidad bruta que resulta de
restar a los ingresos los costos de venta que incluye la depreciación y pago de
servicios de terceros y compras a las empresas vinculadas, se incrementa
pasando de los 912 millones de soles en el 2016 a más de 923 millones en el
2017
Por último, la utilidad residual o utilidad neta en el
período considerado 2013/ 2017 transita de una pérdida de 72 millones de soles
en el 2013, que se reproduce en el 2015 con una pérdida de 89 millones de soles
en razón de las pérdidas tributarias por las inversiones y ampliaciones
realizadas, que generaron pérdidas contables en dicho año.
Dicho año 2015 resulta anómalo, perverso, desigual para
los trabajadores pues ante los
resultados negativos éstos no tuvieron derecho a la participación de
utilidades, sin embargo graciosamente y generosamente la Corporación Lindley
distribuyó S/ 39.9 millones de soles entre 60 altos funcionarios, directorio, y
gerencia clave, una bonificación especial como reconocimiento.
Por ello, en el 2017 frente a una utilidad antes de
impuestos del orden de los 241 millones de soles, esperamos que la
participación de los trabajadores en las utilidades no sean enajenadas ni
manoseadas, pues está demostrado que la bonanza y las mayores utilidades se
explican por la privilegiada posición de mercado de la corporación y la
explotación de la fuerza de trabajo.
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