PERÚ: UNA
MINERÍA COLONIAL DEL SIGLO XXI
ESCRIBE: JORGE MANCO ZACONETTI
¡Vale un Perú! Era la frase sinónimo de riqueza que en
Europa se utilizaba en el lenguaje popular, incluso muy avanzado el siglo XX.
Debiera ser evidente que tal exclamación tiene su origen en la inundación de
oro y plata americana producto de la conquista y saqueo de las riquezas de lo
que hoy es México y Perú.
Expresión de ello fue el tesoro de Atahualpa o el
saqueo del Cuzco donde en el templo del Sol, el “Coricancha” se reproducían
figuras de animales en oro puro al tamaño natural, sorprendiendo a los
españoles con tanta riqueza, en una sociedad donde el oro tenía un valor de uso
ritual.
Era tal abundancia de oro en el “Reino del Perú” que
ante la escasez del hierro para los herrajes se usaba el oro y la plata como
tales para preservar las pezuñas de sus caballos que como capital invertido
tenían también su cuota en la distribución de la riqueza tomada a la fuerza.
Tanto oro y plata por soldado de infantería, tanto por
el de caballería, e incluso se pagaba por dogos y lebreles, perros que estaban
acostumbrados a la “carne de indios” según el padre Fray Bartolomé de las
Casas. ¡Pareciera que esta historia no la recuerda la monarquía actual española!
Tal carácter colonial de la explotación minera
lamentablemente se reproduce en la actividad minera, no solamente en la minería
informal con formas de semiesclavitud de la mano de obra, y en la llamada
minería artesanal que funciona muchas veces articulada a la minería formal
sobre todo de carácter aurífero.
BENEFICIOS
TRIBUTARIOS
En verdad, su carácter colonial se explica también por
la debilidad del Estado ante el poder de las grandes empresas mineras y de
grupos criollos que mantienen una serie de privilegios tributarios que serían
inaceptables en una sociedad moderna, donde la riqueza debe ser gravada bajo
los principios de la justicia tributaria, donde los que “ganan más, deben pagar
más”, aquí ocurre todo lo contrario.
Parte y expresión de dicho carácter colonial en la
explotación minera que se desenvuelve en el Perú tiene que ver con los
beneficios tributarios y la mínima recaudación que percibe el fisco de nuestro
país, a través del impuesto a la renta y una serie de ingresos fiscales
producto de la reforma tributaria, “nuevo marco tributario” se le llamó el cual
se realizó en los primeros meses del gobierno de la pareja presidencial Humala
& Heredia, con un carácter entregista y oscuro.
Siendo considerado como el sector más importante de la
economía peruana en la generación de divisas pues explica en promedio el 60 %
de las mismas, es también el sector que en la práctica abona directamente
mínimos ingresos fiscales a los cuales habría que sumar una indebida devolución
de impuestos, que en los últimos años supera la propia recaudación del impuesto
a la renta.
COSTOS DE
PRODUCCIÓN BAJÍSIMOS
A ello debiera añadirse
las políticas laborales de “cholo barato” con salarios de angustia que
explican la rentabilidad y la mentada competitividad internacional de la
minería que se desenvuelve en el Perú. Ello explica el porqué la minería en
nuestro país tiene uno de los costos de producción más bajos del mundo sobre
todo en la extracción de cobre y oro, que se suma a la nula valorización de la
riqueza minera que se expresa crudamente en la realidad de los pasivos mineros
que suman más de 9 mil en todo el país.
Sería de importancia tener presente la nula
valorización de la riqueza minera para favorecer a las grandes transnacionales
sobre todo en el proceso de privatización de las empresas estatales mineras,
como las unidades de Centromín Perú, tales como Andaychagua, San Cristóbal,
Cerro de Pasco, Morococha, Casapalca, por no mencionar Cerro Verde o la Mra.
Tintaya que prácticamente se vendieron a “precios de remate” durante la
dictadura fujimorista.
Igualmente la nula valorización de los yacimientos
mineros explica el carácter colonial de la minería que se desenvuelve en
nuestro país, cuando se ofrecían en venta yacimientos reconocidos donde el
propio estado había asumido los costos de exploración en la identificación de
reservas.
Así, los recursos de cobre y zinc de lo que hoy es la
Mra. Antamina fueron explorados por la estatal Centromín, y hacia 1998 fueron
transferidos por la ridícula suma de US $ 19.5 millones de dólares, al
consorcio conformado por las transnacionales HP Billiton, Glencore,
Teck/Cominco y Marubeni que inició operaciones en el 2001 con una inversión de
US $ 2,350 millones de dólares, capitales que fueron recuperados en menos de
tres años gracias al “boom minero”
En el mismo sentido, el proyecto de Quellaveco, donde
su anterior propietario privado la Southern Perú Copper Corporation (SPCC) bajo
propiedad de capitales gringos, había explorado sus reservas, al igual que el
estado cuando dicho proyecto fue estatizado por el gobierno militar del general
Velasco Alvarado.
Este proyecto con reservas reconocidas fue privatizado
en 1992 por la absurda suma de US $ 12.5 millones que se pagaron dicho sea de
paso en cómodas cuotas anuales, y donde después de 27 años la empresa
AngloAmerican iniciaría la explotación.
SE EXPORTAN
CONCENTRADOS
Agrava el carácter colonial de sus operaciones la
explotación y exportación primaria en la condición de concentrados, los cuales
tienen un precio de mercado muy por debajo de los minerales finos, es decir que
han sido refinados internamente.
Señalando que la
exportación minera es básicamente de
concentrados de cobre, plata, zinc, plomo etc. con un pobre valor agregado,
como en la década de los cincuenta del siglo pasado. Es más, el proceso de
fundición y refinación se realiza en terceros países donde se obtienen una
serie de subproductos que no son valorizados por el estado peruano, lo cual
constituye una grave evasión fiscal ante un estado permisivo.
Así, gracias a la refinación del cobre de la SPCC en
Ilo, con la obtención de cobre fino en su forma de blister, cátodos, alambrón
de cobre, también se obtienen subproductos tales como plata, oro, molibdeno, y
ácido sulfúrico que tienen precios de mercado y un importante valor.
Es decir, con excepción del cobre de la Southern Perú
(SPCC) que se refina en Ilo (Moquegua), y el zinc que se trata en la Refinería
de Cajamarquilla, y el estaño de Minsur que se refina en Pisco, prácticamente
el resto de la minería se exportan como concentrados a menores precios que el
cobre fino, zinc fino y estaño fino, lo cual constituye una descapitalización
del país.
UN ESTADO
MISIONERO
Contra las versiones muy propias de la “Sociedad de
Minería, Petróleo y Energía” y sobre todo del Ministerio de Energía y Minas
(MINEM) y del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el estado no está
percibiendo los ingresos fiscales que debiera percibir por la explotación de
los recursos naturales no renovables, agotables en el tiempo como son los
recursos mineros.
En un artículo titulado “PERÚ: RIQUEZA MINERA CON ESTADO MISIO” señalaba que los ingresos
directamente recaudados por el estado peruano en el 2017 sea por el impuesto a
la renta, y otros ingresos tales como el impuesto especial, las regalías
mineras, tanto las viejas como las nuevas, el denominado gravamen minero y los
derechos de vigencia mineros, prácticamente se habían derrumbado en relación a
los ingresos de exportación en una participación del 5 %
Ello significaba que por cada 100 soles de ingresos de exportación
el estado directamente recaudaba S/ 5 soles, y en verdad dicha participación
sería menor pues estamos considerando solamente los ingresos de exportación que
constituyen en promedio un 95 % del valor de la producción minera, pues un
aproximado 5% se realiza es decir se
vende en el mercado interno, sea el zinc, plomo, hierro y la plata.
El carácter deducible de las regalías mineras como del
impuesto especial como el gravamen minero, como gasto tributario afecta la
recaudación fiscal del impuesto a la renta. Es decir, las mineras con un
bolsillo pagan las regalías “viejas y nuevas”, el impuesto especial y el
gravamen minero. Con el otro bolsillo deducen los montos abonados por medio de
menores impuestos a la renta. Es decir ¡Las mineras se la llevan fácil!
Es más, contra toda lógica gracias a las “bondades de
la globalización”, el fisco tiene que devolverles impuestos a las empresas
mineras, bajo el concepto que no se exportan impuestos sobre todo del impuesto
general a las ventas (IGV) por la compra de bienes y servicios necesarios para
la exportación (Devolución Tributaria).
En los últimos años esta devolución del IGV supera el
propio impuesto a la renta recaudado, por lo que sería posible afirmar que el
conjunto de la sociedad, en especial los productores formales estarían
subsidiando la reproducción del capital minero. ¡De ripley aunque usted no lo
crea!
En verdad esta devolución de impuestos no deja de ser
un beneficio tributario, que se agrava cuando la matriz que opera através de
una subsidiaria en el Perú, está ubicada en un paraíso fiscal tipo Bahamas, o
Panamá donde al secreto bancario, se agrega la exoneración del pago de
impuestos.
Es más, muchas empresas mineras le venden la mayor
parte de su producción a su matriz como es el caso de Shougang Hierro Perú
donde el 97 % de su producción “es comprada” por Shougang Corporation, su
matriz en la China Popular.
CAÍDA EN LA
PARTICIPACIÓN FISCAL
El cuadro resumen, de los diversos ingresos fiscales,
tributarios y no tributarios como participación de los ingresos de exportación
mineros, expresa el pertinaz derrumbe de la participación fiscal desde el 2012
al 2017 que supera apenas el 6% como promedio.
Se está considerando el impuesto a la renta de la
minería metálica, el impuesto especial a la minería, las “viejas y nuevas
regalías”, el gravamen minero y los derechos de vigencia minero. El total de
tales ingresos fiscales desde el 2012 al 2017 se derrumban como se puede
observar en el cuadro respectivo. “Participación de los Ingresos Tributarios y
No Tributarios de la Minería frente a los Ingresos de Exportación”
Como se podrá observar de un nivel de ingresos fiscales
en el 2012 por más de S/ 8,588 millones de soles se cae al abismo del 2016 con
la recaudación por todo concepto de S/ 2,163 millones para recuperarse en el
2017 con S/ 4,258 millones gracias al efecto combinado de mejores precios y una
mayor producción.
En verdad, esta realidad se agrava pues con la entrada
de los nuevos proyectos a partir del 2015 tales como Las Bambas en Apurímac,
Toromocho en Junín y Constancia en el Cuzco, más las ampliaciones de Cerro
Verde, SPCC, y Tintaya Antapaccay se incrementa de manera significativa la
producción de cobre y zinc pero disminuye la participación fiscal gracias a los
beneficios tributarios entre otros privilegios.
Con el agravante
que en el 2018 con una producción de cobre fina superior a los 2.4
millones de toneladas el fisco apenas capta un poco más del 6 % como
participación fiscal directa, ingresos que se licuan por la devolución de
impuestos.
EPÍLOGO
En resumen, se puede inferir que el nuevo marco
tributario vigente a partir del 2012 fue absolutamente favorable para las
empresas mineras en especial aquellas como Cerro Verde, Antamina, Tintaya,
Minsur entre otras que tenían fecha de término en sus contratos de estabilidad
jurídica, tributaria y que habrían tenido que abonar por ejemplo el 3% por
concepto de regalías mineras aplicadas sobre el valor de los ingresos por
ventas de concentrados.
Si se hubiese mantenido el anterior regimen tributario
tanto las viejas regalías aplicadas
sobre el valor del concentrado, como el llamado “Aporte Voluntario Minero” que
no tenía carácter deducible y se definía como el 3.75% de la utilidad neta, con
la característica de ser invertido en las comunidades aledañas a la producción
minera, los ingresos fiscales hubiesen sido mayores, y los conflictos sociales
menores.
Es decir, las empresas mineras en especial las del
“cogollo minero” se vieron beneficiadas
gracias al nacionalismo del señor Humala, de allí la contradicción que a más
producción de riqueza minera mayor es la pobreza fiscal y el deterioro del
capital natural, cuestión que se debe superar, para convertir a la actividad
minera en un real motor del desarrollo del país.
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