Columna de Mirko
Lauer
Diario
La República // Sábado, 06 de abril de 2013
El anuncio, en una
gacetilla, de que el Grupo Romero (grifos Primax) y la empresa estatal
Petroperú competirían por comprar la refinería de La Pampilla a la empresa
española Repsol, ha causado cierta perplejidad en el ambiente petrolero. Pues
la oferta de Petroperú no viene de su directorio, como correspondería, sino
directamente del MEM.
Todavía no hay una
explicación sobre este saltarse a la garrocha a un directorio (ya vendrán). Lo
que hay más bien es la idea de que ambos supuestos postores harían mejor en
unirse para evitar la pugna y obtener un mejor precio, en una asociación
público-privada. Pero parece que la iniciativa del ministro Jorge Merino no
llega hasta allí.
De concretarse la
compra de esta instalación de casi 40 años, su modernización sería un
bienvenido avance en el sector energético, donde la única novedad real en dos
años ha sido el acuerdo con la petrolera canadiense Talisman y la exitosa
operación financiera para comprar la refinería de Talara, que todavía no se
materializa.
Las dos cosas fueron
lo que pudo hacer un Humberto Campodónico bloqueado desde los medios y el MEM.
A meses de ocurrida, todavía no se entiende por qué salió Campodónico, ni quien
organizó esa salida, ni quien escogió a ese reemplazante tan opaco. Pues los
grandes pendientes en energía siguen allí, esperando.
Sobre la
modernización de Talara no hay nada de nada. Sobre los gasoductos ofrecidos
para mecer y tranquilizar al sur peruano, prácticamente nada. Sobre nueva
inversión petrolera, más o menos lo mismo, con el bloqueo adicional de una
consulta previa no resuelta. Todo esto mientras una crisis energética ronda al
país.
Son varios los
proyectos hidroeléctricos que padecen los rigores de una burocracia sin apuro o
del chantaje de extraños ambientalistas. No sorprende, entonces, que Merino
haya bajado su perfil, al nivel de las circunstancias.
Todos estos
problemas son serios además porque de resolverse, solo podrán hacerlo lentamente,
como es también el caso de los proyectos mineros atascados. Las empresas de la
energía y la minería manejan tiempos largos de inversión y recuperación. Pero
las localidades necesitadas de esos recursos, cuando ellos son aceptables,
manejan otros tiempos. ¿Qué tiempos maneja la burocracia estatal frente al
tema?
La compra de La
Pampilla es sintomática, pues en ella un bien cambia de manos y se moderniza,
pero nada nuevo se crea con ello. Lo mismo vale para Talara y los contratos con
operadores en curso. Lo que no se ve es la expansión de los recursos
energéticos disponibles. El Estado está pasmado y los privados razonablemente
desconfiados.
De modo que la
campaña de medios para frenar el impulso empresarial, estatal y mixto, que
quiso imprimir Campodónico a Petroperú ha tenido éxito, y ahora nada está
reemplazando aquel impulso.
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