lunes, 26 de julio de 2010

CAMISEA: LA MALDICIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES

EXPORTACIÓN DE HIDROCARBUROS

Las exportaciones de hidrocarburos de las empresas domiciliadas en nuestro país están constituidas por petróleo crudo pesado, petróleos industriales conocidos como residuales, y con la entrada en operaciones de Camisea en el lote 88 y desde setiembre del 2008 con el lote 56, se exportan derivados de los líquidos de gas natural (LGN), como la nafta virgen, hidrocarburos como el propano, butano más gas licuado de petróleo hacia China Popular, Canadá, Japón, Estados Unidos de Norteamérica y Ecuador especialmente.

Si se tiene presente que los líquidos se extraen conjuntamente con el gas natural que se reinyecta, también deberían cuestionar las exportaciones de los líquidos, que constituyen la parte más valiosa de Camisea por los precios pagados que se valorizan tanto como el petróleo. Es decir, los opositores a la exportación del gas natural licuefactado destinado hacia Norteamérica deberían también criticar la exportación de la nafta, propano y butano y las exportaciones de hidrocarburos hacia Chile.

Es decir, las exportaciones de hidrocarburos desde nuestro país al resto del mundo están constituidas por el petróleo crudo y derivados, por los derivados de líquidos de gas natural y desde junio del presente año, por crecientes volúmenes de gas natural licuefactado, es decir, gas natural convertido en líquido para que pueda ser transportado en buques metaneros hacia Norteamérica, Canadá y Estados Unidos.

Con el cuadro en referencia “Pluspetrol (Norte + Camisea): Exportaciones”, resulta evidente las exportaciones realizadas estimadas en barriles por días calendarios (B/DC) pues en la realidad se realizan por embarques. Es la empresa Pluspetrol Norte que opera en la selva nororiental los lotes 8 y 1-AB con una producción decreciente que de manera conjunta no superan los 40 mil barriles diarios de un crudo pesado la que exporta; así de manera significativa se exportaron volúmenes en el 2006 equivalentes a 23,832 barriles diarios y en el 2009 disminuyó para sumar los 19,133 barriles diarios.

Debiera ser interesante interrogarse hacia dónde se destina la exportación proveniente de Pluspetrol Norte considerando como ejemplo el año 2009. Así, de los 19,133 barriles diarios exportados de crudo pesado, unos 15,030 barriles diarios se destinan a los Estados Unidos de Norteamérica y 4,104 barriles diarios se dirigen hacia Chile, y nadie cuestiona dicha venta en un mundo globalizado. Estos barriles de crudo pesado son tratados en las refinerías de esos países para obtener diesel y gasolinas, pues la refinería de Talara-PetroPerú no puede procesar crudos pesados.

Continuando con el análisis de las exportaciones, la empresa Pluspetrol Perú Corporation operadora de los campos de Camisea en los lotes 88 y 56, está produciendo en el 2009 más de 36 mil barriles diarios de líquidos de natural en el lote 88 y más de 34 mil barriles diarios de líquidos en el lote 56, ello es posible con la extracción de más de mil millones de pies cúbicos diarios de los cuales aproximadamente 280 millones de pies cúbicos diarios se venden en el mercado interno y más de 700 millones de pies cúbicos diarios se reinyectan.

Por tanto, la producción conjunta de los líquidos de gas natural (LGN) más de 70 mil barriles diarios se separan en el Campo de Malvinas en Camisea, que trasladados por ducto hacia la costa se fraccionan con altas temperaturas en la Planta de Pisco, donde se obtienen los derivados como la nafta virgen es decir una especie de gasolina cruda (40%), diesel 2 limpio sin azufre (10%) que lo compra PetroPerú, y el resto se transforma en los hidrocarburos como propano y butano (50%) que combinados en una proporción de 55%-45% respectivamente conforman el gas licuado de petróleo (GLP) más conocido como gas doméstico que se vende en balones.

Como resulta evidente de los 70 mil barriles diarios de líquidos de gas natural provenientes de los campos de Camisea, transformados en propano, butano, diesel y nafta donde la mayor parte se consumen en el mercado interno en volúmenes superiores a los 43 mil barriles diarios, y un promedio de 22,510 barriles diarios de nafta virgen se exportan principalmente a China Popular en un promedio de 6,389 barriles diarios, al Canadá 6,901 barriles diarios, a los Estados Unidos se exportan 2,501 barriles diarios y al Japón 2,550 barriles diarios. Me pregunto ¿por qué no se cuestionan estas exportaciones?

En el mismo sentido, se exportan 5,090 barriles diarios de propano y 2,853 barriles diarios de butano, de los cuales principalmente se dirigen al Ecuador con 2,940 barriles diarios de propano y 1,282 barriles en promedio de butano. Dicho sea de paso la lógica de los acuerdos negociados entre el Estado peruano y el Consorcio Camisea arribados en el 2005, era que en ningún caso los precios de exportación del propano y butano serían inferiores a los vigentes en el mercado interno. Velar por su cumplimiento ello era y es una responsabilidad del organismo regulador Osinergmin, y no de las empresas que tienen como objetivo maximizar sus utilidades. Por ello cabe interrogarse si esta institución ¿está cumpliendo su rol fiscalizador?



En verdad, las exportaciones de los derivados provenientes de los líquidos de gas natural (LGN) de los campos de Camisea bajo responsabilidad de Pluspetrol Perú Corporation, sean por la nafta, propano, butano, gas licuado más solventes tienen valores crecientes, así en el 2007 estas exportaciones fueron equivalentes a más de 531 millones de dólares, en el 2008 fueron del orden de los 520 millones de dólares para aumentar a los 683 millones en el 2009, todo ello según el Boletín Mensual de Aduanas.

EXPORTACIONES EN CUESTIÓN

En razón de las prácticas comerciales y la naturaleza de los contratos de licencia donde una vez firmados los contratos y abonadas las regalías a PerúPetro, las empresas pueden hacer el uso más conveniente a sus intereses. Ello explica por ejemplo las exportaciones de crudo pesado que realiza Pluspetrol Norte hacia Chile por volúmenes que fluctúan entre los 5,203 barriles diarios en el 2008 a 4,104 barriles en el 2009. En el mismo sentido, la transnacional española Repsol/YPF embarca hacia dicho país residuales industriales 6 producidos en la refinería La Pampilla, por 4,614 barriles diarios en el 2008 y por 1,065 barriles en el 2009. Ver cuadro “Exportaciones de Hidrocarburos hacia Chile”.



Si bien se reconoce que Chile está pagando por el gas natural casi 10 dólares por millón de BTU, es decir, casi el doble del precio del Henry Hub y dispone de dos plantas de regasificación ubicadas en Mejillones norte de Chile y en Quinteros en la región central necesarias para convertir el gas natural líquido en estado gaseoso con conexión con sus redes. De esta forma dicho país ha resuelto la dependencia de las importaciones de gas natural proveniente de la Argentina.

Sin embargo, en respeto al interés nacional, el Perú no puede aceptar la exportación del gas licuefactado hacia Chile por más rentable que fuere el negocio para las empresas privadas, mientras no se resuelva la delimitación marítima que cercena las 200 millas a los departamentos del sur de nuestro país. No entender esto sería una claudicación histórica frente a nuestros agresivos vecinos.

Este análisis de las exportaciones de los derivados de los líquidos de gas natural demuestra que las exportaciones de hidrocarburos sea de petróleo, derivados de los líquidos o gas natural licuefactado a partir de junio pasado, constituyen prácticas usuales en un mundo globalizado, y lo que debiera cuestionarse son las condiciones económicas y jurídicas de la exportación.

Por ello, sostenemos que no resulta razonable cuestionar la exportación de gas natural licuefactado bajo responsabilidad del Consorcio Perú LNG en un contrato privado con la transnacional Repsol/YPF a partir de las reservas del lote 56, sino las condiciones económicas y jurídicas de la exportación, es decir, la determinación de los precios de exportación y la fijación de las regalías que percibiría el fisco, pues no resulta equitativo que las regalías por el gas exportado resulten una fracción de las regalías obtenidas en el mercado interno.

Así, también para asegurar la autonomía energética de nuestro país se deben “desacoplar” las reservas de gas natural del lote 88 del proyecto de exportación del Consorcio Perú LNG que debe “caminar con sus reservas propias” previa renegociación de las regalías por pagar al fisco. Desde el punto de vista capitalista el riesgo debe ser asumido por las empresas, y para hacer ello posible deben efectuar inversiones exploratorias para descubrir más reservas en los lotes 56, 57, 58 y otros.

De allí, la necesaria renegociación entre el Estado y el Consorcio Camisea para revisar directamente las regalías de exportación e indirectamente los precios de exportación, como lo dispone el DS Nº 039-2010-EM, en un proceso que no debiera durar más de tres meses para evitar el uso político demagógico sobre la exportación del gas natural en un contexto electoral que ponga en riesgo la gobernabilidad del país.

jueves, 22 de julio de 2010

1910, año del asedio al Perú (*)

Escribe: Luís Siabala Valer



PRESIDENTE DEL PERÚ, DON AUGUSTO B. LEGUÍA SALCEDO
(Periodo de 1908-1912)


Se cumplen cien años cuando Ecuador, Colombia y Bolivia prepararon ataques al Perú concertados y asistidos por La Moneda

Entre 1903 y1911 se produjo la máxima tensión internacional entre el Perú y sus países vecinos. Sería julio de 1910 la cúspide de aquella.

Para el final del gobierno de don José Pardo Barreda en 1908, cuyo empuje al frente del civilismo había conseguido, entre otras importantes tareas, la de continuar el rearme iniciado por don Nicolás de Piérola, quien trajo la primera misión francesa al mando del coronel Dogni, además la construcción de la Escuela Militar de Chorrillos sobre la base de la antigua Escuela de Cabos.

Pardo, decíamos, había emprendido una vigorosa política del fomento de la defensa nacional; además de renovar el contrato a la misión militar francesa; dotó al Estado Mayor del Ejército de los servicios de topografía y de ingenieros, además el de inspección de armas. Se crearon los cuerpos de artillería de campaña y de artillería de costa, los servicios de remonta; se instaló la fábrica de municiones por concesionario en Lima de la firma Ober Monteur Deutshe Waffen und Munitionsfabriken, con sede principal en Karlsruhe, Alemania; la adquisición del moderno fusil Máuser 1910, modelo peruano; fue construido el arsenal de guerra; la adquisición de considerable material de guerra, en especial artillería de campaña, de costa y de montaña; se fortificó el puerto del Callao con piezas de costa Armstrong de 240 mm (Batería Ugarte); se dotó a los regimientos de artillería con piezas Schneider Canet de 110 mm. Para ello, el 5 de abril de 1904 estableció la Intendencia General de Guerra, bajo gestión del Ministro, general Pedro E, Muñiz.

La escuadra, hasta entonces al servicio de naves en mal estado, de las cuales destacaba el crucero Lima, de 1880 y los transportes Constitución, de 1886 y Chalaco, 1884, recibió en 1904 el transporte Iquitos y en 1907 los cruceros Almirante Grau y Coronel Bolognesi que se mando construir en los astilleros Vickers de Inglaterra en 1906 que constituyen hasta ahora elementos de grata recordación para quien suscribe este artículo y los de la generación de 1938.

Mientras esto ocurría, se asistía por entonces, a una reclamación diplomática por las provincias de Tacna y Arica en poder de los chilenos y el esfuerzo tenaz de la cancillería del sur de alargar más los plazos para llevar en ellas el plebiscito que se acordó en 1884, urgida por el Artículo tercero del Tratado de Ancón, que reza:

Artículo tercero.- El territorio de las provincias de Tacna y Arica, que limita por el norte con el río Sama, desde su nacimiento en las cordilleras limítrofes con Bolivia, hasta su desembocadura en el mar, por el sur, con la quebrada y río de Camarones, por el oriente con la República de Bolivia, y por el poniente con el mar Pacífico, continuará poseído por Chile y sujeto a la legislación y autoridades chilenas, durante el término de diez años, contados desde que se ratifique el presente tratado de paz. Expirado este plazo, un plebiscito decidirá, con votación popular, si el territorio de las provincias referidas queda definitivamente del dominio y soberanía de Chile, o si continúa siendo parte del territorio peruano. Aquel de los dos países a cuyo favor queden anexadas las provincias de Tacna y Arica, pagará al otro diez millones de pesos moneda chilena de plata, o soles peruanos de igual ley y peso de aquella.

Un protocolo especial, que se considerará como parte integrante del presente tratado, establecerá la forma en la que el plebiscito deba tener lugar y los términos y plazos en que hayan de pagarse los diez millones por el país que quede dueño de las provincias de Tacna y Arica.


El plazo había vencido en 1893 y Chile había logrado, mediante maniobras, una prórroga. Pese a eso estaba en desventaja pues la población peruana potencialmente resultaba superior a la chilena y desde luego el plebiscito no sería favorable a los intereses del invasor. Esta preocupación para los ocupantes necesitaba de alguna solución y había que buscarla.

Pero la llegada al gobierno de don Augusto B. Leguía Salcedo, en el período de 1908 a 1912 y con él la del distinguido letrado Melitón Porras Osores, el asunto tornó distinto. Nuestro canciller, sumaba a su natural inteligente y sagaz el orgullo de haber servido y batido en la batalla de Miraflores, a la par de que quien lo había convocado a su gabinete para el difícil cargo de ministro de RR. EE., el señor Leguía, igualmente ex soldado de la Reserva.

Leguía había sido exitoso ministro de hacienda durante los gobiernos de Manuel Candamo Iriarte y José Pardo y Barreda. Estaba al tanto de la economía y de los intereses nacionales.

A las reclamaciones diplomáticas dejadas por su predecesor se suman ahora las de tono enérgico, y en paralelo, la clara disposición del gobierno de recuperar las provincias cautivas donde, en previsión de acumular votación favorable los esfuerzos de los chilenos estaban abocados a la expulsión de la población peruana y la migración de chilenos en su reemplazo.

Un fervor nacional despertado por la contundente pluma de don Manuel González Prada inclinaba la conducta política por el revanchismo y la reconquista de los territorios ocupados, era el escritor peruano émulo circunstancial de Georges Clemenceau quien clama por la vengeance, después de la derrota sufrida por Francia por los ejércitos alemanes en los campos de Sedán en 1871.

El revanchismo se presentaba en el ánimo del gobierno peruano y Leguía continuó resuelto en su campaña pese al parecer de una minoría de la oposición, sesgada por mezquinos intereses personales, como siempre ha ocurrido.

Las autoridades chilenas, apoyadas en sus tropas, consideran que para frenar aquello sería útil una política de dura administración que debían ejercen los intendentes. Más tarde deciden la contratación de los mazorqueros, delincuentes licenciados de las cárceles para persuadir a golpes la salida de los peruanos o de ser necesario causarles daño en sus propiedades y hasta privarles de la vida. Paulatinamente se produjo por esta acción la expulsión de la población nativa. Era el período que la historia conoce como el iniciación de la chilenización de Tacna, Arica y Tarapacá, virulencia que toma fuerza a partir de 1916.

La expulsión de los sacerdotes peruanos para reemplazarlos por chilenos en aquellas provincias, a las que se incluye Tarata agregada manu militari, y el llamado incidente de la corona exacerban los ánimos de los dos pueblos que desde 1879, esto es treinta y un años atrás, habían peleado una desigual contienda. La prensa abona por ambas partes caldeando esta situación. Los disturbios frente a las embajadas en Santiago y en Lima son frecuentes.

La cancillería de Chile encuentra entonces muy oportuno usar de la situación del momento que planteaban los vecinos del Perú y se mueve diplomáticamente en aquellos delicados asuntos de frontera planteados por el Brasil, Ecuador y Colombia como parte de la estrategia para frenar o amenguar la política de la cancillería peruana decidida y pertinaz.

La situación de disputa fronteriza, rezago de la colonia, por la que se crearon a costa del virreinato del Perú nuevos países, estaba impulsada principalmente con arreglo a esta coyuntura de momento que sería altamente explotada por la cancillería a orillas del Mapocho:

Con el Brasil, pese a que ese estado había sido una colonia portuguesa regido con las colonias españolas por el tratado de San Idelfonso, dio origen al avance de sus bandeirantes (exploradores) o shiringueros (buscadores del caucho o shiringa) en territorio peruano, desguarnecido y abandonado de toda autoridad, avance que lo introdujo con facilidad en espacios considerables de la selva peruana, sistemáticamente, pero de forma continua por la que se introducen los brasileños en los vastos territorios de nuestras selvas que apuntaba llegar hasta las propias márgenes del Ucayali.

Don Melitón Porras actuó de acuerdo a las circunstancias:

El martes 11 de enero de 1910 consiguió que el Congreso aprobara, por 95 votos contra 15, el Tratado de Límites con el Brasil, suscrito en Petrópolis el 8 de diciembre de 1909, por el plenipotenciario peruano en Río de Janeiro, señor Velarde y el canciller brasileño barón de Río Branco (Tratado Velarde-Río Branco) De esta forma, delimitadas las fronteras del Este cesó definitivamente toda pretensión brasileña.

Este frente quedó resuelto y la contrariedad de la causa chilena quedó manifiesta conforme se puede conocer de El Diario Ilustrado, de Santiago, que comentó el hecho de la siguiente forma:

(…) El Brasil ha aprovechado hábilmente la situación de ánimo creada en el Perú por la cuestión de Tacna y Arica, incrementando su territorio sin gastar pólvora ni dinero (…)

Con el Ecuador, estado sudamericano formado por la disolución de la Gran Colombia en 1830, cuya frontera con el Perú estaba fijada en los límites naturales de las altas cumbres de los Andes, es decir mediante una limitación arcifinia, para 1910 anhelaba salir al Amazonas, alegando derechos coloniales insolventes. La situación tenía soliviantado el ánimo de la población ecuatoriana durante el gobierno del malogrado presidente general José Eloy Alfaro Delgado, quien había declarado su deseo de ir a la guerra y acudir en persona a la frontera del Perú, en especial con el resultado que se anticipaba del laudo de España a favor del Perú. Cosa que no era exactamente la que se iba a producir, pero que el Ecuador en inteligencia con Chile había especulado y con ello provocado un estado de guerra inminente.

Claro que para ello era necesario e imperioso atender el ofrecimiento de la misión militar chilena y la cesión de dos naves de guerra, amén de la compra de cuantioso pertrecho de aquella república del sur para medirse con su vecino de siempre.

Una fuente de origen chilena consigna esta glosa con elación a la crisis de 1910:

La pequeña fuerza naval entró en febril actividad, ante el peligro de un conflicto bélico con el Perú, por el fracaso del arbitraje del Rey de España.

Las maniobras internacionales, principalmente de Colombia, llevaron al Ecuador a desconocer el Laudo Real, aún antes de ser promulgado, pues se sospechaba que iba a ser contrario a las aspiraciones del Ecuador. El grito “Tumbes, Marañón o la Guerra” levantó el espíritu nacional y el País entero se dispuso a tomar las armas en defensa de sus derechos. La nación se movilizó, se compraron armas modernas, se fortificaron las fronteras meridionales y toda la población aceptó el estado de guerra. Lógicamente la provincia de El Oro iba a ser el eje de concentración de tropas, pero carecía de vías de comunicación en forma casi absoluta. Cómo sostener una guerra en la frontera sur, en tales circunstancias? Quedaba, naturalmente, la vía marítima, era y por lo mismo, la hora de la Armada.

Chile vendió gran cantidad de armas de todo calibre, que fueron embarcadas en el vapor Mayuin en 731 bultos en febrero de 1910. Estas compras, indudablemente costosas, sirvieron para fortalecer la defensa y equipar al Ejército y a la Marina.

Punta de Piedra fue convertida en Batería de Costa. Se completaron sus fortificaciones con ocho cañones Armstrong de 120 milímetros en emplazamientos distribuidos en la colina Punta de Piedra y Cerro Atahualpa que dominaban el río, además de otros cañones de menor calibre. Se pensó también en una segunda batería en el Estero Salado, con los cañones descartados y que resultaban muy pesados para desplazarlos a otros frentes.

Los buques fueron alistados para cualquier eventualidad, sobretodo para el transporte de tropas y servicio logístico. El cazatorpedero Bolívar (ex Simpson) debía estar con sus calderas a presión y listo para zarpar en cuarto de hora, para trasladar al Presidente Alfaro al frente de la Batalla en El Oro. Efectivamente, el Presidente Alfaro se trasladó al Oro para dirigir las tropas al viejo estilo guerrillero.

(…) Coincidió esta etapa con la presencia en el Ecuador, como ya se dijo, de la Misión Chilena, encabezada en su sección naval, por el Capitán de Navío Rubén Morales. La primera preocupación de la Armada y de la Misión Chilena fue la formación de oficiales y tripulantes por medio de institutos serios y permanentes, que debían reemplazar a los “cursos prácticos” de cadetes y tripulantes, a bordo de los buques. Paralelamente a este proyecto, estaba la formación de especialistas e Ingenieros Navales. Para ello se tenía ya la base fortificada de Punta de Piedra, que se incrementó con una Escuela de Grumetes y la Escuela de Especialistas de Artillería, Minas y Torpedos (…)


Sin embargo, para el partido conservador el acendrado laicismo del general Eloy Alfaro Delgado, un militar declarado anticlerical provocará un trágico desenlace.

Esta es la crónica de su actividad que culminó con su encarcelamiento, linchamiento, vejación de su cadáver e incineración por sus enemigos:

1907 Ene. 1.- Eloy Alfaro es nombrado Presidente de la República por la Asamblea Constituyente.

1908 Jun. 25.- Inauguración del ferrocarril entre Guayaquil y Quito. Nov. 6.- Se expide la "Ley de las manos muertas", bajo la cual se confiscan los bienes inmuebles del clero para el beneficio de la asistencia pública.

1910 Abr. 24.- Alfaro asume la Jefatura del Ejército para fortificar el golfo de Guayaquil en caso de una invasión peruana. La intervención diplomática de Estados Unidos, Argentina, y Brasil evita la guerra.

1911 Jul. 30.- La Junta Patriótica pide que el gobierno de Alfaro reconozca la elección de Emilio Estrada como Presidente. Ago. 11.- Alfaro renuncia por revuelta popular; el Presidente del Congreso, Carlos Freile Zaldumbide es encargado del Poder. Sep. 1.- Emilio Estrada Carmona asume el poder como Presidente Constitucional; no hubo Vicepresidente. Dic. 21.- Estrada fallece de ataque cardíaco. Dic. 22.- Carlos Freile Zaldumbide es otra vez encargado del Poder.

1912 Ene. 12.- Eloy Alfaro desembarca en Guayaquil. Ene. 28.- Por orden de Freile, los Alfaro, Páez, Serrano y el periodista Luciano Coral son puestos en el Penal García Moreno en Quito. El gobierno no protege a los prisioneros alfaristas de una "chusma organizada" que invade el Penal García Moreno, asesina a los detenidos, los arrastra por las calles de Quito y quema los cadáveres en el Ejido.

Corolario de esto es el rechazo a la ingerencia de Chile, tan amigo de Eloy Alfaro, en los asuntos militares que había logrado influir y se vota por la expulsión de algunos miembros conspicuos de aquella misión.

Con relación a este punto se introduce lo expresado por el escritor chileno, diplomático de carrera, señor Manuel Barros van Buren, en su conceptuosa obra Historia diplomática de Chile, 1541-1938. 1970. Ediciones Ariel, Esplugas de Llobregat, Barcelona, España:

La amistad entre Chile y Ecuador, fortalecida a través de los años, grata a la psicología de ambos pueblos y estimulada por un activo intercambio cultural, había pasado a ocupar un lugar preponderante en la atención de la Cancillería chilena. A esto contribuían diversos elementos, además de los ya nombrados: la necesidad de crearle al Perú un frente de retaguardia en el caso de que la tensión existente no derivara hacia aguas mansas; la presencia en Ecuador, a partir de 1908, de una misión militar, una misión naval, una misión pedagógica, una policial y otra de aduanas y un considerable número de becarios ecuatorianos en Chile; los intereses generales del Pacífico, en los que Ecuador ocupaba un lugar determinante por la posesión de las islas Galápagos, y el puerto de Guayaquil.

Como ya vimos en los capítulos precedentes, servía nuestra misión en Quito don Víctor Eastman Cox, diplomático de carrera, bastamente vinculado a la sociedad serrana por su matrimonio y relaciones personales, y un hombre de gran ambiente político y popular. A cargo de las misiones especiales estaban el teniente coronel Luis Cabrera, el capitán de corbeta señor Stone, el capitán de policía don Alejandro Jaramillo y el asesor pedagógico don Francisco San Cristóbal. Todo este pequeño mundo de técnicos hacía de la Legación de Chile el epicentro de una importante actividad política que si, por un lado, halagó ampliamente nuestra satisfacción, por otro fue un quebradero de cabeza verdaderamente serio para la Cancillería de Santiago.

A partir de 1895 ocupaba la presidencia del país un entrañable amigo de Chile: el general Eloy Alfaro. La amistad entre Alfaro e Eastman allanó muchos problemas, casi todos derivados del conflicto que Ecuador mantenía con el Perú y en el cual sus perspectivas no eran promisorias. Como recordaremos, el fallo del perito español señor Menéndez Pelayo no le había sido favorable. La resolución de S. M. Alfonso XIII de no conocer el asunto produjo cierto alivio en Quito, pero es evidente que su causa se había debilitado en América y que la sentencia del perito había producido en el Perú la resolución de exigir el cumplimiento del fallo por sobre toda otra consideración. Por otra parte, Colombia, al iniciar sus conversaciones con Lima sobre el condominio del río Amazonas, había dejado totalmente de lado al Ecuador y la Cancillería de Quito no cabía en sí de indignación.

Los diplomáticos ecuatorianos aconsejaron a Alfaro buscar una alianza estrecha con Chile que consultara un convenio militar, un sistema de consultas y una integración económica. Mientras Chile estudiaba las proposiciones parciales que hizo en Santiago el ministro señor Rafael Elizalde, la diplomacia peruana atacó a fondo, exigiendo un pronunciamiento de la comisión de neutrales. Después de muchas discusiones, éstos lograron exigir el retroceso de la línea militar a una distancia que impedía un peligro inmediato de guerra, pero no la animosidad de los bandos.

En 1910, Chile sugirió a Alfaro llevar el asunto a la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya y, mientras tanto, buscar un arreglo directo con los peruanos sobre la base de partir el Oriente Amazónico en dos. La Chancillería ecuatoriana resolvió, entonces, llevar el caso al Congreso Bolivariano de 1911, y ya veremos en el próximo párrafo los resultados de esta gestión.

Mientras la actividad diplomática apresuraba su ritmo, los sucesos políticos se precipitaban en Ecuador. Alfaro, en pugna con las fuerzas católicas y abandonado por los principales caudillos del partido liberal, del cual era "el viejo luchador", debió enfrentar una revolución que lo derribó del poder. El depuesto presidente buscó asilo político en la Legación de Chile. Eastman obtuvo del nuevo gobierno que se le concediera un pasaporte para marchar a Panamá.

En enero de 1912, el general Pedro Montera se sublevó en Guayaquil con la intención de reponer a Alfaro. Don Eloy, seducido por los llamados de su sobrino Flavio, vino a su patria a ponerse al frente do las fuerzas liberales. Pero la suerte le fue adversa. Abandonado por los suyos, derrotadas sus tropas, sentenciado por el gobierno, fue llevado a Quito, donde una soldadesca incontrolada asaltó la cárcel y lo mató. El populacho arrastró su cuerpo por la ciudad hasta el campo del Egido, donde lo quemaron. Con el murieron seis de sus colaboradores.

La situación de Chile estaba destinada a correr la suerte del presidente muerto, a cuya amistad estaba tan íntimamente unido. En efecto, los triunfadores de la revolución comenzaron por acosar al ministro Eastman de todo género de desaires. El diario El Guante, de propiedad del señor Manuel J. Calle, inició una campaña de injurias y calumnias en contra del teniente coronel Cabrera. A los chilenos, en general, de les acusó de “sayones de Alfaro”, “imperialistas coludidos con el Perú” y otras especies.

El ministro del Interior, señor Intriago, llegó a aconsejar al jefe revolucionario, general Freile Zaldumbide, romper relaciones con Chile. La Cancillería, dirigida por Alfredo Baquerizo Moreno, se opuso.

Cuando Chile estaba ya resuelto a retirar a su ministro en Quito y a sus cinco misiones técnicas, ocupó el poder el general Leonidas Plaza, hombre de gran rectitud y sensatez. Comprendiendo que todo el encono provenía de la amistad de Eastman con el depuesto presidente, creyó neutralizarla otorgando al ministro de Chile el mismo grado de simpatía de que gozaba antes. Y para acallar a sus partidarios dejó sacrificar a Cabrera como víctima propiciatoria.

(…) (…)

El regreso de Plaza a Quito normalizó nuevamente las relaciones entre los dos países. Toda la política exterior del Ecuador tendió a obtener de Chile una alianza militar estrecha contra el Perú. (…)


La guerra se detuvo y fracasa así el plan chileno, pero es el caso que el Ecuador confiado en el apoyo de Chile estuvo a punto de desencadenar la guerra en 1910. Pero el Perú movilizó 23 mil soldados en la frontera norte al mando del general Enrique Varela Pozo, veterano de Tarapacá e hijo del coronel Marcelino Varela uno de los capitanes de Bolognesi.

Pero ante la inminencia de la guerra y por iniciativa del Brasil, sin solicitud de las partes en litigio, Estados Unidos, Brasil y Argentina mediaron de conjunto (22 de mayo de 1810). Fue la primera vez, dice el historiador Jorge Basadre, en que se llevó a la práctica la Convención de La Haya.

Ambos estados retiraron sus fuerzas de sus fronteras. El Perú aceptó la propuesta de los mediadores, hizo resaltar sin embargo en beneficio del Real árbitro un nuevo testimonio de respeto. El Ecuador invitó al Perú a un arreglo directo en la que Colombia tuviese participación.

Se desguarnecieron las avanzadas ecuatorianas y peruanas de sus posiciones en las márgenes del río Zarumilla y reconcentraron sus fuerzas en Machala y Tumbes, respectivamente. Poco tiempo después los mediadores obtuvieron la desmovilización de los antagonistas.

Con Bolivia, –el antiguo Alto Perú- separado de Perú en 1825 por acción de Sucre atendiendo los deseos de Bolívar, ahora por acción de la guerra del salitre resultaba mediterránea. Pedía y disponía, sin embargo, como suyos territorios del noreste peruano; como consecuencia de esto se produjo el combate de Guayabal a orillas del Manuripe (Madre de Dios) en 1910 contra un destacamento boliviano.

Para ese año, Chile tenía ya suscrita la terminación del llamado Pacto de Tregua con Bolivia y conseguida la suscripción, canje y aprobación del llamado Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia, firmado en Santiago, el 20 de Octubre de 1904, que restablecían las relaciones de paz y amistad y terminaba el Pacto de tregua, sobre la base de las siguientes consideraciones que se resumen:

Que la finalidad de las relaciones comerciales de ambos estados es convenir en la construcción de un FFCC entre Arica y el Alto, en La Paz cuya propiedad se traspasará a Bolivia al expirar el plazo de quince años, contados desde su terminación. Que Chile asume el compromiso de pagar las obligaciones de Bolivia hasta por cinco por ciento de otras líneas ferrocarrileras dentro del plazo de treinta años dentro del territorio boliviano.

La entrega al Gobierno de Bolivia de la cantidad de trescientas mil libras esterlinas en dinero efectivo y en dos parcialidades de ciento cincuenta mil libras. La cancelación definitiva de los créditos reconocidos por Bolivia, por indemnizaciones la suma de cuatro millones quinientos mil pesos, oro de diez y ocho peniques, pagadera, a opción de su Gobierno, en dinero efectivo o en bonos de su deuda externa estimados al precio que tengan en Londres el día en que se verifique el pago; y la cantidad de dos millones de pesos, oro de diez y ocho peniques, pagadera en la misma forma que la anterior.

El reconocimiento de Chile en favor de la de Bolivia y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y puertos del Pacífico. Finalmente, someter las cuestiones a suscitarse al arbitraje de Su Majestad el Emperador de Alemania.

El hecho jurídico que resulta del manifiesto Artículo III, de construir un ferrocarril de Arica a La Paz, es decir por territorio peruano y el más amplio tránsito boliviano por él mortifica el espíritu peruano.

Sin embargo, este tratado de 1904 no sólo puso fin al Pacto de Tregua firmado en 1884 y estableció definitivamente los límites entre las repúblicas de Bolivia y Chile, sino que el antiguo Alto Perú quedó desde entonces condenado a la mediterraneidad confinado por los Andes.

Bolivia, después de haber recibido del Chile en 1904 pago por sus conquistados territorios de Atacama, meditaba ahora su enclaustramiento y movido por la diplomacia chilena anhelaba en 1910 una salida al mar por Ilo.

Aun así, en el escenario internacional, para Chile quedaba pendiente con el Perú un plebiscito, que de efectuarse, le resultaría adverso. Para 1925 la cancillería chilena aún diría:

“No hay expectativa de éxito, pues el número de votantes que podemos presentar es inferior al de los peruanos por más que los tachemos en serie y, además, porque dado el sistema de los norteamericanos para agotar los medios de prueba, Chile corre el riesgo de quedar en absoluta minoría”

(Canciller de Chile, Agustín Edwards – 20 OCT 1925).


Durante el gobierno de José Pardo se había ajustado con Bolivia, a la sazón gobernada por el general Ismael Montes, el acuerdo suscrito el 22 de septiembre de 1902, ente el canciller peruano, señor Felipe de Osma y su par boliviano, señor Eliodoro Villazón, cuya decisión se confió a la República Argentina, gobierno que el 8 de de agosto de 1909 expide el fallo arbitral, aceptado por el Perú, pese a que la demanda peruana no había sido íntegramente satisfecha, mas no así Bolivia que rompió relaciones con la Argentina y pidió la guerra contra el Perú.

Inmediatamente, la cancillería chilena exhorta a Bolivia a invadir Puno y Moquegua para lograr una salida soberana por Ilo:

"Perú sigue enviando tropas a su frontera norte. Es la ocasión de realizar el ideal de nuestra salida al mar. Chile nos garantiza la victoria, nos da dinero, armas y gente. Nos proporciona la ayuda del Ecuador, del Brasil y la neutralidad de Argentina. Es la ocasión más preciosa de nuestra historia. Chile no pide nada, sólo quiere terminar la cuestión de las cautivas dejando de ser vecino del Perú. Llegará hasta garantizar la estabilidad de nuestro puerto. Ruego indicar inmediatamente si necesita un millón de libras o más, si puede dar por garantía alguna entrada aduanera, saludos. (Luis Arce – Canciller boliviano / Telegrama 19 JUL 1909”.

Entusiasmado, Ismael Montes acepta la confabulación:

“Necesitamos 15,000 fusiles con 15 millones de tiros; 24 ametralladoras; 30 piezas de artillería con respectiva munición, más 300 caballos ensillados y 200 mulas. Si todos estos elementos nos los proporciona ese gobierno, deberán embarcarlos inmediatamente con destino a Antofagasta. Además, necesitamos un millón de libras para desarrollar una campaña larga. Respecto a personal de jefes y oficiales que hemos de necesitar, irán indicaciones posteriores – (Presidencia de Bolivia / Telegrama 22 JUL 1909”.

La sangre no llegó al río y la cancillería peruana consiguió la vigencia del tratado Osma-Villazón, suscrito en diciembre de 1902. Nueva frustración de los planes de La Moneda.

Con Colombia, igualmente segregada de la Gran Colombia, en 1829, después de la revolución de Páez contra Bolívar alegaba derechos en el Caquetá y el Putumayo, animada con el alegato de los graves sucesos de explotación de The Peruvian Corporation y la firma Arana en la persona de nativos y ciudadanos colombianos explotados y maltratados en la extracción del caucho por lo que moviliza tropas, asunto que provocó también la movilización del Perú por los territorios del Potué o Caquetá, que dio origen al encuentro de La Pedrera (río Caquetá) en 1911 contra un batallón colombiano y la captura de su estado mayor.

Para el caso resulta importante considerar, dentro de estas circunstancias, la misión militar chilena llegada a Colombia para formar la escuela militar.

Con relación a estos asuntos viene al caso lo siguiente:

El desempeño de las misiones militares chilenas en Ecuador motivó a Colombia a solicitar asistencia de oficiales del Ejército de Chile para iniciar su propio proceso de reforma militar. También surgía esta necesidad de profesionalización de la complicada situación en que quedó Colombia con la segregación de Panamá y las guerras internas provocadas por el conflicto entre liberales y conservadores.

En 1899 estalló la llamada Guerra de los Mil Días, producto de un conflicto político interno que dejó al país en una situación realmente lamentable. Calmado ya el estado beligerante, ascendió al poder el general Rafael Reyes Prieto, en 1904, quien manifestaba una gran preocupación por la situación militar de Colombia y por la incapacidad del Ejército de mantenerlo en el poder ante un eventual nuevo levantamiento golpista o revolucionario.

Coincidió que oficiaba entonces como ministro de Colombia en Ecuador, el General Rafael Uribe Uribe, quien había sido testigo del proceso de reforma militar quiteña quedando sorprendido con el dominio de la escuela prusiana por parte de los oficiales chilenos. Uribe había trabajado directamente como observador de las instrucciones, asesorado por el Capitán Ernesto Medina. En 1905, fue destinado a la representación de su patria en Chile, ocasión en que pudo confirmar sus impresiones sobre el prestigio y la profesionalidad del Ejército de Chile.

Desde aquel momento, Uribe se empeñó en convencer al Presidente Reyes de conducir la reforma militar en planes, con personal militar chileno y no alemán, como muchos sugerían. Así, en septiembre de 1905 publicó la Memoria sobre las Instrucciones Militares de Chile, un trabajo completísimo de investigación y recopilación, que terminaría de imponer la idea de profesionalizar al ejército colombiano bajo instrucción chilena. Al mes siguiente, salían los primeros envíos de cadetes para estudiar en la Escuela Militar de Santiago, entre los que figuraban dos hijos del propio Uribe. El Ejército de Chile también autorizó al Alférez de Caballería del Ejército de Colombia, José Manuel Izquierdo y Valdés, para ser incorporado en carácter de oficial extranjero en el Regimiento Cazadores del General Baquedano.

Hacia fines de 1905, el Gobierno de Colombia procedió a solicitar directamente el envío de oficiales chilenos para iniciar la instrucción. Por recomendación de Uribe, se requeriría también de asistencia para la fundación de la Escuela Naval.

En diciembre de 1906, quedó conformada la que sería la primera misión, escogida por el General Körner Henze. Los elegidos fueron el Capitán Arturo Ahumada y el Capitán Diego Guillén, recibiendo autorización para partir el 7 de enero del año siguiente. Se sumó a ellos el Teniente Primero Alberto Asmussen, para asumir la instrucción relativa a la que sería la Armada de Colombia y tomar la Dirección de la Escuela Naval.

La misión chilena se encontró de inmediato con el desafío de organizar la Escuela Militar, dirigirla e impartir las clases en ellas. También debieron correr con la necesidad de producir los reglamentos orgánicos y organizar el alto mando del Ejército, de la Inspección General y del Estado Mayor.

Considerando que esta misión se extendió por sólo dos años, la eficiencia con que logró iniciar esta titánica labor ha de ser ejemplar, al punto de que acercó ostensiblemente a ambos países a nivel diplomático, quizás como nunca antes había sucedido, considerando las diferencias que hubo entre Chile y el prócer Bolívar a inicios de la república, y luego por el apoyo de Colombia a la posición peruana durante la Guerra del Pacífico.

La segunda misión chilena llegó a Colombia en 1909, compuesta por el Capitán Francisco Javier Díaz Valderrama y el Mayor Pedro Charpín Vidal. Díaz permaneció en Bogotá hasta 1911, con actuación destacada. Charpín lo hizo hasta un año más, fundando el 1º de mayo de 1909 la Escuela Superior de Guerra de Colombia, que comenzó a impartir sus primeras clases en 1910. La caída del Presidente Reyes y el ascenso de Jorge Holguín al poder, en 1909, y luego de Ramón González Valencia, en 1910, no fueron obstáculo para la continuación del proceso de reforma militar instruido por los chilenos. De hecho, el desempeño de Capitán Díaz Valderrama fue tan reconocido que, una vez ascendido a General, fue contratado como asesor del Ministerio de Guerra durante el conflicto entre Colombia y Perú, en 1932.

La profunda reforma modernizadora de las fuerzas armadas de Colombia se completó con las misiones chilenas de 1912-1913 (Mayor Washington Montero, Capitán de Artillería Pedro Vignola y Capitán de Ingenieros Manuel Aguirre) y la de 1913-1914 (Mayor Carlos Sáez). En 1915, además, Colombia contrató a dos Capitanes chilenos (Ramón Álvarez Goldsack y Óscar Herrera Jarpa), para entregar instrucciones a los artilleros y crear la Escuela de Artillería.

Si bien algunos analistas militares colombianos no vieron grandes progresos en las misiones militares chilenas de 1907 a 1914, como es el caso de Diógenes Gil Mojica, para otros, como Eurípides Márquez, el resultado fue "una obra tan completa en tan corto tiempo" que se debería enteramente a "que los oficiales que fueron a Colombia.

Con Chile, que había conseguido alongar su territorio con las provincias de de Tacna, Tarata, Arica y Tarapacá y la riqueza del guano, borato y salitre que poseían estos territorios, quería conseguir la ventaja necesaria para una votación plebiscitaria favorable y quedarse con lo conquistado.

La Moneda, irritada por la actividad diplomática peruana, encontró en estas disputas la ocasión de exacerbarlas y consiguió, dado el prestigio alcanzado por sus armas en la Guerra del Salitre, colocar, conforme tenemos anotado, sendas misiones militares en Quito y Bogotá, las que iban a formar las escuelas o academias militares de esos países a la par que inducir mediante sagaces diplomáticos, muy de cerca en los asuntos externos de aquellos estados, en contra del Perú.

Era necesario aislar al Perú promoviendo la animadversión vecinal.

Cedemos nuevamente la palabra al diplomático chileno Manuel Barros van Buren en su obra citada:

Las relaciones con el Perú

La situación pendiente de Tacna y Arica había agriado seriamente las relaciones con nuestro vecino del norte. Los diversos esfuerzos realizados por Chile para llegar a una solución cordial, o habían muerto al nacer, o se habían esterilizado en el camino, ahogados por los intereses contrapuestos de ambas naciones, cuando no por los sentimientos exaltados de la opinión pública, tanto chilena como peruana. La expulsión de los párrocos de Tacna y el incidente de la placa de bronce al monumento a los caídos de 1879, en Lima, durante la administración de Montt, terminaron por sepultar las esperanzas aun de los más optimistas.

Don Ramón Barros y don Rafael Orrego estaban convencidos de que la presencia, cada vez más determinante, de don Guillermo Billinghurst en la política interna del Perú sería un alivio para esta tensión. Sin embargo, 1911 abrió con lamentables sucesos, fiel reflejo del estado de ánimo a que había llegado la odiosidad popular. En mayo de ese año, a raíz de unas publicaciones del diario peruano La Voz del Sur, subvencionado por el gobierno de Lima para mantener viva la llama de la peruanidad en Iquique, publicaciones que se estimaron ofensivas a nuestra marina de guerra, las pobladas asaltaron las prensas y las destruyeron. Mientras la policía y tropas de línea pugnaban, en medio de una refriega formidable, por mantener el orden, un grupo de exaltados se lanzó contra el Consulado del Perú y, arrancando el escudo, lo destruyó.

La gravedad de los hechos causó una indignación incontenible en Lima.

La Cancillería chilena se apresuró a presentar las excusas de rigor por intermedio de nuestro cónsul general, señor Munizaga. El gobierno peruano las aceptó en razón a los testimonios fidedignos de que las autoridades de Iquique habían hecho esfuerzos inauditos por resguardar los lugares amagados. Chile pagó la reparación de la imprenta rota y dio una satisfacción pública al cónsul del Perú en Iquique.

Pero todos estos esfuerzos conciliatorios no alcanzaron ni conmovieron a la opinión pública peruana. Una concentración de masas que reunió más de 30.000 personas desfiló bajo los balcones del palacio presidencial, donde el presidente, don Augusto Leguía, les dirigió un fogoso discurso, prometiendo hasta la última gota de su sangre a fin de vengar "los ultrajes do Iquique" y para recuperar "las cautivas provincias de Tarapacá, Tacna y Arica", En aquella oportunidad, la Liga Patriótica del Perú, formada casi exclusivamente por expatriados de estas provincias, le entregó al mandatario un acuerdo de honor por el cual 10.000 firmantes se comprometían a ir a pelear en la vanguardia de la próxima guerra con Chile.

Leguía no quiso dejar morir este espíritu tan promisor y, aunque en su fuero interno estaba decidido a arreglar el problema por las buenas, no vaciló en enviar al Congreso un proyecto para comprar el acorazado francés Depuis de Lome, en ese momento considerado como uno de los más poderosos del mundo. Simultáneamente, impartió órdenes a la división de Arequipa de efectuar una demostración de fuerza lo más cerca posible de la frontera.

Munizaga informó oportunamente de que tras toda esta pantalla bélica sólo estaban los anhelos de popularidad de Leguía. Que el acorazado francés no se adquiriría por falta de fondos y que la división de Arequipa sólo contaba con 5.000 hombres, armados insatisfactoriamente. Pero, en Chile el gobierno, alarmado por la exaltación patriótica de la prensa y Congreso, debió responder.

La Primera División, con sede en Tacna, reforzada con tropas del sur, acordonó la frontera del Sama en una de las maniobras más espectaculares de nuestra historia militar. Se concentraron 35,000 hombres bien armados y diez buques de guerra en la bahía de Arica. Observadores extranjeros más de 15 países fueron invitados. Los comentarios de la prensa europea sobre este despliegue de fuerzas son realmente elogiosos para Chile.

Como si estos sucesos no fuesen bastante, en marzo de 1912 se produjo el desdichado incidente del vapor Cóndor. Un grupo de marineros chilenos, de franco en El Callao, fueron atacados por una poblada. En la pelea que revistió caracteres de un verdadero combate, dos marineros chilenos y dos peruanos resultaron muertos, amén de una docena de heridos graves. La policía, alertada a tiempo, tomó el buen acuerdo de corres a proteger el Consulado de Chile, evitando así la repetición de los sucesos de Iquique. El gobierno peruano pagó una indemnización a los familiares, tanto chilenos como peruanos, a fin de dejar satisfechas las susceptibilidades patrióticas de ambos países.

Cuando todo parecía cerrado a un avenimiento, asumió el poder en Lima, en reemplazo de Leguía, don Guillermo Billinghurst, gran hombre público y buen amigo de nuestro país. Don Ramón Barros le envió una carta personal felicitándolo por su cargo y haciendo halagüeños augurios de paz y de concordia.

El 12 de noviembre de 19I2 se renovaban las relaciones entre ambos países, sin designarse, por el momento, representantes diplomáticos. El 18 de de noviembre del mismo año llegaba a Valparaíso el primer buque peruano, después de treinta años de tensión. Se trataba del Pachitea, que fue recibido por una cordial multitud en el muelle Prat.

El presidente Billinghurst hizo cuanto estuvo de su parte para renovar formalmente las relaciones con Chile. Por un lado, sus conflictos limítrofes con Ecuador y Colombia le aconsejaban arreglar cuanto antes el frente del sur. Por otra parte comprendía que cada año que Tacna y Arica pasaban en poder de Chile era un retroceso para la soberanía peruana en estas zonas, tan alegada en documentos y discursos. Como tercer elemento debe considerarse su recio espíritu americanista, que le hizo tan altamente respetado en el continente y tan impopular en su propio país.

Hacia 1915, fuera de los contactos oficiosos tomados con ocasión de la guerra mundial, las relaciones entre Chile y Perú continuaron radicadas en los cónsules y en las amistades personales de grupos determinados. En esta fecha, la Liga Estudiantil de Lima invitó a un Congreso Panamericano y los estudiantes de la delegación de Chile fueron espléndidamente recibidos. La generosa universalidad de la juventud quiso abrir así una etapa nueva en la amistad de ambas naciones. Pero el ambiente no estaba aún maduro.


Estos sucesos del pasado no parecen haberse diluido. Cien años después el Perú tiene presentada ante la Corte Internacional de la Haya, una demanda contra Chile por el diferendo marítimo con relación a la soberanía de las doscientas millas, surgido de acuerdos de pesca que Chile pretende darle calidad de Tratados.

La cancillería peruana, heredera de las lecciones del pasado repasa seguramente la sagaz política diplomática de don Melitón Porras Osores y la del general Manuel Varela Pozo.

Si bis pacem parabellum.


Fuentes:

Las citadas en el texto.

Historia de la República del Perú. Jorge Basadre. Tomo VIII. Ed. Universitaria; Lima-1983

Perú y Ecuador. Apuntes para la historia de una frontera. Felix Denegri Luna. Primera Ed. Lima-1996.

Nuestras vidas son los ríos... Historia y leyenda de los González Prada. Luis Alberto Sánchez. Fundación del Banco de Comercio. Lima-1986.

Luchas y victorias por la definición de una frontera. Tnte. Crl. E.P. Rómulo Zanabria Zamudio. Ed. Jurídica S.A. Lima, Perú-1996

Grabados:

INTERNET

Otras fuentes:

http://es.wikipedia.org/wiki/Augusto_Legu%C3%ADa

http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/noviembre2005/guerras_peru.htm

http://www.google.com.pe/imgres?imgurl=https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrrYdQivAaboLFWkZrV6G-XFm_jL1_W4bU4ITfGsntuHHGUn3DKqXWmAGiBw_9NJIXhhyoxHK387i7EaQ1sIG3tZN8SPiwJnN_dUs-PRrRFkhIbYB5CHpWunznLb-E_tS03qcBkjG1uaFl/s320/eloyalfaro2cazatorpedobolivar9+1910.jpg&imgrefurl=http://faroportales.blogspot.com/2008/04/chile-y-la-misin-militar-en-punta-de.html&usg=__Ra_lfVhCYxVfEC024cPJennrfaQ=&h=225&w=320&sz=25&hl=es&start=49&um=1&itbs=1&tbnid=ybD8cRP-naG6nM:&tbnh=83&tbnw=118&prev=/images%3Fq%3D1910,%2Bperu%26start%3D36%26um%3D1%26hl%3Des%26sa%3DN%26rlz%3D1T4GUEA_esPE372PE373%26ndsp%3D18%26tbs%3Disch:1


(*) Publicado en Harun al – Rashid espacio de la literatura, narrativa y el ensayo
El miércoles 21 de julio de 2010

Pueden verlo en:
http://harumalraschid.blogspot.com/2010/07/1910-ano-del-asedio-al-peru.html

lunes, 19 de julio de 2010

CANON MINERO 2010: UN GOLPE BAJO A LAS REGIONES

Más utilidades pero menos canon

Lamentablemente teníamos razón respecto al canon minero por distribuir en función al impuesto a la renta abonado por las empresas mineras por el ejercicio fiscal del 2009; el canon minero que corresponde a todos los gobiernos regionales, gobiernos locales y universidades públicas de las regiones mineras suma los 3,087 millones de nuevos soles, lo que representa casi 500 millones de nuevos soles menos en relación al canon del 2009 que significó 3,584 millones y que se determina a partir del impuesto a la renta del ejercicio del 2008. Al mismo tiempo significan menos de 1,420 millones de nuevos soles en relación al canon minero distribuido en el período junio 2008-junio 2009 que alcanzó el monto de 4,507 millones de nuevos soles en razón del impuesto a la renta pagado en el 2007, como se puede observar en el cuadro respectivo Perú: Distribución del Canon Minero”

Esta desigualdad en la distribución de la renta minera hace más urgente el cobro integral de las regalías mineras en especial a las empresas transnacionales como Mra. Yanacocha, Mra. Antamina, Mra. Tintaya y la Mra. Cerro Verde que no están abonando las llamadas regalías mineras desde el 2004, y la vigencia de un impuesto extraordinario a las sobre utilidades que están obteniendo sobre todo las productoras de oro y plata, al margen del Aporte Voluntario.

En verdad, estos menores montos por concepto de canon minero distribuidos a las regiones mineras exponen con crudeza las asimetrías en la distribución de la riqueza minera con un modelo de crecimiento primario exportador empobrecedor a pesar de las elevadas tasas de rentabilidad de las empresas mineras sobre todo auríferas, cupríferas y argentíferas. Hemos demostrado en artículos anteriores en el llamado “boom minero” 2004-2009, los límites de este modelo donde de cada 100 dólares de ingresos de exportación, el fisco no capta ni 12 dólares sea por el impuesto a la renta, regalías, aporte voluntario y derechos de vigencia.

De allí la necesidad de fomentar la inversión privada con responsabilidad ambiental, responsabilidad social y tributaria. Elevar los ingresos fiscales vía el abono de regalías sin excepción alguna significaría más de 600 millones de nuevos soles adicionales a los 400 millones que se perciben como promedio. En el mismo sentido con precios del oro por encima de los 1,000 dólares la onza y de la plata por encima de 12 dólares, el Estado debe participar de estas ganancias extraordinarias que no se explican por mejoras tecnológicas ni incrementos de la productividad. No hacerlo será suicida para la estabilidad y gobernabilidad del país en los próximos años.

El canon minero distribuido a los gobiernos locales y regionales de 3,086 millones de nuevos soles debió distribuirse en el mes junio del 2010 y supuestamente tendría una vigencia hasta el mes de junio del 2011; es más, el evidente retardo en la transferencia pues recién el viernes 16 de julio del presente se ha publicado en el portal de transparencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) los montos correspondientes al canon minero que como es de conocimiento público se determina por el 50% del impuesto a la renta pagado por las empresas mineras en el 2009. Esta demora en la distribución está afectando el desenvolvimiento de una serie de proyectos de desarrollo en las regiones, y debemos entender que representan montos provisionales en razón que resulta inexplicable que con mayores utilidades mineras en el 2009 en relación al 2008 el canon sea menor.

En especial las empresas productoras de oro y plata en el ejercicio del 2009 experimentaron mayores ingresos y utilidades respecto a los años anteriores y en menor medida las productoras de cobre, a tal punto que instituciones como Grupo Propuesta Ciudadana, entidad que agrupa a una serie de organismos no gubernamentales (ONGs), estimaron que el canon minero aumentaría en un 18%, así sostenían que “Conforme a ley, el 50% del impuesto a la renta es transferido a los departamentos como canon minero, el cual estimamos que en el 2010 bordearía los S/. 4,000 millones de nuevos soles, es decir, aproximadamente 18% mas que lo transferido en el 2008 (que alcanzo los S/. 3,434 millones)”

En verdad, al margen de las explicaciones que tendría que brindar el llamado Grupo Propuesta Ciudadana por el exceso de optimismo sobre la regularización del impuesto a la renta, y los efectos de los beneficios tributarios en la recaudación fiscal. Se debe justificar por sus gruesas estimaciones ante las regiones mineras en razón a las expectativas generadas. Al margen de ello, debería llamar la atención la falta de transparencia en la autoridad fiscal sobre los valores del impuesto a la renta efectivamente pagado diferenciado del impuesto a la renta declarado por las empresas mineras en sus estados financieros, y publicados por la CONASEV en relación a las empresas que cotizan en la bolsa.

Con la información disponible por la CONASEV la utilidad neta de las empresas mineras que cotizan en la bolsa en el 2009 fue de 4,051 millones de nuevos soles superior a los 3,796 millones de obtenidas en el 2008, destacando las utilidades de Mra. Yanacocha con operaciones en Cajamarca, de la Mra. Cerro Verde en Arequipa, de la Compañía Mra. Barrick Misquichilca con actividades en Ancash (Pierina) y La Libertad (Lagunas Norte) y de la Mra. Buenaventura. De allí la necesidad de superar las trabas de la reserva tributaria en un mundo globalizado, pues en razón de la transparencia debiera ser un derecho ciudadano el libre acceso a la información sobre los verdaderos montos de impuesto a la renta que percibe el fisco.

LOS MÁS AFECTADOS

En función al cuadro mencionado los departamentos que perciben los menores ingresos por canon en el 2010 en relación al canon minero del 2009, serían Ancash con 147 millones de nuevos soles menos, sigue Arequipa con montos menores del orden de 186 millones, Moquegua con 155 millones menos y Tacna con un menor canon del orden de los 143 millones de nuevos soles.

En el caso de Ancash el canon minero disminuye de 929 millones de nuevos soles a 782 millones básicamente por los menores precios del cobre y por la vigencia del cuestionado beneficio de reinversión reconocido a la empresa minera Antamina en razón de los contratos de estabilidad jurídica y tributaria. Si se tiene presente que esta minera no abona las regalías mineras, y su rentabilidad estaba asegurada en el largo plazo con precios reales del cobre de un dólar la libra de cobre, resulta desigual y carente de equidad que el Estado no tenga una mayor participación de la renta minera.

Al departamento de Arequipa se le distribuye por canon minero 348 millones de nuevos soles que resultan menores a los montos percibidos en el 2009 que arribaron a los 534 millones. Siendo la principal empresa minera que opera en la región la Mra. Cerro Verde la cual obtuvo en el 2009 utilidades netas de 708 millones de dólares casi equivalentes a las obtenidas en el 2008 que sumaron los 718 millones de dólares resulta inexplicable la fuerte reducción del canon minero.

Es más, si se tiene presente que en dicho departamento operan unidades mineras de oro y plata como las mineras Arcata, Cailloma, Caravelí y otras del grupo Buenaventura debiera extrañar la fuerte disminución del canon minero. Se debe tener presente que la minera Cerro Verde tampoco abona regalías mineras de allí la necesidad de una mayor participación del Estado en la riqueza minera.

Fuertemente afectados en la disminución del canon minero resultan los departamentos de Tacna y Moquegua donde desenvuelve sus actividades la transnacional Southern Perú Copper Corporation (SPCC). En el caso de Moquegua el canon minero disminuye de 400 millones de nuevos soles en el 2009 para pasar a los 245 millones en una disminución del 39%; para el departamento de Tacna la disminución es más traumática pues el canon pasa de los 342 millones de nuevos soles a los 199 millones de nuevos soles, en una variación de menos 42%.

¿DÓNDE AUMENTA EL CANON?

De manera significativa el canon minero se incrementa en el departamento de Cajamarca donde pasa de los 232 millones de nuevos soles en el 2009 a los 412 millones de nuevos soles en el 2010, es decir aumenta en 180 millones de nuevos soles lo cual representa una variación del 77%. Este comportamiento se explica por los altos precios del oro y la plata, que determinaron que la utilidad neta de la Mra. Yanacocha transite de los 464 millones de dólares en el 2008 a más de 713 millones de dólares en el 2009, y por las operaciones de la minera Gold Fields La Cima en el 2009 que tuvo una utilidad neta de 97 millones de dólares.

Si se tiene presente que Mra. Yanacocha no abona regalías mineras, y los precios del oro se mantienen por encima de los 1,000 dólares la onza bordeando los 1,250 en algunos meses, que sumados a los bajos costos de producción, se puede afirmar que las utilidades extraordinarias que está obteniendo esta empresa no están siendo compartidas con el Estado, de allí la necesidad de imponer un impuesto extraordinario como una manera efectiva de incrementar los ingresos fiscales.

El departamento de La Libertad también experimenta un crecimiento importante del canon minero al pasar este de los 376 millones de nuevos soles en el 2009 a 422 millones de nuevos soles en el 2010, con un incremento del 12%, gracias a las operaciones de empresas auríferas como la Mra. Barrick Misquichilca (Lagunas Norte), Mra. Poderosa, Retama, Santa Rosa, San Simón etc.

EPÍLOGO

El cuadro resumen ilustra la tendencia decreciente del canon minero dependiente del impuesto pagado por los titulares mineros. En un contexto electoral estos menores ingresos por concepto de canon minero afectará o postergará una serie de inversiones regionales y de los gobiernos locales inicialmente comprometidas provocando un lógico malestar que será aprovechado por los grupos críticos y radicales a la actividad minera, que tienen un razonamiento dualista y ambiguo frente a la actividad minera. Por un lado, se exige un mayor canon, de otro lado se limita la exploración y explotación minera, por la preocupación ambiental que la misma actividad genera.

De allí, la necesidad de replantear el modelo de desarrollo minero con un mayor valor de retorno, lo cual significa elevar la contribución fiscal por medio del abono general de las regalías, con la vigencia del impuesto extraordinario a las ganancias extraordinarias pues el impuesto a la renta declarado por las empresas en sus estados financieros está sujeto a una serie de deducciones producto de los beneficios tributarios que afectan al final de cuentas los niveles del impuesto.

La minería debe convertirse en la locomotora de la economía para ello se hace necesario una mayor integración con la industria local para incrementar los eslabonamientos materiales, es decir, las compras y ventas a la industria por un lado, y de otro la industrialización de los productos mineros, pues está demostrado hasta la saciedad que ninguna sociedad alcanza el desarrollo económico con la producción de materias primas.

Una minería responsable en términos ambientales, sociales y tributarios es posible de ser alcanzada con una mayor participación del Estado en la renta minera, y con una eficiente fiscalización de parte del Osinergmin y del Ministerio de Medio Ambiente para que no sucedan los hechos trágicos provocados por la Mra. Caudalosa en Huancavelica.



Para visualizar el cuadro: “Perú: Distribución del Canon Minero” ingrese al siguiente enlace:
http://www.mancozaconetti.com/index.php?option=com_content&view=article&id=214:canon-minero-2010-un-golpe-bajo-a-las regiones&catid=1:catmineria&Itemid=7

jueves, 15 de julio de 2010

La Cripta (*)


Escribe: Luís Siabala Valer


Cripta de los Héroes de la Guerra de 1879


Incidente diplomático de 1908 entre el Perú y Chile

Lima, martes 18 de septiembre de 1908.- Palacio de Gobierno. Gabinete del presidente José Pardo y Barreda.

El canciller, doctor Solón Polo tiene desde hace media hora audiencia con el presidente Pardo. Hay premura en palacio por atender asuntos de política interna habida cuenta que aquella administración estaba de salida, pero el tema principal en agenda es la propuesta que ha sido comunicada por el ministro plenipotenciario de Chile, señor José Manuel Echenique Gandarillas, recientemente acreditado ante el gobierno peruano, de colocar una placa de bronce en la cripta que el gobierno peruano había erigido en honor de los caídos en la guerra de 1879 y a la que se sumaba Chile.

El ministro quería de esta forma inaugurarse bien y La Moneda había aprobado la iniciativa, en época de acoso a los peruanos en la zona ocupada y como contrapartida la resistencia de aquéllos.

Sin embargo, de la aceptación a ésta o su rechazo, como resultó finalmente, habría de derivar acontecimiento singular con marcado daño para las relaciones entre el Perú y Chile que hicieron eco, principalmente, en 1911 y 1920 con movilizaciones comunes en la frontera, con claras intenciones recíprocas de una nueva guerra entre los dos países. Había pues en aquella manifiesta propuesta diplomática chilena resabios de una situación no concluida y el ánimo del gobierno peruano y su población era claro que no estaban dispuestos para aceptarla.

Antecedentes a la erección de la cripta

La cripta, levantada en el Cementerio General de Lima, fue concebida para el eterno reposo de aquellos combatientes peruanos y su inauguración solemne y concurrida tuvo lugar el 8 de setiembre de 1908, durante el gobierno del presidente José Pardo y Barreda. Obra del arquitecto francés Emilio Robert, reviste hasta hoy, ostensible, la severa majestad de su propósito lo que se puede ver de la hermosa fotografía que exorna este despacho.

Tras su erección, correspondió la ardua tarea de ubicar e identificar principalmente los restos de los militares peruanos que murieron y fueron sepultados en los osarios que se improvisaban en los campos de batalla, específicamente Mejillones y Tarapacá, Intiorco en Tacna, San Juan, Chorrillos y Miraflores, Arica, Huamachuco y San Pablo, amén de otros lugares referidos como tales. La actividad de traslación de los caídos en las jornadas del sur, sepultados en territorio ocupado, había correspondido al gobierno del general Andrés A. Cáceres.

Para conseguir tal propósito, expidió el 3 de junio de 1890, un decreto supremo, por el cual se disponía el traslado al seno de la patria de los restos de quienes sucumbieron en batalla y se comisionó a la flamante cañonera Lima a cuyo bordo llegaron al Callao y a diversas tumbas en el cementerio principal de Lima, ese mismo año.


En el primer nivel fueron colocados los magníficos sarcófagos en mármol que contienen los restos del almirante Miguel Grau Seminario y del coronel Francisco Bolognesi Cervantes, mientras que en el segundo se dispusieron los 246 nichos de los militares identificados, que incluyen los restos encontrados en cinco osarios.

El acto de adhesión chilena a tan laudable acontecimiento nacional lo era también como un gesto de distensión -la ocasión se mostraba propicia de la mejor forma encontrada por La Moneda- para apaciguar momentos de efervescente y exacerbado nacionalismo que confrontaban las dos naciones con relación a la suerte de los territorios peruanos de las provincias de Tarapacá y Tacna ocupados desde 1879, esto es 29 años atrás, gesto con el que decíamos, esperaba hacer su ingreso el nuevo ministro plenipotenciario chileno en momento de aquellos negocios jurídicos tan controvertidos que movían las pasiones populares del Rímac y del Mapocho.

La nota protocolar decía:

"Lima, 16 de septiembre de 1908.- A S.E. el Dr. Solón Polo.- Señor Ministro: El Gobierno de Chile, queriendo asociarse al homenaje que el Gobierno del Perú ha rendido a los ciudadanos que en defensa de su patria sucumbieron en la guerra de 1879, me ha confiado el honroso encargo de depositar una corona de bronce en la tumba que ahora guarda sus restos.

Al transmitir a V. E. este deseo de mi Gobierno que entraña sencillamente una elevada significación moral me permito rogar a V. E. estime oportuno para dar cumplimiento a la piadosa misión con que he sido honrado. Aprovecho con agrado esta ocasión para renovar a V. E... la expresión de los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración. (Firmado José Miguel Echenique Gandarillas)"


Coyuntura diplomática

Empero las fechas del magno acontecimiento, su inauguración ya efectuada como explicamos el 8 de septiembre de 1908 y los de la trasmisión del mando al nuevo mandatario, don Augusto Bernardino Leguía Salcedo ganador de las elecciones de 1908, fijado para el viernes 25 de septiembre, escasamente a una semana de tiempo, fueron los motivos para que el canciller Polo contestase alongando su aceptación:

"Lima 17 de septiembre de 1908.- […] En respuesta, me es muy grato expresar a V. E. rogándole se sirva transmitir a su Gobierno los vivos agradecimientos del mío por tan delicada atención.

Una vez que se hagan los arreglos necesarios me complaceré en acordar con V. E. todo lo referente al significativo homenaje que el gobierno chileno quiere tributar al sacrificio de los que ofrendaron abnegadamente su vida en defensa de la patria. (Firmado Solón Polo) […]


Estando a esta repuesta el señor Echenique contrató en un taller de fundición de Lima la fabricación de la placa que se terminó y estuvo a punto a fines de diciembre de 1908, producida ya la trasmisión de la administración presidencial de Pardo a Leguía.

Personajes de la nueva administración peruana

La transmisión del mando se efectuó el 25 de setiembre y el nuevo presidente, quien relevaría a José Pardo hasta 1912, debería afrontar durante este mandato los problemas limítrofes con los cinco países vecinos que, conocedores de las limitaciones materiales que pesaban sobre el Perú después de la Guerra de 1879, encontraron el momento oportuno para acometer sus pretensiones territoriales.

Pero Leguía tenía elegido como canciller al doctor Melitón Porras Osores.

Ambos, veteranos de la jornada de Miraflores como soldados de la Reserva, habían servido respectivamente, el primero de los citados, en el Reducto N° 1 con el batallón 2, del coronel Manuel Lecca, cuerpo perteneciente a la Segunda División que comandó el coronel don Pedro Correa y Santiago, formada de los propietarios, banqueros, jefes de casas de comercio, de almacenes y empleados y dependientes de éste; y, el segundo, en el batallón N° 2 de la Primera División, comandada por el coronel don José Unánue, formada de los señores vocales y jueces, abogados y bachilleres; empleados judiciales, procuradores y escribanos y amanuenses de abogados y de escribanos; cuerpos en los que se batieron el 15 de enero de 1881.

Había pues una formada empatía y resolución en las respectivas personalidades políticas.

En ocasión de su discurso inaugural como presidente de la república, Leguía hizo hincapié en torno al conflicto por Tacna y Arica:

[…] "El criterio del progreso solidario de la América y las soluciones pacíficas, nos inspirará para dirigir todas nuestras relaciones diplomáticas, y muy principalmente los esfuerzos para conseguir que nuestra frontera del sur sea, en la realidad, la designada por un tratado que el infortunio impuso y que, si nuestra fe nos obliga a respetar, no puede nuestra dignidad consentir que se agrave en nuestro daño" […]

Se refería al Tratado de Ancón, producto del tristemente célebre Grito de Montán lanzado a la república por el general cajamarquino Miguel Iglesias Pino, en plena campaña de la resistencia y a pesar de ésta, que oponía al enemigo invasor el general Andrés A. Cáceres, pronunciamiento que tuvo por corolario el citado Tratado firmado en el balneario de Ancón, el 20 de octubre de 1883, cuyo Artículo segundo reza:

[…] La República del Perú cede a la República de Chile, perpetua e incondicionalmente, el territorio de la provincia litoral de Tarapacá, cuyos límites son: por el norte, la quebrada y río de Camarones; por el sur, la quebrada y río de Loa; por el oriente, la República de Bolivia; y por el poniente, el mar Pacífico. […]; y el consecuente Artículo tercero:

[…] El territorio de las provincias de Tacna y Arica, que limita por el norte con el río Sama, desde su nacimiento en las cordilleras limítrofes con Bolivia, hasta su desembocadura en el mar, por el sur, con la quebrada y río de Camarones, por el oriente con la República de Bolivia, y por el poniente con el mar Pacífico, continuará poseído por Chile y sujeto a la legislación y autoridades chilenas, durante el término de diez años, contados desde que se ratifique el presente tratado de paz. Expirado este plazo, un plebiscito decidirá, con votación popular, si el territorio de las provincias referidas queda definitivamente del dominio y soberanía de Chile, o si continúa siendo parte del territorio peruano. Aquel de los dos países a cuyo favor queden anexadas las provincias de Tacna y Arica, pagará al otro diez millones de pesos moneda chilena de plata, o soles peruanos de igual ley y peso de aquella.

Un protocolo especial, que se considerará como parte integrante del presente tratado, establecerá la forma en la que el plebiscito deba tener lugar y los términos y plazos en que hayan de pagarse los diez millones por el país que quede dueño de las provincias de Tacna y Arica.
[…]

Resistencia del clero peruano en Arica y Tarapacá

A esto se sumarían de forma dramática, pues comprometía el servicio espiritual de las poblaciones del vasto territorio ocupado, la expulsión de Tacna que se hizo de los curas párrocos peruanos sufragáneos de la diócesis de Arequipa.

Al producirse la separación política de Tacna y Arica de la jurisdicción peruana y ocuparla Chile por la fuerza de las armas, no se rompió la unidad eclesiástica; los párrocos de estas zonas quedaron bajo el mando directo del obispo de Arequipa de la que dependían. Toda gestión del ministro chileno Errázuriz Echaurren por lograr de la Santa Sede un arreglo a esta situación fue estéril, pues el Papa evitaba pronunciarse en tanto subsistiese el estado de cambio de jurisdicción, so pena de declarase abiertamente por Chile.

Tacna y Arica permanecían invariables bajo la dirección espiritual de 38 párrocos peruanos, que como es natural tomaron bando, con el entusiasmo que es de imaginar, por los asuntos de su patria. Púlpitos, confesionarios y procesiones eran motivo y aliento para la propaganda peruana.

Los diarios chilenos, ya mayoritarios en Tacna y Arica, reclamaron a las autoridades y éstas pusieron los antecedentes en poder de su cancillería.

Se dispuso un trato cordial para lograr un advenimiento directamente con la propia Iglesia. El obispo de Arequipa intentando darle sentido favorable al pedido del ocupante enfocó el tema pero no con asidero a la denuncia de Chile sino a la vida y conducta privada de los curas párrocos, algunos de los cuales habrían estado confrontando denuncias graves en 1908, en aquella curia.

La opinión pública peruana protestó de inmediato sobre la conducta extraña del obispo. Entonces el prelado temeroso de caer en el "torrente de traidores a la patria", rechazó la petición oficiosa y confirmó a los párrocos en sus cargos. Dado este hecho Chile, consideró que los párrocos peruanos tenían la condición de funcionarios públicos y les canceló los permisos para ejercer su ministerio con la exigencia y requerimiento de nueva autorización ante la intendencia respectiva, temperamento que no fue aceptado.

El intendente Máximo Lira los conminó a no ejercer bajo ninguna circunstancia sus funciones; en respuesta aquellos sacerdotes abrieron oratorios privados. Una población, en su inmensa mayoría católica, quedó sin los auxilios de su religión y dividida por un agudo conflicto político.

Búsqueda chilena de la intervención del Vaticano

El ministro chileno en Roma, señor Rafael Errázuriz Urmaneta, presentó un extenso memorial al secretario del Estado Vaticano, pidiendo la autorización para nombrar párrocos chilenos en Tacna y Arica. En subsidio se solicitaba la creación de un vicariato castrense que permitiese designar capellanes militares que atendieran las necesidades de la población civil. El Vaticano entró en estudio de esta proposición.

Como el ambiente general en Tacna era insostenible y los párrocos, alentados por la prensa de Lima, habían adoptado una posición de abierta rebeldía, Chile pidió directamente al obispo de Arequipa autorización para que ocho sacerdotes chilenos ejercieran su ministerio en la zona disputada. El obispo rechazó la petición y por el contrario confirmó a los párrocos peruanos, autorizando, incluso, los oratorios privados.

Por toda respuesta, los párrocos de Tacna, en número de seis, y los de Arica, de Estique, de Belén y de Codpa fueron puestos a bordo de un buque y expulsados del país. El clero chileno se plegó a su gobierno.

La cancillería peruana ordenó a su encargado de negocios en Santiago pedir sus pasaportes y retirarse. Las relaciones diplomáticas entre Chile y Perú quedaban rotas nuevamente.

A fin de evitar un rompimiento definitivo, el ministro chileno Agustín Edwards McClure preparó un proyecto completo para la realización inmediata del tan esperado plebiscito cuya demora estaba en función de la necesidad de aumentar la población chilena en aquellos territorios y disminuir la peruana, por obvias razones.

El 3 de marzo de 1910, la cancillería chilena enviaba a Lima la proposición, y el 24 de marzo Brasil ofrecía su intervención amistosa. El 25 del mismo mes se adherían Argentina y los Estados Unidos. El Perú contestó, por intermedio de su ministro en Washington, que consideraba inoportuno el ofrecimiento de Chile, hasta tanto los párrocos peruanos no fueran repuestos en sus cargos.

Como en esos mismos días la Santa Sede se pronunció por la creación del Vicariato Castrense, Chile dio por terminada la gestión. Se nombró vicario general a monseñor Rafael Edwards y 40 capellanes chilenos sustituyeron a lo clérigos extrañados y se hicieron cargo de la vida religiosa del territorio disputado.

Participación de Chile en el homenaje de los peruanos

Empero, el gesto al parecer del todo caballeresco, propiciado formal y diplomáticamente por el enemigo vencedor, confrontaba ahora para la aceptación de la placa de homenaje aquellos reales acontecimientos descritos, propios de la clara resistencia pasiva que oponían maestros y curas párrocos de las provincias ocupadas, a las instrucciones y prohibiciones que impartían los intendentes de aquellas jurisdicciones nombrados como tales por el gobierno chileno, en especial del intendente Máximo Lira, que lo era de Tacna, abocados a cualquier costo en aumentar la población chilena en la zona y de esta forma tener la mayoría necesaria para un potencial plebiscito.

Administración de salida

El panorama peruano en 1907 estaba revuelto. Terminaba su primera presidencia don José Pardo y Barreda, cuya previsora y ejemplar administración se había preocupado, entre otras importantes medidas de política interna, de la adquisición de novísimo armamento y la adopción de la moderna y distinta concepción de la doctrina militar en boga, además de la orden para la construcción en Inglaterra de los cruceros Grau y Bolognesi. Era claro que el Perú se recuperaba y que la sombra de una nueva conflagración se cernía sobre el horizonte.

La exacerbación de pasiones, tanto en el plano interno como en el internacional eran hechos permanentes. Para entonces, el pensamiento diplomático del Perú era ya no insistir en el plebiscito, sino pedir la revisión total del tratado de Ancón. Al período de apaciguamiento y serenidad había sucedido otro de clara revancha guerrera y exaltado fervor nacionalista.

Un patriotismo efervescente muy popular influía seriamente en las decisiones del gobierno. Entenderse con Chile era motejado de traición. Los estudiantes de San Marcos habían declarado como "indignos de llevar el nombre de peruanos" a todos los firmantes del documento de Ancón y a numerosos oficiales y diplomáticos que habían recibido condecoraciones de Chile.

El presidente de Chile, don Pedro Montt Montt, se mantenía firme en su creencia que los problemas con el Perú podrían arreglarse con buen sentido y con la eliminación del patriotismo bullanguero que se manifestaba por ambas partes. Al igual que muchos políticos chilenos, había cifrado en el presidente Guillermo Billinghurst, cuya administración había dado claras muestras de acercamiento y, más tarde, en la de don Augusto B. Leguía, las más grandes esperanzas de poder llegar a un acuerdo.

Por ello, una de las primeras disposiciones de Montt al asumir el poder a principios de 1907, fue designar ministro en Lima a don José Manuel Echenique Gandarillas, con las miras de tender un puente que permitiese una solución cordial. Echenique era portador de instrucciones precisas para proponer a la cancillería de Torre-Tagle la realización del plebiscito de Tacna y Arica.

Corolario, ruptura y movilizaciones

Pero la placa jamás fue colocada en el monumental sarcófago de los defensores peruanos. Echenique, ofendido, pidió una explicación. Porras le contestó:

[...] "la situación existente entre mi país y el vuestro es la menos propicia para un acto público de esta naturaleza, que podría herir los sentimientos patrióticos del pueblo peruano" [...]

La cancillería chilena ordenó a Echenique averiguar exactamente qué entendía el gobierno del Perú por "situación existente", y de no ser la respuesta satisfactoria, pedir sus pasaportes.

El señor Porras, al contestar al plenipotenciario chileno, se lanzó contra el Tratado de Ancón, declarándolo inválido, injusto, impuesto por la fuerza e inaplicable. Echenique consideró, con toda razón, que plantear el problema de Tacna y Arica, o cualquier otro, en estas circunstancias, era simplemente perder el tiempo y en consecuencia solicitó sus pasaportes.

El 20 de diciembre el semanario El Porvenir, da cuenta del incidente de la corona ofrecida por Chile, y al día siguiente Miguel Echenique envía a su gobierno una extensa nota informando todo el asunto desde su personal óptica, culminando así:

"La conducta del Perú podría ser apreciada a la luz de la nueva prueba de amistad que le hemos dado y quedaría demostrado ante los Gobiernos amigos que todos los esfuerzos de Chile se estrellan contra la tenaz negativa de avenimiento del Perú".

No obstante conocer el parecer del gobierno del Perú, Echenique envía una nota al canciller peruano reiterando finalmente:

"Réstame después de transcurrido tres meses, conocer la resolución de V.E. en orden de la fijación de la fecha para la realización del acto material de la entrega de la corona que ha quedado pendiente desde el día señalado".

El Ministro de RR EE peruano contesta por fin el 28 de diciembre de manera contundente:

"Es nuestro más vivo y sincero deseo que no se turbe con actos públicos que puedan tal vez provocar la susceptibilidad del sentimiento nacional peruano, la tranquilidad de las gestiones con que, confiamos, se ha de poner término a la triste situación de nuestros compatriotas de Tacna y Arica".

Así proseguía el tiempo y el 9 de enero de 1909, el canciller chileno Balmaceda remite una nota a Echenique:

"El Gobierno estima que dados los términos de la nota del señor Porras V. S. debe regresar al país. Deje al Secretario como Encargado de Negocios".

El gobierno, por intermedio del ministro de RR EE, pidió sus pasaportes y el diplomático, frustrado en sus propósitos, abandonó Lima.

A título de despedida, el gobierno peruano declaró persona no grata al cónsul general en el Callao, señor Paut Vergara, por haber puesto el escudo de Chile en el frontispicio del consulado, lugar que se encontraba, según la cancillería limeña, en "recinto portuario y militar". Para no agriar más las cosas, Chile cambió de cónsul.

Dañadas las relaciones que hasta el momento habían sido tibias, se produjeron movilizaciones de contingentes de tropa a la frontera común, por ambas partes y con demostraciones recíprocas de fuerza de las guarniciones de Arequipa y Arica para el caso reforzadas.

Una nueva generación de peruanos se mantenía sobre las armas.

Estos fueron los acontecimientos que en el Perú se conocen como el Incidente de la corona, presumiblemente por que la placa de bronce ofrecida por Chile tenía inserta una corona de hojas de laurel cuya etimología heráldica es la del honor, gesto de adhesión protocolar, en su sentido estricto, pero ofrecido en momento inoportuno de recíproca hostilidad, conforme se tiene reseñado y como siempre lo será en tanto subsistan diferencias de todo orden que confronten vecinos tan obstinados y comprometidos con el pasado.

Fuentes:

Historia de la República, Jorge Basadre. Tomo VIII, Séptima Edición. Lima, 1983. Edit. Universitaria

Historia Diplomática de Chile, 1541–1938, Mario Barros van Buren. 1970. España. Ediciones Ariel. Espulgues de Llobregat. Barcelona

Entre el Perú y Chile: la cuestión de Tacna y Arica
Páginas de divulgación histórica
Enrique Castro y Oyanguren
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01305031955026836088680/p0000001.htm#17

Grabados:

Internet

Presidente del Perú, Don Augusto. B. Leguía Salcedo

Presidente de Chile, Don Pedro Montt Montt

Foto de la Cripta de los Héroes de 1879, en el Cementerio Presbítero Maestro, del artista nacional, señor Telmo Cáceres Serna, (Chimi). Flickr

Dr. Melitón Porras Osores. Diccionario Enciclopédico del Perú; Editorial Mejía Baca. Tomo II, Lima, 1966.


(*)Publicado en Harun al - Rashid espacio de la literatura, la narrativa y el ensayo
El jueves 03 de septiembre del 2009

Pueden verlo en:
http://harumalraschid.blogspot.com/2009/09/la-cripta.html

lunes, 5 de julio de 2010

LOS MOTIVOS DEL DOCTOR FRANCIA *

Escribe: Luís Siabala Valer



Esbozo de don José Rodríguez Gaspar de Francia, prócer y dictador del Paraguay (1766 – 1840)

Singular nos resulta en la historia de América Latina la épica etapa de la formación del Paraguay, concebida durante una agitada vida al calor y abrigo de sus extensas tierras del Chaco Boreal y del Gran Chaco, allí donde crece la hierba mate y canta el pájaro Chogüí.

Es el español Domingo Martínez de Irala, enrolado dentro de la expedición de don Pedro de Mendoza, el fundador en tierras guaraní del fuerte Nuestra Señora María de la Asunción en 1537 a las riberas del Paraguay, escasamente dos años después de la fundación de Lima por Pizarro a orillas del Rímac, pero el de Irala debería contener la arremetida de los carios, aquellos bravos señores que igual de hábiles eran con la flecha que temibles por su antropofagia.

Asiento de pocos pero acomodados estancieros la vida en los pastizales, entre los caudalosos Paraná y Paraguay, discurría con el sólo apremio de la cría del ganado, el cultivo del tabaco y la yerba mate que Dios había dotado en abundancia a ese territorio donde por último todo lo demás estaba dado.

Don José Rodríguez Gaspar de Francia nació en Asunción en 1766 y moriría en 1840, hijo de un capitan portugués del arma de atillería y de una distinguida dama asuntina, pero antes el célebre jurista, gobernando en triunvirato en 1811, en consulado en 1813 y en magistratura unipersonal desde 1816 hasta su muerte, ejerció una dictadura despótica durante la cual cerró por cerca de treinta años el Paraguay al mundo, sin permitir el españolismo ni el porteñismo que acusaban marcada influencia en los destinos de la nación.

Es también la época de otro famoso dictador, don Juan Manuel de Rosas, el rico estanciero y poderoso gobernador de Buenos Aires, fundador de la Confederación de las Provincias del Río de la Plata, con el que Francia se enemistaría. Este singular caso de aislacionismo tiene parangón cuando el Gran Shogun aisló también al Japón, hasta que en 1853 el comodoro norteamericano Matthew Perry, bajo la amenaza de los cañones de su flota apuntando al puerto de Yokohama abrió al mundo las herméticas puertas de Yedo (Tokio). Al mediar el siglo XIX el mercantilismo no admitía puertas cerradas.


El Doctor Francia, resuelto y con mano firme no permitió ingerencia alguna en los asuntos externos y tampoco en los internos. Mantuvo una neutralidad a toda prueba. Prohibió la salida de los naturales, salvo en contadas ocasiones y con excepcionales permisos; tampoco el ingreso a los extranjeros, por lo que no tenía acreditado agente diplomático alguno. El autosostenimiento y la no dependencia eran las metas de aquel férreo conductor.

Odiado con especial ensañamiento, pero a despecho de esos sentimientos mantuvo sus propósitos frente a la reacción, crédulo de su poder al parecer omnímodo sin permitir ni permitirse atisbo de temor ni contemplación.

Eran los claros propósitos de su política, acabar con la influencia de España, con la proveniente del lado argentino y la del brasilero, verdaderas amenazas; dejar de lado la poderosa ingerencia católica al frente de la cual se erigió Francia como cabeza de la iglesia, que le valió la excomunión papal; la introducción del laicismo en la instrucción pública, la insurgencia de la clase criolla en los destinos de la nación y la toma de las vastas propiedades de la iglesia, amén del encarcelamiento y muerte de quienes eran acusados de oposición.

La leyenda negra alimentada por los europeos, y sus poderosos adversarios internos, no pudo empero descartar que José Gaspar Rodríguez de Francia, Supremo Dictador del Paraguay, encarnase la notable figura del proceso histórico de la Independencia hispanoamericana de principios del XIX. Aislado sin remedio, en el Chaco, encabezó el desarrollo autonómico de su país. Se había retirado de la confederación de las provincias del Río de la Plata proclamando "El Paraguay no es patrimonio de España, ni provincia de Buenos Aires" y defendió esta postura con tesón irreductible. Esta política había de preservar al Paraguay de los avatares de las guerras civiles que afligieron a las otras flamantes repúblicas emancipadas de la América Española, de ellas el Perú y sentó las bases de una singular sociedad sin latifundios ni terratenientes, con fuerte presencia del Estado en empresas, estancias y servicios que primó con insospechada pujanza durante los casi treinta años bajo su vigilante mirada de benévolo dictador perpetuo.

El escritor, también asuntino, Augusto Roa Bastos ha descrito los desatinos del doctor Francia con apasionamiento en su libro Yo el Supremo.

Empero, en ese dilatado interregno, que sería motivo de alzamiento y sofocación, Francia elevó las condiciones materiales de la nación. Una sólida infraestructura, donde fundiciones y almacenes modernos y bien dotados aseguraron la producción civil y militar y el abastecimiento que marchando a la par con una agricultura racional y un comercio en igualdad de condiciones hizo del Paraguay modelo de progreso en América, sin dependencia foránea. Un ejemplo que Inglaterra no estaba dispuesta a tolerar.

Años después de su muerte el nuevo y también singular mandatario del Paraguay, el mariscal Francisco Solano López debe confrontar la guerra contra la Triple Alianza, que le declararon Argentina, el imperio del Brasil y el Uruguay, una guerra de exterminio que terminó en 1870 con la derrota de Solano López en la memorable jornada de Cerro Corá donde perdió la vida. Con él había sucumbido también gran parte de la valiente nación paraguaya forjada en el yunque del doctor Francia.

Don José Rodríguez Gaspar de Francia, letrado graduado en derecho civil y canónico por la Universidad de Córdoba de Tucumán, devoto de la Revolución Francesa, lector perspicaz de Voltaire, de Rousseau y el enciclopedismo francés, poseía la biblioteca más grande de Asunción. Anticlerical, xenófobo, tirano y propugnador de la autarquía económica, empero fue el fundador de la nación paraguaya. El padre de la patria. Un nacionalista a ultranza.

(*) Publicado en Harun al - Rashid espacio de la literatura, la narrativa y el ensayo
El lunes 03 de diciembre del 2007

Pueden verlo en: http://harumalraschid.blogspot.com/2007/12/los-motivos-del-doctor-francia.html